Oriana González Rodríguez
Escritora y editora
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El primero de mayo se celebra el Día Internacional del Trabajo y, este año, el Día Mundial de la Salud Mental Materna, que se conmemora cada primer miércoles del mes de mayo, aun cuando no se ha convertido en un «Día Internacional» oficial de la ONU. El lema elegido para este día es el de Juntos somos más fuertes, cuyo objetivo es sensibilizar a la sociedad para reconocer la gravedad de los problemas de salud mental perinatal y la importancia de tener acceso a una atención sanitaria, de esta índole, para las madres y sus familias. Esto se debe, principalmente, a que la experiencia de las mujeres al ser madres, está atravesada por la carga mental y la fatiga físico-emocional de la crianza, sumada a la exigente vida profesional y sus demandantes horarios laborales, combinados con el trabajo doméstico que también ellas asumen por economía y estereotipos de géneros.
Pero, ¿Qué significa visibilizar las experiencias que atraviesan las mujeres por el hecho de serlo? Podemos empezar por entender lo que la escritora francesa Flora Tristán denunció en el siglo XIX: “Hay alguien todavía más oprimido que el obrero, y es la mujer del obrero”, y esto hace hincapié en las desigualdades económicas, las jornadas extenuantes con horas extras no remuneradas, las pocas oportunidades de las mujeres para acceder a cargos directivos o las reducidas ofertas laborales con condiciones dignas para maternar.
En el caso de Colombia, se ha creado la Ley 1257 con perspectiva de género, para que las empresas impulsen la contratación con dignas condiciones a mujeres madres cabezas de familia o sobrevivientes de violencias basadas en género (VBG), entre otras; cuyo beneficio les representa alivios tributarios como por ejemplo: podrán deducir el 200 por ciento del valor de los salarios y prestaciones sociales pagados durante el periodo gravable correspondiente, a contratar a mujeres víctimas de VBG (Ley 1257, 2008, art.23). En el gobierno actual, se creó un Ministerio de Igualdad y Equidad, cuya función principal es ejecutar políticas de Gobierno para hacer real y efectiva la paridad de derechos entre mujeres y hombres, y, la prevención y erradicación de cualquier forma de violencia machista y discriminatoria -esto, no solamente hablamos del ámbito público, sino también, del privado, en el que ocurren otro tipo de opresiones- aun así, las mujeres siguen asumiendo la peor parte de explotación en el sistema, al invisibilizarse la importancia que tiene su rol de madres y cuidadoras.
Aun cuando la sociedad y las políticas públicas se han volcado en un esfuerzo mancomunado, el 25 % de las embarazadas experimentan algún tipo de malestar de carácter psíquico y, una de cada cinco madres, padece algún tipo de trastorno de salud mental durante el embarazo y el primer año de crianza. Estas cifras demuestran la necesidad urgente de abordar esta problemática como un tema principal de las agendas feministas y los gobiernos de turno. A nivel mundial, esto ya es considerado un importante desafío de salud pública, así, como lo describe la Organización Mundial de la Salud – OMS, en su “Informe mundial de la salud mental: transformando la salud mental para todos”.
La situación se pone peor cuando las mujeres deben asumir toda la carga de crianza, debido a que el sistema productivo capitalista está pensado para nunca parar de producir, para generar más riqueza; esto conlleva a que muchas se vean obligadas a renunciar a su vida profesional para dedicarse a su nuevo rol de madres y que sea el hombre quien trabaje y asuma la mayor carga económica, lo que la pondría en condiciones de dependencia y desigualdad. O, de otra manera, dejar el cuidado de su hijo en otra persona para poder producir, con el objetivo de encontrar el equilibrio económico para su núcleo familiar, que por consiguiente, puede generar conflictos emocionales tanto en el menor como en ella. Además, en Colombia, hasta el momento, los padres sólo cuentan con 15 días de licencia de paternidad, sin que haya un aumento de su periodo y pueda ser compartido con sus parejas como suele pasar en otros países, donde la licencia de maternidad y paternidad puede sumar, incluso, un año y pueden alternar los roles de cuidado y hacer que la tarea de criar sea más equitativa y esté remunerada por el Estado.
Sin embargo, el peso de los cuidados sigue recayendo sobre las mujeres a nivel global y, a su vez, estas tareas son poco valoradas socialmente. Las dobles jornadas de cuidado, lo laboral-doméstico, la cultura machista y la sobre exigencia a las madres, generan un impacto directo en la calidad de vida y, en consecuencia, en la salud mental. Las mujeres pueden caer en estados depresivos y no identificarlos por el estigma social que representan las enfermedades mentales; y, también, por la falsa propaganda patriarcal que nos vende la maternidad como todo amor, flores y belleza, pasando por alto las extenuantes jornadas de mal dormir, el agotamiento físico, el desgaste emocional en el postparto, los desequilibrios hormonales en el puerperio, la energía extra en la lactancia, y, cuando se superan estas etapas, entonces viene, la situación de criar a hijos en un entorno de familias cada vez más reducidas y unas redes de apoyo menores, lo que terminan siendo la gota que rebasa la copa.
Sumado a todo lo anterior, viene la maternofobia, con sus juzgamientos por parte de la sociedad de aquellas mujeres que hablan de todas estas cargas extras, que deben combinar con los retos que trae esta nueva etapa en todos los niveles de su vida; además de aceptar que hay un constante mensaje de “empoderamiento”, donde se supone que las mujeres pueden con todo, y, aún más las madres, pero no. Una trampa patriarcal más, de la distorsión de la liberación de las mujeres y sus roles estereotipados socialmente.
En conclusión, el Día Mundial de la Salud Mental Materna es la ocasión necesaria para reflexionar sobre la importancia de apoyar la salud mental de las madres desde una mirada feminista, donde se prioricen los contextos con vulnerabilidades añadidas, como conflictos armados, pobreza, adicciones, VGB, entre otros, entiendo siempre que, aunque cada maternidad es única e irrepetible, el rol que asumimos las mujeres como madres trae implícitas todas estas cargas y trabajo extra; de modo que visibilizar esta problemática de la salud mental, también es entender cuáles son las causas que pueden generarla. Así como también poner sobre la mesa una exigencia de hace más de cincuenta años: el trabajo doméstico debe ser remunerado con todas las prestaciones de ley, porque es el trabajo más importante que sostiene el mundo, el capitalismo y se hace cada 24 horas, los siete días de la semana, sin descanso, ni vacaciones.
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