Roberto Kozulj
Economista, experto en energía y desarrollo.
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A pesar del continuo deterioro de las variables clave de la economía real, el gobierno de Javier Milei ha tenido, hasta ahora, una aparente credibilidad en una parte de la población, cuya magnitud es hoy imposible de conocer.
En general, los medios de comunicación atribuyen dicha confianza a que el proceso de inflación ha tendido a desacelerarse desde diciembre de 2023 a la fecha, tras la mega devaluación del peso argentino (118%) ocurrida 3 días después de la llegada de Milei a la presidencia de la República Argentina.
Pese a lo afirmado por los medios y a la supuesta confianza de la población en este gobierno, las cifras muestran una realidad muy diferente: mientras que la tasa anual promedio de la inflación de 2023 ha sido del orden del 8,2% mensual (160% anual), desde diciembre de 2023 a mayo de 2024 la inflación promedio se ha situado en el 13,7% mensual (116% en seis meses, con una proyección mínima del 178% anual para 2024).
La percepción de que se ha pasado de una tasa de inflación de más del 25% mensual en diciembre de 2023 (un mes donde 1/3 puede atribuirse a la “herencia del gobierno saliente” y 2/3 a las acciones del nuevo gobierno) al 4,2% en mayo de este año, es utilizada para anunciar el rotundo éxito de la receta de Milei y su equipo. Sin embargo las proyecciones económicas muestran que la inflación en todo 2024 superaría de lejos la inflación media del período 2020-2023 (80% anual o 5% mensual en 48 meses).
Esta supuesta desaceleración de la inflación sería “el resultado exitoso” de haber logrado un supuesto equilibrio fiscal cuya precariedad radica en que no contabiliza la enorme deuda que el Estado mantiene con los generadores eléctricos y el hecho de que ha incrementado deudas del Tesoro Nacional transfiriéndole pasivos del Banco Central, emitiendo deuda en dólares para financiar importaciones del sector privado, etc. Es decir, barriendo bajo la alfombra, exagerando al infinito el peligro de una hiperinflación y la maldad del socialismo que Milei ve hasta en el Club de Roma, el Vaticano, la socialdemocracia europea y toda persona con valores humanistas.
Detrás de esta situación, la cuestión de la fuga de capitales ocurrida en 2019 tras la toma de una gigantesca deuda (111 mil millones de dólares o 66% más que en 2015), -primero especulativa entre 2016 y 2018 y luego acrecentada por el acuerdo del préstamo Stand By otorgado de manera opaca por el FMI-aparece como un mero relato de la oposición y no como un hecho totalmente objetivo y trazable.
La deuda externa argentina creció en más de 110 mil millones de dólares entre finales de 2015 y 2018, y las reservas, que superaban los 78 mil millones de dólares con los desembolsos del FMI en abril de 2019, se esfumaron muy rápidamente en octubre de 2019.
El actual ministro de economía y el actual presidente del Banco Central de la República Argentina (BCRA), tenían causas judiciales abiertas, entre otras cosas, por el endeudamiento con el FMI, el ocultamiento de sus acciones en una sociedad offshore que manejaba fondos millonarios en las Islas Caimán, omisión maliciosa en la declaración jurada ante la oficina anticorrupción, negociaciones incompatibles con el ejercicio de la función pública, tráfico de influencias, delito de uso de información privilegiada, incumplimiento de los deberes de funcionario público y supuesto lavado de activos.
La condición para asumir sus nuevas funciones con el gobierno de Javier Milei fue “que cierren estas causas que lo investigan y ser sobreseído en todos los expedientes”[1]. Uno estaría tentado a pensar que poner una condición de tal tipo ya revela de por sí el carácter corrupto y subordinado del Poder Judicial al poder fáctico. Sobre todo, teniendo en cuenta que grandes fondos de inversión como Blackrock fueron de los cuales aportaron a este gran financiamiento especulativo ocurrido entre 2016 y 2018.
Lo curioso del “milagro” de Milei, es que rodeándose de figuras muy próximas a estafas bancarias, lavado de dinero del narcotráfico, negociaciones incompatibles con el ejercicio de la función pública, tráfico de influencias, uso indebido de información privilegiada, escándalos con su ministra de Capital Humano referido a presuntas irregularidades en los contratos celebrados con la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) para el reparto de alimentos para familias indigentes, pueda señalar como corruptos a los políticos de la oposición y una parte de la sociedad lo crea.
A su vez Milei ha logrado implantar un relato fantasioso respecto a que “Fue el socialismo aplicado durante los últimos cien años de historia argentina”, la causa del empobrecimiento. Para cualquier persona habituada a manejar cifras y a estudiar la historia económica y política de nuestro país, es fácil desmentirlo. En particular debido a que entre 1955 y 1982, 1990 a 2001 y 2016-2019 los ministros de economía y sus políticas fueron, en su mayoría, de clara orientación neoliberal y es bajo sus orientaciones que creció la pobreza en Argentina.
A lo sumo uno podría pensar que los únicos gobiernos populares, con una orientación más intervencionista del Estado -pero, de todas maneras muy alejados de cualquier parecido con el socialismo o el comunismo- han sido los electos ente 1945-1955, 1973, 2004-2015 y tal vez 2020-2023. Lo curioso es que, a la finalización de esos gobiernos- haya sido a sangre y fuego, o por cambios en los resultados electorales- los resultados en variables económicas tales como nivel de ocupación, nivel del salario medio, gasto público social, no eran para nada malos.
