Cómo nos conquistaron sin disparar un tiro, y cómo seguimos aplaudiendo al que nos borra, mientras ignoramos al que nos parió.

La verdadera conquista no fue territorial. Fue simbólica.
Nos quitaron la idea de imperio, nos hicieron odiar nuestra tradición.
Y lo más eficaz: ya no hay necesidad de opresión cuando el oprimido cree que ha elegido su lugar.