Lore Otálvaro
Escritora, poeta, gestora cultural, amante de la locución.
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Durante los gobiernos de Álvaro Uribe Vélez (2002-2010) personal de las Fuerzas Armadas, casi siempre en complicidad con bandas paramilitares, asesinaron a más de 6000 personas: civiles, indefensos, que no tenían relación alguna con grupos armados.
Una vez cometidos esos homicidios, los criminales vestían los cadáveres con prendas militares, botas de caucho y ponían armas cerca de sus cuerpos, como si esas personas hubieran combatido. Creaban, así, una escena con base en la cual presentaban a los asesinados, como “bajas en combate”.
Por cada muerto que mostraban, se les asignaban puntos positivos, felicitaciones, distinciones, medallas y/o ascensos a quienes ejecutaron el respectivo crimen y a sus jefes. Lo mismo pasó con las guarniciones a las que ellos pertenecían.
Fue tal la prisa por reclamar los positivos (premios) que algunos cadáveres aparecían con dos botas del mismo pie, como si tuvieran dos izquierdos o dos derechos. Las botas de los asesinados se convirtieron en el símbolo de la injusticia, del horror y del dolor de los familiares sobrevivientes
Madres de esas víctimas han dedicado buena parte de sus vidas a buscar la verdad y a presentarla ante el mundo para reivindicar el honor de sus familiares muertos y para que se sepa, a ciencia cierta, que estos crímenes fueron cometidos en desarrollo de una política de Estado. Ellas se juntaron y crearon la Asociación de Madres de Falsos Positivos (MAFAPO).
A finales del año pasado, esa organización invitó a la poeta Lore Otálvaro a acompañar el acto simbólico “Con las Botas Puestas”. Algunos de sus versos, efectivamente, acompañaron y complementaron las fotografías con las que esas madres rinden tributo a la memoria de sus hijos asesinados.
El Quinto comparte hoy el poema que Lore escribió, especialmente, para ese evento. Durante el desarrollo del mismo, las madres se enterraron para comunicar que su dolor sigue vivo y que podremos construir un futuro sin esas injusticias, si somos capaces de recordar y contar cómo el mismo Estado (bajo un gobierno que tiene nombres propios) asesinó a sus hijos.
MADRES TIERRA
1
Tendidas sobre la piel del mundo,
sus cabellos echan raíces.
Grita la tristeza.
Sus pieles, llenas de luto,
buscan en el suelo la paz de lo infinito.
2
En un costado del tiempo,
con sus espaldas marcadas por el amor perdido,
ofrecen su dolor como semilla,
donde la tierra guarda un lamento.
3
Ellas, madres del barro y del viento,
Acarician con el alma rota lo que les fue robado.
En la profundidad de su descanso,
con tinta de sangre escriben la dignidad
Que aún palidece en las lágrimas de sus ojos.
4
El polvo cubre la ausencia.
Sus memorias nombran a cada uno de sus hijos.
Su dolor lucha por ser escuchado;
La injusticia se instala en sus vidas.
5
Entre sus manos temblorosas,
Una hoguera apagada.
En sus pechos, un cráter sin final
Un susurro de esperanza escondido.
6
Ojos cansados, con un dolor a cuestas,
Y el reloj roto,
con el tiempo suspendido.
Sin horas, las mismas que acarician la ausencia.
7
Sus pieles, sumergidas en cada lamento,
El sentir que aún las abraza.
Las manos ya no sostenidas
Y el calor de las sonrisas que ahora
Extienden un eco doloroso.
8
La tristeza es un abono duro y denso.
Lágrimas que siguen cayendo como lluvias tardías.
Siembran historias que no morirán.
Para germinar la esperanza
Que sigue escapándose en el atardecer de sus miradas.
9
Guardianas de la melancolía,
Madres de la ausencia,
Un cuerpo cansado y abandonado,
Un nombre tatuado en la piel.
10
Ellas entierran su carne,
Abandonan su cuerpo en el polvo,
Lloran un río sin cauce
Por el hijo que nunca dijo adiós.
11
El aire pasa junto con la culpa.
Las promesas se rompen;
Se oculta tras una sonrisa invertida.
12
Pies que buscan libertad.
Más en su vientre se anida la ilusión.
La alegría de cada gesto
Se tilda de tardío.
13
Este canto sordo,
Estas madres dolientes,
Este lenguaje sin palabras,
Se hacen santuarios vivos de amor.
14
Con cada pedazo de tierra,
Con las hojas que cargan ausencias,
Se pide justicia, se escuchan plegarias,
Se alza la voz.
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