Beatriz Vanegas Athías
Escritora, profesora y editora
•
1
He sido maestra de lectura y escritura toda mi vida. En mi oficio ha existido siempre un lugar común: “a los estudiantes no les gusta leer, menos escribir”. Esto es así tal vez al principio de nuestros encuentros, pero cuando la relación avanza y más, cuando ellos crecen y se van de mi lado, se transforman, no todos, claro, digamos que un 30%, en compradores y lectores de libros. Ese treinta por ciento, como en Los justos, el poema de Borges, sostiene mi labor, sostiene mi mundo. Entonces, viene otra camada y una insiste y lee poemas, cuentos, crónicas, ensayos, novelas con ellos. Comete errores en esa práctica, muchos errores. Pero insiste porque es todo un sistema en contra de la lectura en el que nos movemos y ayuda desistir. Insiste porque cree que la ilustración es la salida para un país tan fanático por lo mal educado. No tiene muchas ayudas y si muchos adversarios. Sé, ellas, ellos lo saben que no deseo que “piensen como”: leemos para afinar la imaginación y la argumentación, para respetar el silencio y la palabra que no vaya a herir al semejante, al animal, a la montaña, al cuerpo de agua. Todo está en contra, como maestra solo cuento con los libros, la imaginación, mi creatividad y mi convicción.
2
No se lee poesía en Colombia, se difunde el cliché, pero pululan malos libros que se dicen de poemas porque su superestructura es el verso. Ahora la moda es crear una editorial (dizque independiente) para autopublicarse: la tala de árbol por estas infamias debe haberse disparado. Las editoriales pulpos sólo publican narrativa y poesía de autores blancos, del centro colombiano, con lobby y consagrados. Pero una insiste en escribir poesía porque sabe que si no lo hace la propia vida no tiene sentido ni dirección. No se dimensionan la cantidad de lectores que una va ganando y escribe, con todo en contra, pero escribe poesía porque la imaginación, porque la convicción, porque la dignidad.
3
Dignidad es decoro, respetabilidad, responsabilidad; su opuesto es la vileza. Colombia viene de una profunda tradición de gobernantes viles (alianzas con mafiosos, con paramilitares, masacres, Escombreras, falsos positivos, pobreza extrema). La vileza es entronizada aquí. Tal vez por eso, porque como dice el poeta Roca el indicado para que le erijan una estatua es el asesino, hablar de dignidad entonces resulta una afrenta.
Al muy comentado y vilipendiado texto que escribió el presidente Gustavo Petro en X a raíz de la decisión del presidente de Estados Unidos de deportar como criminales a colombianos, tal vez le faltó mesura que es una consecuencia del decoro. Pero nombró y actúo en dignidad. Con tantos centristas, fascistas y pobres que se creen ricos en contra, el presidente Petro habló de humanidad y dignidad, con la desmesura de su verbo, es cierto, pero ello es lo inédito y loable del asunto.
En la entrevista que el periodista Félix de Bedout le hizo al presidente Petro vimos y oímos al gobernante por el que voté: con las convicciones y la seguridad de que no vamos a escuchar las mismas sandeces llamadas tradicionalmente relaciones diplomáticas.
4
Acostumbrados a venerar al jefe, al hombre, al bogotano, al gringo, al español, al extranjero en general, al idioma inglés (necesario, pero no vital) acostumbrados desde una minoría de edad a ser un mero lacayo, un peón, que paga con su propia sangre la destrucción de su territorio (recordemos el Plan Colombia, o la pauperizada economía colombiana en virtud de los Tratados de Libre Comercio o las bases militares que Uribe permitió asentarse en el país para congraciarse con Bush), la actuación del presidente sentó un precedente, éste sí histórico de dignidad. El trino de la humanidad fue como poner en la agenda de gobierno el derecho a la eutanasia o al matrimonio entre homosexuales, sólo decirlo nos hace dignos y humaniza a los colombianos deportados.
Otro gallo cantaría si hubiera un equilibrio de información que evitara que el presidente usara menos las redes sociales. Por ahora, como dice el popular meme, se tenía que decir y se dijo. Los ataques provienen de algo así como ese soplo sobre el oído que es el murmullo infestado del que hablaba Shakespeare, por parte de una prensa que bien se porta como los estudiantes modositos y serviles que alaban al profesor autoritario y cruel, pero nunca estarán del lado del compañero que se atreve a decir lo que todos padecen, además de proponer soluciones.
Deja una respuesta