Miles de voces llenaron las calles de Bruselas para exigir el fin del genocidio en Gaza. Con banderas, pancartas y lágrimas contenidas, la capital belga se convirtió en escenario de una solidaridad que trasciende fronteras. Mientras los gobiernos guardan silencio o justifican la barbarie, la ciudadanía europea recuerda que la dignidad humana no tiene pasaporte. Gaza resiste, y el eco de su dolor retumba en el corazón de Europa.
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