Crédito Imagen: Museo Nacional
María Esperanza Rodríguez
Licenciada en filosofía e idiomas
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El concepto de Comunero, es antiguo, vino de España con las leyes de Indias. Así llaman al que participa de una comunidad de bienes o derechos para el uso común de tierras, bosques y pastos, de los “ejidos”, ubicados en las afueras de los pueblos. Nadie puede apropiárselos, ni obtenerlos por prescripción ni por herencia, ni edificar en ellos. Hoy llamamos “comunal”, a lo que pertenece a todos en la comunidad.
Los comuneros aparecen en la historia de España en 1520 durante“La guerra de las Comunidades o comuneros de Castilla” levantamiento armado y reivindicativo contra el Rey de España Carlos I, (al mismo tiempo que las primeras revueltas de negros en América)[1]. Ese levantamiento comunero español fue para algunos, una revuelta antiseñorial, una de las primeras revoluciones burguesas modernas, un remanente medieval de la puja de poder del rey y los nobles, insurrección antifiscal.
Así también calificaron 250 años después, a los levantamientos comuneros de la Nueva Granada y de Venezuela (contemporáneas de las Rebeliones indígenas de Túpac Amaru II, la Rebelión de Oruro en el Virreinato del Perú). Todas ellas, la castellana y las americanas fueron reprimidas, por las élites de la metrópoli colonial: el ejército, el clero y la burocracia aristócrata monárquica.
La insurrección comunera neogranadina comenzó en El Socorro en marzo 16 de 1781. Un mes después, la primera Asamblea comunera aglutinaba miles de personas, envalentonadas por la lectura de un panfleto[2] verseado llamado popularmente «Nuestra Cédula”, “Cédula del Común” (parodiando el de “Real Cédula” o documento de uso exclusivo del rey). También se conoció como “Santa Cédula”, “Santísima Gaceta”, “papelón incendiario” y “Manifiesto comunero”.
El famoso pasquín fue escrito el 7 de abril, por Fray Ciriaco de Archila[3], simacotero, dominico radicado en Santa Fe de Bogotá. Allá circuló primero, luego fue enviado a Simacota y de allí al Socorro, donde se leyó profusamente el 16. El poema alerta a los comuneros que el corregidor llegará a “corregirlos”, que el arzobispo enviará un grupo de frailes misioneros a apaciguar el rebaño díscolo y exhorta al pueblo a mantenerse firme en su posición ante los atropellos que representan las medidas fiscales y administrativas de la corona contra las gentes de las colonias: criollos, mestizos, negros e indios. Dice el panfleto:
«Allá los capuchinos también van
a sosegaros a fuerza de misiones,
que es la orden infalible que les dan
aquestos Tribunales Superiores
si prontos a las órdenes están.
Sin duda que el asunto en sus sermones
será la persuasión con voz sumisa
de que es muy justo que os roben la camisa.»
«Por bien de vuestras almas no ha de ser
que les mandan que vayan a misión,
sino porque dejéis establecer
alcabalas, estancos y pensión.
y así bueno será el atender
lo demás que explique su sermón,
Pero en tocando apechos [4]y derechos,
tapar los oídos y presentar los pechos.»
«Porque eso era sin duda persuadirte
que es lícito robar con capa real
y fuera pretender el convertirte
al estado de culpa muy mortal;
con que advierte y no dejes confundirte
con que el Rey puede pechos entablar.
Mira que es robo, y mira que tu hecho
es santo, es justo, es natural derecho.»
“¡ay! pues que ya te has resuelto a declarar
que te hallas con los pechos sofocado,
no vayas a dejarte enharinar
con que ya de la Armada estáis librado,
sino que, a todos se tienen que quitar,
o tú has de mantenerte rebelado;
o que a lo menos, aunque el Rey no pierda,
que queden todos como los dejó Zerda.»
Además, desconoce la autoridad del rey, ataca los burócratas españoles y reivindica el derecho americano, a autogobernarnos, en los siguientes versos:
“A más que estos dominios tienen
sus propios dueños, señores naturales,
por qué razón a gobernarnos vienen
de otra regiones malditos nacionales?
De esto nuestras desdichas nos provienen
y así para excusar fines fatales,
unámonos, por Dios, si les parece
y veamos el Reino a quién le pertenece”.
“Nuestra Cédula” cuestiona los injustificados impuestos nuevos, la política fiscal indiscriminada; y el desorden social que esto causa (en una población arruinada por una peste reciente)[5]:
“Pretender socorrer al Erario
a costa de una injusta introducción
que sin tener derecho hereditario
logró el rigor, la envidia y la ambición
estáis en la callada disponiendo
otro método nuevo de hurtar”
“señor Regente.
