SOMOS UN RÍO

Licenciada en filosofía e idiomas

«Desde las rutas del hambre

se fue ensanchando el camino

fueron naciendo los cauces

y desde allí compartimos

un mismo río de sangre …»

 

El Río Fonce, antes río Monchuelo, con su cuenca (11 subcuencas y 100 quebradas) da vida hoy a un territorio de 12 municipios (Curití, Socorro, Ocamonte, Pinchote, Coromoro, Charalá, Encino, Mogotes, Páramo, Valle de San José, Cabrera y San Gil) y más de 150.000 ciudadanos, la mayoría, campesinos. Todos ellos, territorio, río y comunidades, constituimos una unidad. Somos un río: el Fonce ha determinado nuestra identidad en el pasado, en el presente y la determinará en el futuro. 

«somos un río, un largo río de ríos…» 

En el pasado fuimos uno con el pueblo Guane. Enhebrados por los ríos Monchuelo, Saravita (hoy Suárez) y Chicamocha. Compartimos una geografía variada y extensa, que incluía las actuales provincias de Guanentá, Comunera, de Vélez y parte de Soto (la mesa de los Santos).

Este «largo río de ríos» que es el Fonce, sustenta varios ecosistemas que se integran en uno solo y constituye nuestro patrimonio ambiental: la zona de bosque tropical seco premontano de tierras secas y cálidas (Cabrera, Barichara, Guane, Villanueva, San Gil, Pinchote, los Santos), la zona de bosque húmedo premontano (Aratoca, Curití, Socorro, Zapatoca) y la de bosque húmedo montano (Mogotes, Charalá, Ocamonte, San Joaquín).

La diversidad ecosistémica nos permitió, desde un principio, una gastronomía diversa, autosuficiencia alimentaria y excedentes para comercializar. 

          «… cuando partieron las naves  

          en la humedad del rocío  

          el mundo no era de nadie  

          y desde entonces sentimos  

          el mismo río de sangre…» 

Nuestros ancestros desarrollaron una cultura basada en la agricultura, la tejeduría del algodón y fique y el comercio de trueque con pueblos vecinos (con muiscas en el mercado de Sorocotá, actual Vélez, y con yariguíes, laches, chitareros en el Río de Oro). De ellos se recibía, a cambio, sal, oro y conchas para preparar el hayo. Todo lo demás, teníamos. Esas actividades aún subsisten, excepto la tejeduría que está a punto de desaparecer. Actualmente el mercado de la Provincia es en San Gil, de donde se lleva a Bucaramanga y Bogotá. 

        » … desde el comienzo del aire  

          en el temblor del racimo  

          en la ilusión de los bailes  

          y desde allí compartimos  

          un mismo río de sangre…» 

 

El ser agricultores, artesanos y comerciantes nos marcó desde un principio un carácter laborioso, sociable e independiente. 

El territorio o espacio apropiado por los Guanes aseguró su reproducción como grupo social y la satisfacción de sus necesidades rituales, materiales, simbólicas y la construcción de una cultura que permitiría a los españoles introducir su conquista y colonización desde el Caribe hasta el altiplano cundi-boyacense. 

Los puentes guanes, «tarabitas» o «cabuyas», hechos con lazos de fique trenzado y sus trochas o caminos con los que manejaron su territorio y el comercio, a la llegada de los españoles fueron rediseñados y ampliados para mulas y caballos y se cobraron impuestos para transitarlos (pontazgo) y para transportar mercancías (alcabala y almojarifazgo), hasta cuando la resistencia de estos mismos pueblos comuneros —ya mestizos— derrotaron al imperio español en la gesta comunera. 

«… cuando la miel se hizo enjambre  

          y en un lugar escondido  

          abrieron vuelo las aves  

          y desde entonces sentimos  

          el mismo río de sangre…» 

 

Puentes, caminos que conectaban a todas partes, más una posición estratégica, el eje vial de la troncal oriental, un comercio próspero, buena gastronomía, buen clima, bello paisaje, gente acogedora y oficiosa fueron condiciones, en el siglo XX, para crear empresas de transporte terrestre de pasajeros y mercancías (Copetrán, Berlinas, del Fonce, Brasilia, Omega, Cotrasangil y Cotrafonce), además de la industria metalmecánica para dar mantenimiento al parque vehicular nacional. 

Pero también el Río Fonce permitió que, en el siglo pasado, San Gil y la región fuesen de las primeras en Colombia en tener energía eléctrica (1953). Su pequeña central hidroeléctrica (PCH) «La Cascada» (que ya no es nuestra) hace posible que EPM, junto con la PCH «Palmas» del río Lebrija, suministren electricidad a los departamentos de Santander, Norte de Santander, Boyacá, Cesar y Bolívar. 

«… en ese río el abrazo  

          la eterna complicidad  

          ver en el otro el espejo  

          donde te puedes mirar  

          en ese río el abrazo  

          y en el recuerdo del mar  

          ver en el otro el reflejo  

          suma de la eternidad…» 

 

Luego, el río y su ecosistema nos trajeron la opción del turismo, que por casi 30 años complementó la economía de siempre y demostró que todas las riquezas que poseíamos gracias a ese río eran hermosas y de interés para otros. Pero, la contaminación hizo su trabajo y ahora no solo el turismo decae, la industria agoniza, todo lo que hemos construido gracias al río amenaza ruina. 

El gran asentamiento humano de largo recorrido, de riqueza histórica y cultural, el tejido social conectado a un territorio en el que construimos nuestro modo particular de ser, de hablar, de comer, de hacer música, pintura, arquitectura, de ocupar nuestro espacio diario, de construir intercambios socioeconómicos, de asumir nuestras prácticas religiosas, ideológicas, políticas, la salud, la vida misma de este gran cuerpo que es uno con el río, está en riesgo. 

Si bien una región se construye colectivamente, la calidad de los líderes es muy importante. Su visión, manera de actuar, habilidades, preparación, determinarán que sea posible descontaminar el río, restituirle su función de eje articulador de los sueños y realidades de la comunidad que lo habita hoy y para los que vendrán. 

      «… Somos un río, somos un río, un largo río de ríos… «

El título y las citas que se hacen en este artículo, hacen parte de la canción Somos Un Rio, escrita por Pedro Guerra, musicalizada por Víctor Manuel e interpretada por este y Ana Belén

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