
Cristina E. Díaz
Eterna aprendiz de escritora y de todo aquello que caliente un poquito el corazón. Bachiller en Artes Dramáticas de la U.C.R. Fotógrafa. Estudiante de Producción Audiovisual y periodismo.
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Don Domingo
Un hombre,
Simplemente un hombre…
Con olor a tuquitos y colochos
De roble y pochote,
a cacería de garrobos,
caminatas soleadas,
sustos de ranas en la barriga,
y cuentos de la Mica y la Segua.
Un hombre,
Simplemente un hombre…
Con pasiones desbordadas
y mil ideas en la cabeza.
Con helados de palito.
Conchas de chicharrón.
Y una que otra borrachera.
Un hombre,
Simplemente un hombre,
Con arranques parecidos a los de
Dubespolo,
-¿Cuál Dubespolo?
-¡El que se manda solo!
Decía con una carcajada
que por Dios,
que deseaba que fuera eterna.
Un hombre, un hijo, un hermano,
un esposo, un tío, un amigo,
Un padre, un abuelo.
Simplemente un hombre…
Con sed de esperanza,
Amores y odios,
Muchos berrinches,
una sonrisa vaga,
y el orgullo
bien plantado en la madera!!!
Elsie
En tus ojos siempre vi mares azules…
Eso a pesar de lo marrón
de tu mirada.
También vi la Esperanza…
Esta danzaba en cada una de tus sonrisas,
era fácil observarla,
sentirla,
y guardar un poco para llevar a casa.
En tus ojos siempre vi mares azules…
Oleando chispeantes
mientras peces y caracolas
se mecían con calma.
Cuatro niñas jugaban con vos en la playa.
Sin duda alguna,
esas cuatro niñas guardaron en sus bolsillos,
un pedacito de tu alma.
Siempre me perdí
en cada una de tus palabras,
me daba orgullo escucharlas.
Aunque confieso
que muchas eran distintas a lo que yo
pensaba.
Una taza de café, té
y cualquier cosa para acompañarla.
Insisto,
No pensamos igual…
Pero que bonito se sentía tanta plática.
En tus ojos vi mares azules
Esos que ya no vuelven.
Pero ahora los veo en sueños:
Con un atardecer,
y a lo lejos,
una barquita con tu nombre,
y un letrero pintado a mano que dice:
“Esperá con calma,
yo también llevo en mi bolsillo
Un pedacito de tu alma,
que me acompaña
hasta que nos veamos de nuevo,
cuando volvás a casa”
Soy
Esa pampa anchurosa
que muchos sólo veneran
cada 25 de julio,
en medio de celebraciones
hasta el amanecer.
Soy ese árbol de Guanacaste
Que muchos confunden con
Con higuerones y matapalos.
Esos colores azul rojo, blanco y verde,
que adornan casas y comercios,
en ocasiones, al derecho y al revés.
Como si diera lo mismo
el cielo y el suelo.
Soy también olvido…
Hija, nieta y bisnieta de negras e indígenas,
despojadas y esclavizadas,
que nunca vieron la luz de la libertad.
De mujeres que hoy sólo quieren
Agua, estudio, casa y pan.
De alma chorotega
Libre y fuerte.
Que luchan por no perder su dignidad.
Soy parte de mis ancestras,
Esas que me susurran al oído
¡Que no deje de gritar!
No camino sola.
¡Ellas vienen detrás!
Soy parte de ese Guanacaste que
construyeron Doña Silvestra,
Enriqueta, Alcira y Luz Mery,
Mientras recorrían a pie y a caballo
Los caminos de Liberia, Cañas, Santa Ana, Garza, Quebrada Honda y Copal.
Porque Guanacaste tiene nombres de
mujeres tatuados en cada rincón de su
tierra.
Mujeres que nos regalan en sus manos
amorosas, tortillas, chicheme, rosquillas,
guisos y la cura de cualquier mal.
Mujeres sin miedo a danzar
Por el camino más oscuro que le tocase
cruzar.
Soy y somos:
De barro rojo, café y tierroso
Porque ser parte de la tierra
No está mal.
Somos Guanacaste
Con voces de mujeres.
Somos Guanacaste
Con manos de mujeres.
Somos Guanacaste
Con labios amorosos de mujer.
Que repiten por la noche una oración que
pide:
¡Que nos dejen construir!
¡Que nos dejen ser!
¡Que nos dejen en paz!
El Cuyeo
Camino sola por la vereda,
sin percatarme que el día terminó.
Estoy sola y perdida,
a oscuras.
Con el corazón que late,
las manos que sudan,
las pupilas dilatadas,
Y el cuerpo lleno de miedo!
El día terminó,
eso anuncia también
el sonido del cuyeo.
Es un sonido tenebroso.
Como el girasol
que pierde brillo
cuando está muriendo lento.
No entiendo de latitudes
A la ligera
tomo cualquier sendero.
Como barco encallado
en la playa desierta
me detengo.
Entonces aparece frente a mí
el dueño de mis miedos,
EL CUYEO.
Es pequeño, firme y atento.
Sin importarle lo que siento,
Avanza un poco.
Al ras del suelo,
y como dos metros.
Espera que lo siga.
No tengo de otra.
Lo sigo.
Así, igual con miedo.
Después de unos veinte minutos
eternos.
Veo de lejos mi casa,
y entonces comprendo.
Esto es lo que hace,
en la oscuridad de la noche,
marca el sendero del caminante perdido
Mi buen amigo,
mi nuevo mejor amigo.
EL CUYEO
Despedida
Las manecillas del reloj
avanzan,
cada vez
con más lentitud.
Hasta que ya no siguen más.
Creo firmemente,
que le ganamos al tiempo,
al destino
y a la Santísima Trinidad.
Pero claramente,
eso no es verdad.
Hicimos todo lo posible,
pero un nudo en la garganta
anuncia que ya te vas!
Levanté muros enormes,
sin embargo,
la puerta no retuvo el tiempo.
Ese que se te acaba
Aunque no querés dejar de respirar.
Aún es de noche
y tu cuerpo todavía quiere bailar.
Se apaga poco a poco.
A pesar de los planes de viajes,
encuentros y risas.
Que faltan…
Que todavía anhelás.
Ahora todo parece irse,
pero tu voz se rehúsa a callar.
Sos como un piano abandonado,
que a pesar de sus teclas rotas,
no deja de sonar.
Te juro que
aunque tu mirada también se apague,
me basta con la mía,
para mirar por las dos.
Todo eso que te falta por encontrar.
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