La poesía tiene licencia para contarnos de los laberintos y pasadizos interiores de cada persona, llenos de amor, dudas, nostalgias y ganas de vivir. Así lo hace Patricia Bonilla. También puede contarnos de la calle, de los amores y las rabias colectivas que allí ocurren, tal como lo hacen los poemas de Camilo Jiménez.
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