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Desde el comienzo del actual proceso de dialogo entre el Estado y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), algunas personas han dicho que esa organización ha perdido la motivación política y se ha convertido en una organización con fines de lucro.
Otras, sobre todo periodistas y analistas políticas vinculadas a las grandes empresas de comunicación o a la Oficina del Alto Comisionado para la Paz, cuando escriben sobre las dificultades que ocurren en la mesa de dialogo, parecen darle órdenes a esa guerrilla. Como si, de verdad, el ELN careciera de planteamientos políticos y estuviera esperando que le “dieran línea” desde afuera de sus filas.
Por su parte, el periodismo considerado independiente y alternativo ha centrado sus preocupaciones en saber si las partes que hoy dialogan lo hacen con miras a firmar la paz y a construirla en la vida cotidiana o si, por el contrario, hablan de paz mientras se fortalecen para seguir la guerra. Las mayores dudas recaen, por supuesto, en el ELN.
Nuestro trabajo periodístico en El Quinto no intenta aprobar, descalificar o influir (se sabe que infructuosamente) en las decisiones que toma la insurgencia. Busca entender las múltiples relaciones de causas y efectos que tienen los fenómenos sociales. El conflicto armado interno que vive nuestro país es uno de ellos: multicausal, de larga duración y con afectaciones en todas las esferas de la vida nacional.
Ese conflicto ha sido, al mismo tiempo, producto y reproductor de una cultura en la que conviven –o mal viven en una misma sociedad– una larga historia de violencia política y un esfuerzo denodado y permanente por construir una sociedad que ejerza la política sin armas; el afán de lucro a cualquier costo y el altruismo extremo; los liderazgos construidos para domar el país y uniformar ideológicamente a sus gentes y los que son –sobre todo– voceros del querer de alguna comunidad o de un sector social.
Entendiendo esa característica de la confrontación armada que hoy ocurre en Colombia, decidimos entrevistar a Antonio García, primer comandante del ELN.
Puesto que otros medios ya han publicado las opiniones que nuestro entrevistado tiene sobre el proceso de diálogo y paz hoy en curso y han señalado las que podrían llamarse sus “muchas virtudes o sus terribles maldades”, eso no nos interesa. Tampoco, calificar de aciertos o errores sus planteamientos o los de la guerrilla que, junto a otras personas, dirige
Nos interesa saber cómo percibe la historia y el protagonismo que él (y las personas que hacen parte de ese grupo insurgente) tienen en el conflicto armado cuyas características ya mencionamos.
Nos interesa que las personas que nos leen puedan hacerse una idea acerca de las motivaciones que animan a las y los elenos a continuar alzados en armas y sobre los proyectos que tienen para el país.
Así, podremos evaluar si, con este interlocutor, el Estado colombiano puede y debe firmar un acuerdo de paz. Si es esperable que a la gente elena le interese hacer la paz y cómo sería la paz con la gente elena… Y cómo sería la gente elena con la paz.
Miremos a ver. Bien puedan, sigan y lean y nos dejan su opinión, si a bien lo tienen.
ElQuinto
Del ELN se ha dicho que pretendió ser un foco revolucionario, una vanguardia revolucionaria o una fuerza armada de la resistencia. ¿Cómo definiría usted hoy al ELN? ¿Cuáles son las características más relevantes de dicha organización?
Antonio García
El ELN nació en los tiempos en los que el foco guerrillero era una de las prácticas de lucha que derivaron hacia una interpretación de la experiencia guerrillera cubana y se habló de «foquismo» como una desviación. Mucho se dijo acerca del tema y su mismo impulsor, Regis Debray, en Revolución dentro de la revolución (1967), luego, trataría de rectificar en su libro La crítica de las armas (1975).