Ya es gana que discurras mil proyectos
ya estamos como Dios quiere las almas
ya nos dejas vasallos muy perfectos
ya borricos que no sienten las enjalmas”
También anima a la gente a resistir, a no temer a los soldados:
“No temas, aunque veas a los soldados
con bayonetas, fusiles y morteros,
que, si no son los de aquí, que hay arreglados,
estos son unos pobres borriqueros,
que sólo con que sean bien gargajeados
serán despojo de los despeñaderos.
Y si son de los nuestros, no te apures
que las balas irán hacia las nubes”.
Y anima e invita a los comuneros del Socorro, a marchar sobre Santa fe de Bogotá, (lo que finalmente hicieron, aunque sólo llegaron a Zipaquirá) :
“Si te resuelves por pura caridad
a usar de los consejos referidos,
y marchas como digo a esta ciudad,
yo te juro que nos veras rendidos,
pues aunque por la fuerza de la lealtad
a tu frente nos halles prevenidos,
las armas blancas en ti no cortarán
y los fusiles mojados estarán.”
Papel de la iglesia en la disputa por el poder político entre la metrópoli española y los criollos de sus colonias americanas.
Plata Quesada[6] nos dice que “en sociedades signadas por el cristianismo, lo religioso puede ser un poderoso germen y animador de los movimientos político-sociales, o un instrumento de las autoridades para contener y disolver, tales movimientos”
Estas dos funciones del cristianismo existen y actúan desde hace ya 20 siglos según convenga, para mantener la posición de poder de la iglesia Cristiana Católica en la sociedad. En situaciones de sectores en pugna por el poder (en este caso, españoles vs criollos), actuarán según el bando con el que se alineen. En 1781 la alta jerarquía eclesial española hace parte del poder de la metrópoli colonial y algunos prelados criollos o estarán supeditados a ella, o compartirán con otros criollos el deseo de emanciparse y tomarse el poder en los territorios americanos.
La primera función, “ser un poderoso germen y animador de los movimientos político-sociales” está representada entre otros, por curas criollos como Fray Ciriaco de Archila (de familia de hidalgos campesinos de sangre pura, o ancestro español sin contaminación de negros, judíos o herejes),[7] así como el Párroco del Socorro, doctor don Francisco de Vargas” otro cura confabulado comunero [8] que difunde noticias de la revuelta indígena del Perú y el fraile jesuita Juan José Godoy sospechoso de estar buscando recursos y apoyo de los recién independientes Estados Unidos para iniciar una revolución en las colonias hispanoamericanas.
La segunda función eclesial, ser un “instrumento para contener y disolver” estuvo representada por el Arzobispo Antonio Caballero y Góngora (quien asume el mando en ausencia del Virrey flores, que estaba en Cartagena con sus soldados ante un posible ataque inglés). Español, noble, rico, culto, pasó de obispo a arzobispo de Santa Fe de Bogotá y luego de la revuelta comunera, a virrey de la Nueva Granada, el 6 de julio de 1782. Otros curas que actuaron a favor del statu quo español, fueron aquellos de los pueblos y villas que cuando empezó la revuelta, salieron en procesión por las calles, a arrodillar a los sublevados como el cura don Joaquín de Arrojo en el Socorro.
Teniendo en cuenta la ausencia del Virrey y de la tropa, Caballero y Góngora, acude a diferentes “métodos persuasivos” para neutralizar y traicionar el movimiento: usó los ritos religiosos para apaciguar los ánimos (juró las capitulaciones el 7 de junio de 1781 con biblia y Te Deum [9] y envió una misión pacificadora de frailes capuchinos y franciscanos a los pueblos Comuneros, encabezada por Fray Finestrad [10]); dividió a los tunjanos de los socorranos, (advirtiéndoles que en caso de victoria de la insurrección, Tunja, hasta ahora capital, tributaría al Socorro); dilató la negociación de las capitulaciones para agotar a los líderes comuneros; ofreció dinero a Berbeo y un cargo público a su hermano, para atraerlo hacia la posición oficial[11].
