Víctor Solano Franco
Comunicador social y periodista
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“Nos somos reales, pero nuestros contenidos, sí”: Eso nos dice ‘El Pana’, un chico con barba de tres días y camisa de cuadros que habla con desparpajo y que junto a su compañera ‘La Chama’, ambos con claro acento venezolano, comparten las noticias más relevantes de la actualidad venezolana sin miedo a la censura del régimen dictatorial en el vecino país. Lo novedoso aquí es que a pesar de su movimientos de las manos todavía algo repetitivos, robóticos, se les ve y escucha muy naturales. Son avatares, imágenes creadas con inteligencia artificial (iA).
La innovación tecnológica en el periodismo ha alcanzado un punto donde las herramientas digitales pueden convertirse en un escudo para quienes arriesgan su vida en la búsqueda de la verdad. En contextos donde la libertad de prensa está bajo constante amenaza, como en Venezuela, la utilización de avatares y presentadores virtuales para proteger la identidad de los periodistas emerge como una estrategia que, si bien plantea dilemas éticos y operacionales, también ofrece una solución viable para mantener la información independiente en circulación.
Mientras la dictadura de Maduro lanzó la intimidante ‘Operación Tun Tun’ en la que sin pudores allana las casas para secuestrar a ciudadanos que se oponen al régimen y a periodistas independientes (ya van 12 comunicadores secuestrados), la ‘Operación Retuit’ es una iniciativa en la que medios venezolanos han optado por utilizar avatares para presentar noticias reales y se ha convertido en un ejemplo pionero de cómo la inteligencia artificial puede servir como una barrera protectora contra la represión. En un país donde la censura y la persecución de la prensa libre han alcanzado niveles alarmantes, esta estrategia permite a los periodistas continuar con su labor sin exponerse a las represalias del gobierno de Nicolás Maduro. Los avatares actúan como intermediarios al proteger las identidades de los comunicadores mientras que la información sigue fluyendo hacia el público.
Una de las ventajas más evidentes de esta estrategia es la protección de vidas humanas. En un entorno en el que ser identificado como periodista puede significar amenazas, intimidación o incluso la muerte, la posibilidad de que la inteligencia artificial asuma el rol visible del periodismo es una salvaguarda invaluable. Al mismo tiempo, permite que el flujo de información crítica no se vea interrumpido, un elemento esencial para la resistencia democrática en contextos autoritarios.
Además, el uso de avatares puede incrementar la distribución de la información al permitir que los periodistas operen desde el anonimato, lo que reduce el miedo y la autocensura. La inteligencia artificial al servicio de la inteligencia colectiva.
Sin embargo, esta estrategia no está exenta de desventajas y riesgos. Una de las preocupaciones más significativas es la posible pérdida de credibilidad. El periodismo se basa en la confianza del público, y la aparición de avatares en lugar de periodistas de carne y hueso podría generar dudas sobre la veracidad y la autenticidad de las noticias. Si bien los avatares protegen a los periodistas, podrían también distanciar al público, que podría sentir que la información se vuelve impersonal o, peor aún, manipulada por agentes externos.
Otro desafío es el riesgo de la deshumanización del periodismo. El periodismo es una profesión que, en su mejor versión, conecta con el público a través de la empatía y la humanidad de sus reporteros. Los avatares, aunque efectivos en su función protectora, carecen (por ahora) de la emocionalidad y la presencia física que los periodistas aportan a sus reportajes, aún con sus errores y muletillas al hablar. Esto podría erosionar la conexión entre la noticia y la audiencia, afectando la percepción de la importancia de los temas tratados.
Finalmente, esta estrategia plantea un debate ético sobre la autenticidad y la transparencia en el periodismo. ¿Hasta qué punto es legítimo ocultar la identidad de los periodistas en aras de la seguridad? ¿No podría esto sentar un precedente que, en otros contextos, sea utilizado para fines menos nobles, como la manipulación de la información o la creación de noticias falsas?
Da un poco de miedo que la misma tecnología pueda ser usada con otros propósitos y por otros actores con la intención de desinformar. Da otro poco de miedo que en Colombia llegue el día en que tengamos que recurrir a algo similar y tal vez las noticias las tengan que dar ‘El Parcero’ y ‘La Pelada’ para salvar las vidas de equipos enteros de periodistas y sus familias.
Esperemos que en Colombia y ojalá muy pronto en Venezuela, las noticias puedan seguir siendo presentadas por imperfectos pero muy empáticos seres humanos y que la libertad de prensa nunca, bajo ninguna justificación, sea socavada y puesta en la tarima de las amenazas.
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