El ELN no nació como un «foco», sino de un trabajo político-organizativo previo en el territorio y con apoyos políticos y organizativos urbanos. El ELN, en los primeros dos años de su nacimiento, fue la síntesis o unidad profunda de esa guerrilla naciente y el proyecto político de Camilo Torres Restrepo, quien era un líder y dirigente popular de carácter nacional. Camilo hizo un compromiso con su pueblo, con Colombia, y el ELN es heredero de ese compromiso y debemos cumplirle al pueblo, es nuestra misión.
El ELN es una organización nacida de los líderes sociales y se funde con experiencias guerrilleras que habían sido traicionadas y que quieren continuar la lucha. El ELN recibió una misión de las organizaciones sociales perseguidas y acude al legítimo derecho de los pueblos de alzarse en armas. No es un invento de unas cuantas personas.
El ELN es una organización político-militar que fue evolucionando a una organización con una amplia base de masas, una fuerza política y social, una estructura que, en lo militar cuenta con una Fuerza de Operaciones y una Fuerza Guerrillera Territorial. En su integralidad, es una organización democrática con una estructura de Mando Nacional y Regional, jerarquizada y centralizada.
De acuerdo con lo que usted ha dicho, ¿cuáles son los cambios más importantes que ha tenido el ELN en los últimos diez años en materia de planteamientos estratégicos y programáticos?
En los últimos diez años, el ELN hizo un desarrollo importante en el orden estratégico poniéndose a tono con las realidades urbanas, con los nuevos sujetos de las luchas y sus motivaciones, más a tono con lo acontecido en los últimos cinco años, que se condensaron en los estallidos sociales.
La creación y reestructuración de las fuerzas que anoté en la pregunta anterior hacen parte de ese ajuste estratégico, así como, también, de su especialización y la de sus estructuras, que tocan también el área militar.
¿Qué peso han tenido en los cambios sufridos en el ELN en la última década los diálogos de paz adelantados con varios gobiernos?
Hemos conocido sus estrategias y técnicas de negociación, pero, lo sustancial es que el Estado busca «una pacificación», que la vende como «negociación de paz» y está convencido de que así debe ser y trata de lograr por esa vía una «claudicación». Esa ha sido la constante de los gobiernos en Colombia. Piensan que si niegan el carácter político-social del alzamiento armado, la guerrilla revolucionaria debe aceptarles dichas categorías y someterse a ellas. A eso obedece el invento de los [Grupos Armados Organizados] GAO, para negar el carácter político-social del alzamiento armado. Por estas razones, siempre hemos dicho que, ni el Estado, ni los gobiernos en Colombia, están preparados para la paz; buscan, solamente, una claudicación, pero, jamás, que cambien las circunstancias que originaron el alzamiento armado. Es normal escuchar que hay que llevar totalmente debilitada y golpeada a la guerrilla a una mesa de diálogos para que acepte lo que ellos dicen.
Eso significa que, para ellos, «la pacificación» llega como producto de un triunfo militar o, al menos, casi a punto de lograrse; no es un acto sincero de paz, en el que se trata de trabajar por cambiar las circunstancias que produjeron el alzamiento armado y en el que los gobiernos ganen la voluntad de la insurgencia con cambios reales en la vida política y social de las gentes. ¿Cómo creer en un gobierno que sigue sin reconocer la existencia de presos políticos y los mantienen como rehenes? ¿Cómo creer en un gobierno que despliega una estrategia contrainsurgente aliado con los paramilitares en medio de un acuerdo de cese el fuego? Es complejo, pero todos estos años nos han permitido conocer la naturaleza de las políticas de Estado, donde manda la inteligencia militar y poco el Ejecutivo.
Por eso el ELN se ha enfocado en la construcción de una visión de paz distinta a la aplicada por los gobiernos a las guerrillas desmovilizadas. En su visión, la realidad del país no cambió; para el ELN, la paz tiene que ver con las transformaciones de fondo que requiere Colombia para ser un país realmente democrático, con justicia social e incluyente.
