Celebramos la biodiversidad, negamos la diversidad
¿De qué nos sirve presumir que tenemos más de 1.900 especies de aves si la mayoría no sabríamos reconocer ni tres de ellas? ¿De qué sirve que hablemos con orgullo de nuestros dos océanos y cientos de ríos si seguimos contaminándolos y desperdiciando su agua como si fuera inagotable? ¿Cómo es posible que seamos defensores de la diversidad natural y, al mismo tiempo, enemigos de la diversidad cultural?
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