El 6 de julio de 1781 el virrey Flores, en Cartagena, negó los acuerdos, y envió 500 soldados a Santafé a poner orden. En cuanto volvieron los militares de Cartagena a Santa Fe, el 4 de agosto, se inició un Juicio para detectar los responsables e intimidar a los revoltosos. Los ricos criollos enjuiciados, atribuyeron a los sectores populares los desafueros cometidos, ratificaron lealtad a la monarquía y aceptaron ser capitanes, presionados por la turba y para evitar sus desafueros. Delataron a todos los que participaron.[12] Algunos criollos fueron desterrados, como el Marqués de San Jorge. Fray Ciriaco de Archila fue enviado al convento dominico de Cádiz, donde murió en 1784.
Cuando el virrey niega las capitulaciones se radicaliza el movimiento, pero esta vez los protagonistas son los sectores populares. Mientras Galán libera esclavos, reparte tierras, sustituye autoridades, indígenas, mestizos y negros se rebelan, la insurrección alcanza muchas otras regiones del país y llega incluso a Venezuela. El Socorro vuelve a sublevarse, llaman traidores a Berbeo y a sus capitanes.
En septiembre Isidro Molina y Juan Dionisio Plata proponen tomarse la capital. El Arzobispo plantea una tregua de un mes para “interceder” ante el virrey Flores el cumplimiento de las capitulaciones, mientras acuerda la captura de Galán, quien ha vuelto al Socorro a ayudar a organizar los comuneros de Pamplona y Sogamoso para marchar a Bogotá.
El 13 de octubre Galán es apresado gracias a Salvador Plata, uno de los capitanes comuneros arrepentidos que toman parte activa en el proceso de represión. En noviembre, fue enjuiciado en Bogotá. En enero 30 de 1782, sentenciado. El 1º de febrero, ejecutado en la Plaza Mayor de Bogotá.
En 1782 al nombrar nuevo virrey al arzobispo Caballero, el Rey le reconocerá no solo los métodos persuasivos sino también el éxito y la saña de los métodos violentos que aplicó contra los cabecillas insurgentes. Ya la muerte de Túpac Amaru II, líder indígena de la revuelta del Perú, el 18 de mayo de 1781 (mediante descuartizamiento público, presenciando antes la tortura y asesinato de sus aliados, amigos, tío, hijos mayores y su esposa) prefiguraba lo que vendría.
Contra los comuneros del pueblo se usó el encarcelamiento en Cartagena, latigazos, vergüenza pública, prisión en África. La tortura se aplicó a Galán y a sus lugartenientes Molina, Alcantuz y Ortiz[13] . En el juicio a Galán se le sumaron expedientes de casos anteriores como “desertor y por incestuoso con una hija”, a los cargos por delitos cometidos durante la insurrección. [14]
Se decretó oficialmente “el olvido del alzamiento comunero” usándose “un lenguaje cuyo fin es aterrorizar a la élite criolla—sospechosa de haber simpatizado con el levantamiento—al enfrentarla a la imagen de un pueblo desbocado, entregado a su propia destrucción. Esa retórica contrasta con el lenguaje de perdón y reconciliación que también supo usar el Virrey Caballero y Góngora, de manera muy efectiva”.[15]
En 1785 se aplicó a comuneros de Tunja, Socorro y san Gil, el exilio interno hacia el Tapón del Darién, el Carare-Opón[16], llanos orientales, San Sebastián (cerca de Ciénaga y Santa Marta). Supuestamente para controlar a los indios, neutralizar el contrabando establecido por los ingleses, mejorar las comunicaciones, procurar la conexión entre los dos mares y fomentar la producción minera el Chocó. Entre las primeras 8 familias estaban la viuda Manuela Beltrán y sus hijos, Emigdio Josef y Pablo. No hay registro de Esposo.
Fue una “…estrategia oficial que combinó la persuasión, la presión y el sentimiento de temor que generó en la población el antecedente de las contundentes represalias aplicadas durante la revuelta Comunera.”[17] En 1779 el proyecto fracasó por el clima selvático, enfermedades tropicales, falta de atención médica, de recursos, herramientas, ganados. Hubo conflictos con los indígenas y mestizos locales. Se les permitió volver a sus pueblos de origen, pero, sin apoyo oficial, ni registros, nunca se supo quiénes regresaron o no. Los indios retomaron sus territorios.
Epílogo
La revuelta comunera dejó en claro a las élites españolas que había un nuevo panorama en sus colonias americanas: las reformas administrativas y fiscales para sostener las guerras del imperio no serán fácilmente aceptadas ni por criollos, ni sectores populares, que ahora se han unido y empiezan a negarse a obedecer.
España debía aceptar la emergencia e incorporación a la ilustración, de un grupo selecto de criollos, con nuevos conocimientos de realidades y recursos del nuevo mundo.
