
Víctor Solano Franco
Comunicador social y periodista
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Este sábado, como todos los 22 de marzo, con el pretexto del Día Mundial del Agua, nuevamente volveremos a escuchar, ver y leer la importancia del “preciado líquido”, pero la gran pregunta es: ¿realmente estamos actuando en consecuencia? Nuestro planeta azul alberga una cantidad de agua que no ha cambiado en los últimos dos mil millones de años, pero de toda esa vasta extensión, solo el 2,5% es agua dulce. Si se tiene en cuenta que el 90% de esta se encuentra en la Antártida, la sensación de abundancia se disipa rápidamente. Peor aún, tan solo el 0,025% es potable.
A pesar de su escasez, tratamos el agua como si fuera un bien inagotable. En Colombia que tiene aproximadamente el 5% del total del agua dulce, la reducción de los glaciares en un 56% en los últimos 30 años es una señal de alarma, y sin embargo, seguimos desperdiciando un 43% del agua producida en el país, una cifra muy por encima del nivel aceptable mundialmente.
Los datos son claros: el sector primario, que incluye agricultura, piscicultura, ganadería y minería, consume más del 62,3% del agua disponible, seguido por el sector secundario (hidroenergía, hidrocarburos, industria y construcción) con el 28,2%. Los hogares y oficinas, que muchas veces son señalados por derroches cotidianos, representan apenas el 9,5% del consumo total. Sin embargo, la responsabilidad de una gestión eficiente del agua recae en todos los sectores, en todos nosotros.
La falta de acceso a agua potable afecta a más del 40% de la población mundial, y cada día, cerca de mil niños mueren por enfermedades relacionadas con la contaminación del agua. Esto nos obliga a preguntarnos si estamos haciendo lo suficiente para preservar el recurso más esencial para la vida.
La solución no solo pasa por evitar el derroche en los hogares con acciones como cerrar la llave al cepillarse los dientes o reparar fugas; también exige un compromiso serio por parte de las industrias y el agro para hacer un uso más eficiente del agua y evitar su contaminación. Sin una administración responsable, el agua dulce que aún tenemos podría volverse un privilegio de pocos y no un derecho universal. Ahora bien, es allí donde la inteligencia artificial puede servir no solamente para hacer deep fakes y memes, sino para diseñar mejor los ciclos de riego y con la ayuda de drones, hacer cultura de precisión para ahorrar grandes cantidades de agua, por ejemplo.
El Día Mundial del Agua debería servir no solo para generar conciencia, sino para transformar nuestra relación con este recurso. No basta con conmemorarlo; es momento de tomar medidas reales antes de que la escasez nos obligue a hacerlo.
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