
César Torres Cárdenas
Investigador, consultor y profesor
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Federico Gómez Lara, director de la revista Cambio, hijo del ex ministro y exprocurador Alfonso Gómez Méndez y de Patricia Lara Salive, periodista y co-propietaria de misma revista, entrevistó a Roy Barreras.
En la introducción de la entrevista, Gómez Lara señala que es la primera entrevista que el político concede, desde que regresó a Colombia proveniente de Londres, ese exilio dorado al que lo envió el Presidente Petro -como dijo más adelante el propio Barreras.
Lograr primeras entrevistas es una especialidad de esa revista: otra primera entrevista, por ejemplo, es la que Federico y Daniel Coronell le hicieron a Gustavo Petro ni bien se posesionó en la presidencia.
Es que muy pocos se resisten al poder de la revista en la que escriben, entre otros, el mismo Gómez Lara, su señora madre; Coronell, miembro y protegido de la comunidad y el lobby judíos; Santos Calderón, parte de una de las familias que más presidentes ha puesto en Colombia, y los Samper de toda la vida, ala. El mero poder.
Lo mismo ocurre con la otra revista: incluso quienes saben que los van a maltratar, a tergiversar y a ponerles palabras en la boca, concurren cuando los llaman a entrevista. Saben que les van a hacer preguntas maliciosas, que desaparecerán los documentos que entreguen si éstos no favorecen a las directivas de ese medio, a sus propietarios, familiares, cómplices, amigos o relacionados.
Así le pasó a Aida Merlano. Le dio, a la entonces directora de ese medio, todas las pruebas que relacionaban a empresarios y políticos barranquilleros con el trasteo y compra de votos por los que ella iba a ser acusada en sala judicial. Terminó con sus huesos en la cárcel, mientras los que la habían usado como medio para cometer los delitos, siguen tranquilos y campantes en sus puestos públicos y haciendo crecer sus empresas privadas mediante contratos con el estado local, departamental y nacional.
¿Pero, cómo resistirse al poder de un Gilinski y de un medio con casi 13 millones de seguidores? ¿Cómo decir no?
Claro, estas dos revistas gemelas no entrevistan a cualquiera. A menos que ese o esa cualquiera, estén relacionados, de algún modo, con otros poderes a los que Gómez y/o Gilinski y sus respectivas cortes periodísticas quieran favorecer o hacerle daño. O con alguna noticia, informe u opinión que les genere megusta, clicks y seguidores.
De manera pues que esas entrevistas son conversaciones entre poderosos.
Por eso, produce risa que el joven Federico termine la entrevista dando a entender que tuvo esa charla con Roy, como una forma de hacer el tipo de periodismo de investigación cuya intención es revelar lo que el poder quiere mantener oculto.
Si el propósito de esa entrevista hubiera sido hacer visible lo que el poder mantiene escondido, el entrevistado hubiera sido Federico Gómez Lara.
Barreras es un hombre que, como el mismo dice, sabe hacer algunas cosas para que el país no se descuaderne y llegue a extremos de violencia. Es un tejedor de acuerdos, tramitador eficiente de los mismos en el Congreso. Sabe con quién debe hablar de cada tema y cómo y dónde. Es, por eso mismo, cercano a algunos liderazgos políticos y empresariales.
Ese es su poder. Por eso lo entrevista el poderoso Gómez Lara.
Mientras tanto, las mujeres y hombres del público leemos esa entrevista, porque gozamos viendo cómo conversan y se tratan entre la gente poderosa. Para enterarnos del rumbo que tomará el país, a sabiendas de que ellos lo definen. Para sentirnos un poco cerca de ellos, parte de ellos.
Por eso mismo, hay gente que presume de ser igual a ellos y hablan como ellos, repiten lo que ellos dicen. Aunque lo que ellos dicen y hacen, vaya en contra de quien los imita.
Pero, mire usted: ahí está otro poder. El de quienes leen o escuchan lo que publican las revistas, las emisoras, los canales de televisión. El público, nosotras, podemos poner en duda lo que dicen, buscar otras versiones de los hechos, informarnos más y mejor y construir nuestra opinión. Ahora es más fácil porque la información se consigue en internet.
Se sabe que el poder corrompe y que el poder absoluto corrompe absolutamente. Si dejamos que la mayor parte del poder lo tengan ellos, seremos víctimas de su posible corrupción; si no ejercemos el poder que tenemos y les dejamos todo el poder, pueden ser absolutamente corrompidos.
Ya hay ejemplos de eso.
Políticos que se han unido a empresarios y a paramilitares para salir elegidos una y otra vez; líderes y liderazas que llegan al poder ejecutivo, al legislativo o al judicial en representación de bandas criminales. Periodistas que hacen vida en común con mafiosas/os o tienen lazos con familias de la mafia o del paramilitarismo; opinadores y pretendidos periodistas de investigación que elaboran informes para favorecer empresas que han promovido escuadrones de la muerte; comunicadores que hacen del oficio una forma de ocultar los delitos cometidos por sus parejas o sus familiares. Ustedes ya saben quienes son.
Podemos no seguir creyéndoles y, en cambio, construir nuestro relato. Ese es el poder del poder nuestro.
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