El arzobispo-Virrey impulsó con los jóvenes hijos de la élite criolla un eventual posicionamiento frente al potencial económico de las riquezas americana pensando asociarlos a su explotación como vasallos sumisos, favoreciendo al imperio. Pero falló. Ese grupo luego dirigiría la guerra de independencia y sería la nueva clase gobernante de la república hasta hoy.
En 1.789 Antes de regresar a España Caballero y Góngora donó parte de sus bienes a la Archidiócesis de Santa Fe de Bogotá (su biblioteca privada, la mayoría de las obras pictóricas de su colección artística). En 1796, murió poco antes de ser ungido Cardenal. En abril de 1948 casi todos esos bienes desaparecieron en el incendio del Palacio Arzobispal de Bogotá, símbolo de la élite eclesial, causado por la furia popular a la muerte de otro caudillo comunero, Jorge Eliécer Gaitán.
Fray Finestrad, terminó preso por la Inquisición, por una deuda con el fisco, en Cartagena. En la guerra de independencia, 30 años después, los monjes del convento Capuchino en el Socorro, huyeron perseguidos por el pueblo, quien rebautizó la serranía de los Yariguíes por donde desaparecieron, como” Serranía de los cobardes”.
En 1987 Germán Arciniegas sugiere al escultor Luis Guillermo Vallejo construir un monumento en homenaje a los Comuneros de 1781[18]. En el mirador del cañón del río Chicamocha aparecen” Manuela Beltrán rasgando el edicto real. Galán encabeza la marcha hacia Santafé, Juan Francisco Berbeo, sentado en el piso llorando su traición y cubierto solo por un poncho, Fray Ciriaco de Archila, aparece entregando el Manifiesto del Común, y en el extremo opuesto aparece el arzobispo Caballero y Góngora, tipificado como un traidor, cubre su rostro con una máscara y sostiene su báculo convertido en hacha. “Es la primera y quizás única estatua existente en el país que censura de manera explícita una figura religiosa de tan alto nivel. …”[19]
Otro designio que no se le cumplió a la corona española al ordenar su muerte, es el olvido de Galán y los Comunero, que son recordados todos los años por el pueblo que ayudaron a emancipar. Sembraron su semilla, cada tanto retoñan…
[1] “en 1532 en Venezuela, en 1533 en Cuba y Panamá. En 1547 se destaca la prolongada rebelión de Sebastián Lemba en La Española, en 1550 la de Juan Criollo que duró varios años”. CRÓNICA DE LA ESCLAVITUD EN AMÉRICA. Tamara Simó. 2006
[2] Si estudiosos contemporáneos glosan el poema como reflejo del descontento local, Salvador Plata, Francisco Berbeo y Joaquin Finestrad, al contrario, lo entendieron como la causa de los tumultos, «todos efectos del pasquin», como dice el primero…”
Ortega Francisco. MEMORIA Y CRISIS: APROXIMACIÓN A LA CULTURA POLITICA DE FINALES DEL SIGLO XVIII. Universidad de Wisconsin, Madison Profesor Fulbright, Departamento de Historia, Universidad Nacional de Bogota (https://colombianistas.org/wordpress/wp-content/themes/pleasant/REC/REC%2027-28/Art%C3%ADculos/9.REC_27-28_FranciscoOrtega.pdf
[3] También se le atribuye al Marqués de San Jorge.
[4] Pagas o contribuciones que daban al Rey en la España, desde antiguos tiempos.
[5] En 1776, una peste de viruela azotó gran parte de la población, con ruina de cosechas y hambruna general, encarecimiento de productos básicos.
. Ortega Francisco Memoria y crisis: Aproximación a la cultura politica de finales del siglo XVIII Universidad de Wisconsin, Madison Profesor Fulbright, Departamento de Historia, Universidad Nacional de Bogota (https://colombianistas.org/wordpress/wp-content/themes/pleasant/REC/REC%2027-28/Art%C3%ADculos/9.REC_27-28_FranciscoOrtega.pdf
[6] Plata Quesada, William Elvis. RELIGION Y MOVIMIENTO SOCIAL: LA CEDULA DEL COMUN Y LA INSURRECCION DE LOS COMUNEROS. NUEVA GRANADA 1781. Revista Theologica Xaveriana Numero 172, 2011
https://revistas.javeriana.edu.co/index.php/teoxaveriana/article/view/9357
[7] Cardona Tobon
[8] https://colombianistas.org/wordpress/wp-content/themes/pleasant/REC/REC%2027-28/Art%C3%ADculos/9.REC_27-28_FranciscoOrtega.pdf
[9] En las Capitulaciones se pactaba la paz, el Gobierno aceptaba las solicitudes de eliminar y reducir impuestos, devolver los resguardos suprimidos a los indígenas, y los comuneros se comprometían a disolver sus tropas.