Y, viceversa, ¿cómo cree usted que las conversaciones han afectado al Estado o a los diferentes gobiernos con los que ustedes han tenido diálogos de paz?
Casi todos los gobiernos, cuando iniciamos conversaciones, nos llegan con el cuento de «que el ELN es distinto, que es una organización con carácter social y político, que su fuerte es lo regional, etc., etc.». Pero, con el transcurrir de las conversaciones, todo llega al mismo punto: aplicar la pacificación. Luego usan la guerra mediática para decir que el «ELN no tiene un mando centralizado», que es «una federación», que «no tiene voluntad de paz». Ellos no se dan cuenta de que han pasado más de siete gobiernos y sigue la misma idea. Podemos revisar en la prensa y en publicaciones de sus respectivas épocas y la conclusión es que los gobiernos no aprenden y siguen repitiendo el mismo libreto. Es el libreto que la inteligencia militar le vende a cada gobierno. El actual no es la excepción.
¿Cuáles cree, usted, que son las principales fortalezas del ELN y cuáles son los retos más importantes que esta organización debe enfrentar en los próximos años?
Su principal fortaleza es la estructura de mando colectiva en su Dirección Nacional y en su Comando Central. Quienes están allí son cuadros nacionales que obedecen a unas políticas nacionales y son mandos en todo el territorio nacional. Igual acontece con los cuerpos de conducción de los Frentes de Guerra. Además, por encima de este cuerpo de conducción colectiva, están las políticas nacionales, que debemos cumplir todos los integrantes del ELN.
El reto más importante fue demostrar que el ELN no se acabaría en 2018 como lo tenían programado las Fuerzas Militares y como está escrito en sus planes. Luego, ha seguido la guerra contra las operaciones de inteligencia que hemos ido librando a lo largo de estos diez últimos años. Hacia adelante, el reto es lograr materializar los objetivos estratégicos de aportar en la transformación de Colombia, ojalá, con un acuerdo de paz en el que se plasmen las aspiraciones de la sociedad sobre la base del proceso de participación; si esto no se logra, seguiremos acompañando los esfuerzos de toda lucha social y política que haga posible esa Colombia para todos, que es otra forma de materializar los objetivos estratégicos.
¿Cuáles considera, usted, que serán las prioridades estratégicas y tácticas del ELN?
Las estratégicas consisten en lograr esas transformaciones de fondo para la vida de los colombianos, ojalá, por medio un acuerdo de paz. Las tácticas, alcanzar las alianzas sociales y políticas que hagan posible las reformas que el país necesita y que se consigan mediante un Acuerdo Nacional; si no es así, por la vía de la lucha y la movilización, como lo acontecido en los últimos años y más.
Varios teóricos afirman que hoy estamos en la sociedad de la información y que buena parte de ella se produce en los grandes medios y en las plataformas y redes sociales. ¿Qué papel desempeñan la producción y la difusión de información en el plan o en las prioridades estratégicas del ELN?
Es evidente que estamos ante un mundo dominado por la información y, por tanto, ella es un gran factor de poder, de dominación de las sociedades. Hoy se habla de la existencia de una “infocracia”, como una degeneración de la democracia. Desde luego, los grandes medios, empresas de la comunicación, que son instrumentos de la política de los grupos de poder, han entrado, también, a apoderarse con gran fuerza del control de la información y por tanto de la deformación de la esfera política.
El ELN incursiona en las redes sociales, en el campo de la democratización de la información como parte de la construcción de una verdad colectiva; se aparta de las fake news y de la manipulación de la realidad. Desde luego, esas acciones tienen cada día tiene una mayor importancia estratégica en la lucha, pues, la verdad, la objetividad sobre la lectura de la realidad es determinante para construir un mundo cierto, sociedades de futuro, de vida, con sentido colectivo y en libertad, para que, entre todas y todos, se construyan unas formas de organización sociopolíticas que superen el capitalismo.
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