La poesía tiene licencia para contarnos de los laberintos y pasadizos interiores de cada persona, llenos de amor, dudas, nostalgias y ganas de vivir. Así lo hace Patricia Bonilla. También puede contarnos de la calle, de los amores y las rabias colectivas que allí ocurren, tal como lo hacen los poemas de Camilo Jiménez.

Camilo Jiménez Camargo
Licenciado en Español, Magister en literatura, hace parte del CEPAZ-UPN (Centro de Educación
para la Paz, la Memoria y los Derechos Humanos de la Universidad Pedagógica Nacional). Educador e investigador popular en Derechos Humanos y Construcción de Paz.
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MAYO COLOMBIANO 2021
I.
… gemidos que son murmullos,
murmulladera que se vuelve gritos
aquí y allá
noche que no cesa…
pandemia, hambruna y genocidio
asuelan barriada y caserío
Hubo pestes de insomnios y de olvidos,
pero ahora el bochinche,
el llanto de jóvenes sin ojos
los golpes del encierro
mujeres asesinadas en sus casas
la muerte impuestando cuerpos puerta a puerta
nos sacaron a andar las carreteras
Avanzan de todas partes multitudes
todos los días de mayo
con sus noches
cacelorazos desde ventanas rotas por el odio oficial
gases, covid y estruendos
que asfixian bebés y ancianos en los cuartos
y derriban muchachos en las calles
responden en contravía
chirimías y cantos de protesta
escalando la atmósfera
y la rotación del mundo
juventudes que florecen con las lunas
memoria de arcanos comuneros que despierta
“¡ni un paso atrás y lo que ha de ser que sea!”
La minga ya es de todos, es camino y tarea:
“¡el pueblo no se rinde carajo!”
se extiende hasta el Catatumbo
desde Buenaventura ensangrentada;
la consigna planta la Vida, la valentía, la esperanza
y también la paradoja:
“¡A PARAR PARA AVANZAR!”
canta la compañera
y todos contestamos:
“¡VIVA EL PARO NACIONAL!”
Arriba sobre la copa de los árboles
vuela y danza
la hermosa negra Angélica
asida a telas del viento y de colores
Entre tanto…
ojos cerrados
huelen el anochecer de su crepúsculo
de sangre, orines y petróleo.
Nerón enciende un fósforo bajo la lluvia.
II.
Tampalkuarimera florecidos
bumerán de la memoria
decapitan estatuas de héroes falsos
En el Cerro del Morro
se viene de bruces el corcel y su jinete
¡Se ha hecho justicia a un anticestro!
En la primera línea de la historia
los hijos del siglo de las incertidumbres
se paran duro frente al destino
Un helicóptero de guerra invade
el colegio Claretiano de Bosa
para surtir de municiones
a los asesinos de las juventudes populares
que los han corretiado
desde el Portal de la Resistencia
hasta más arriba de Banderas
III.
La “mascotica” de la Tropa Brava
se sale del libro de cuentos de Andrecito,
-aquel caleño que decidió matarse
antes que ser adulto-
Se atraviesa nuevamente en las calles
de la historia por venir
y tira la primera piedra…
Esa rebeldía ancestral de las juventudes
sí tiene memoria,
su espacio-tiempo de experiencia
está al día
Es suyo desde Tlatelolco
hasta Puerto Resistencia.
Martín afirma en su entrevista con Víctor:
“uno es demasiado viejo
para seguir a la espera,
y demasiado joven
para resignarse…”
Oh, Cali de nuestro amor,
capital de la resistencia popular,
te escribo este homenaje.
Ojalá pueda abrazarte pronto.
La nevera también está que arde…

Patricia Bonilla Thorschmidt
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Ven
Manual del aire enamorado
Letras, llaves
apenas despiertan
la conciencia.
Podría ser nombre de oráculo
sigla de un dios menor
o una risa encriptada.
Sin embargo,
en su brevedad
una puerta se abre
unos velos se corren
se dice lo no dicho.
Todo por escribirse,
pero algunas letras,
escasas, inversas, breves,
ya lo sueñan contigo.
Me gustaría ser el aire que te habita
pero, siendo sincera, solo por ratos.
No por eso de la poesía —
sino porque no hay fila
ni turnos
ni explicaciones.
Ser el aire:
invisible,
libre,
necesario
y, con suerte, no estorboso.
Me encantaría flotar en tus pulmones
si prometes no llenarlos de humo,
ni discursos de medianoche
sobre cómo “el amor es complicado”.
No quiero ser la que se evapora
ni la que se queda a ventilar tus traumas.
Prefiero ventilar la habitación.
Y si alguna vez me respiras,
que sea sin darte cuenta.
Porque si tengo que rogar por un suspiro,
entonces mejor me convierto en piedra —
o en sarcasmo.
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