[10] “Cumplida la jura de capitulaciones en Zipaquirá, los veinte mil comuneros, creyendo en la buena fe los comprometidos en dicho pacto, comenzaron el retorno a sus respectivos lugares. Antonio Caballero y Góngora, arzobispo del reino, regresó a la capital y concibió el plan de valerse de algunos religiosos que lo acompañaran a recorrer las provincias sublevadas, con el fin pacificar a sus moradores y evitar que se presentaran nuevos alzamientos. Dispuso el arzobispo dos grupos de frailes para encargarlos de predicar unas misiones, uno de franciscanos y otro de capuchinos. Estos últimos eran Finestrad, quien presidía…”
Fray Joaquín de Finestrad . EL VASALLO INSTRUIDO.
[11] Según German Arciniegas, Berbeo, fue un traidor, pues a cambio del empleo de corregidor del Socorro ordenó la desmovilización de los comuneros y la captura de Galán Arciniegas,
Germán. Los comuneros. Editorial Pluma, Bogotá, 1980.
[12] El ejército del común es conformado en su mando central por criollos, o por líderes indígenas, como en el caso de Ambrosio Pisco y se registran diversos nombramientos de capitanes por diferentes partes del territorio…. Las elecciones de los capitanes fueron controladas por Berbeo o los demás miembros del Consejo de Guerra, quienes indicaban a los capitanes volantes, los agitadores, los nombres de los candidatos que debían presentar en las reuniones. Los cargos inferiores fueron ocupados por gentes de sectores populares quienes se caracterizaban por gozar de influencia entre la población, con lo cual se garantizaba la unidad del ejército y el cumplimiento de las órdenes.
Los únicos miembros del pueblo que alcanzaron título dentro del movimiento fueron el labrador José Antonio Galán, el portero del Cabildo del Socorro, Manuel José Ortíz, y el tejedor de mantas Isidro Molina. Otros personajes que aparecen en los motines iniciales son el talabartero Lorenzo Alcantuz, la cigarrera Manuela Beltrán, el tejedor de mantas José Delgadillo, los carniceros Ignacio Ardila, Pablo Ardila, Roque Cristancho, Miguel Uribe, el arriero Hilario Galán, los labradores mestizos José Velandia y Francisco Antonio Mesa, y los sombrereros mestizos Nicolás Pedraza y Miguel Fulgencio de Vargas. https://bibliotecanacional.gov.co/es-co/colecciones/biblioteca-digital/exposiciones/Exposicion?Exposicion=La%20rebeli%C3%B3n%20de%20los%20Comuneros#Cronologia
[13] condenados a ser “sacados de la cárcel y arrastrados hasta el lugar del suplicio, sean puestos en la horca hasta que naturalmente mueran, bajados después se les corten sus cabezas, y conduzcan la de Manuel Ortiz al Socorro, en donde fue portero de aquel cabildo: la de Lorenzo Alcantuz a San Gil y la de Isidro Molina colocada a la entrada de esta capital; confiscados sus bienes, demolidas sus casas y declaradas por infames sus descendencias.
[14] https://www.pensamientopenal.com.ar/system/files/2015/01/doctrina33579.pdf
[15] https://colombianistas.org/wordpress/wp-content/themes/pleasant/REC/REC%2027-28/Art%C3%ADculos/9.REC_27-28_FranciscoOrtega.pdf
[16] PITA PICO, Roger (2014). “VICISITUDES DE UN MALOGRADO PROYECTO COLONIZADOR: LA MIGRACIÓN DE FAMILIAS DEL NORORIENTE NEOGRANADINO A LA PROVINCIA DEL DARIÉN, 1783-1790”. En Anuario de Historia Regional y de las Fronteras.19 (1). pp 79-107.
[17] Op. Cit.
[18] MONUMENTO A LA SANTANDEREANIDAD EN PANACHI Beethoven Herrera valencia https://www.portafolio.co/opinion/beethoven-herrera/monumento-santandereanidad-panachi-66444
[19] MONUMENTO A LA SANTANDEREANIDAD EN PANACHI Beethoven Herrera valencia https://www.portafolio.co/opinion/beethoven-herrera/monumento-santandereanidad-panachi-66444
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