De hecho, la crítica que Milei y sus correligionarios en materia económica le hacen al populismo, se centra en que éste -supuestamente- hace promesas de cambio y ascenso social que sólo sirven para promover el descontento y la frustración.
Los remedios que proponen contra ese supuesto populismo, se pueden resumir en algunas de sus propias frases: “Sepan ustedes que esta gloriosa revolución se hizo para que, en este bendito país, el hijo del barrendero muera barrendero”, pronunciada por el General Rial en 1955, tras el derrocamiento del General Perón. La queja de González Fraga en 2016[2] al salir en defensa del gobierno de Macri, se refirió al hecho de que, desde el supuesto populismo “le hicieron creer a un empleado medio que podía comprarse celulares e irse al exterior”. De manera reciente y mucho más brutal, uno de los abanderados del movimiento libertario en la Argentina, el diputado nacional Bertie Benegas Lynch, se expresó contra la educación obligatoria y sentenció: “Puede pasar que no te podés dar el lujo de mandar a tu hijo al colegio porque lo necesitás en el taller”[3].
Por otra parte, el discurso del Mileinato en torno a las políticas supuestamente “empobrecedoras”, es una verdadera paradoja. Tanto que parece creado mediante un uso malicioso de la Inteligencia Artificial (IA) y puesto a circular por medio de las redes sociales, bots, desinformación y otros artificios creadores de una polarización social extrema.
Por más que intenten culpar del empobrecimiento a gobierno anteriores, lo cierto es que en estos seis primeros meses de gobierno se tiene que:
- El salario real promedio disminuyó en más de un 30% (diciembre- marzo).
- El índice de utilización de la capacidad industrial pasó de un nivel general de 68,9 en abril de 2023 a uno de 56,6 en abril de este año.
- El Banco Mundial acaba de corregir la estimación de la caída del PBI en 2024 de un 2,8% a un 3,5%.
- Durante el primer trimestre de 2024, la pobreza afectó al 55,5% de la población, mientras que la indigencia aumentó al 17,5%. Dice el Observatorio de la Deuda Social que: “En el primer trimestre de 2024, 24,9 millones de personas residentes en áreas urbanas del país habrían estado en situación de pobreza (por debajo de la Canasta Básica Total), entre las cuales, 7,8 millones de personas se encuentran en estado de pobreza extrema o indigencia (por debajo de la Canasta Básica Alimentaria)”. Como punto de contraste con estas cifras, se debe tener en cuenta que en el primer semestre de 2023 la pobreza alcanzaba el 40,1% y la indigencia el 9,3% según el INDEC.
La ventaja con la que corre el oficialismo es que anunció desde el día uno de su gobierno que su política del shock iba a desencadenar un estancamiento con inflación. En síntesis, el gobierno predica que esta dura medicina ha sido “el único medio para dejar de ser pobres” en un tiempo indefinido, ya que las promesas de futuro éxito se refieren a plazos de 20 a 35 años en un mundo por demás incierto.
Es que, frente al advenimiento de “un nuevo orden mundial”, tras este impase de desglobalización parcial, caracterizada por la abierta guerra comercial y de enfrentamientos entre distintos bloques geopolíticos, la idea de que la Argentina logre ocupar un destacable lugar en el mundo ha cobrado una particular forma bajo el actual gobierno y parte de la población pareciera creerlo o bien necesita hacerlo tras la erosión de la representatividad de la clase política actual.
Desde una mirada más realista, la Argentina carece de reservas y de entrada de capitales y en eso hay consenso, aunque no en la forma de resolver este problema.
La idea de Milei es convertir al país en un gran exportador de todo tipo de recursos naturales (forestales, agropecuarios, minero-energéticos), incentivar a que la Argentina sea receptáculo de fondos de inversión financiera no rastreable, provenientes de cualquier actividad sea o no lícita (una guarida fiscal) y convertir a la Argentina en un área de experimentación y entrenamiento de los sistemas de Inteligencia Artificial (IA) aprovechando la creciente regulación de esta actividad en Europa y los Estados Unidos. Es sabido que dicha regulación se debe precisamente a que la IA generativa entraña varios frentes peligrosos.[4] De hecho, a la fecha se sostiene que los programadores de algoritmos no pueden comprender la lógica con la cual los sistemas de IA generan resultados y toma de decisiones[5].
Milei, que ha logrado insertarse como figura central de la política nacional -y aspira a figurar como “personaje estrella” a nivel de la ultraderecha anarcocapitalista mundial- lo ha hecho en base al manejo de este tipo de tecnologías. También promueve en todos los aspectos una desregulación extrema, lo que entusiasma al oscuro mundo de las finanzas de alto riesgo vinculado a la ideología e intereses de Silicon Valley, Elon Musk, etc.
Mientras “vende” la idea de un país próspero a futuro, nadie ve con claridad cómo y cuándo la Argentina se pueda recuperar de esta recesión y del panorama desolador de pobreza y desempleo, incompatible con una crisis corta. De allí que se va incrementando la represión y supresión de derechos humanos en un momento donde ciertos sectores de la sociedad se oponen al progresismo y los valores que hoy le definen.
[1] https://www.conclusion.com.ar/politica/economia/cuales-son-las-causas-judiciales-por-las- que-caputo-duda-en-asumir-al-ministerio-de-economia/11/2023/
[2] https://www.infobae.com/2016/05/27/1814472-gonzalez-fraga-le-hicieron-creer-un-empleado- medio-que-podia-comprarse-celulares-e-irse-al-exterior/
[3] https://www.clarin.com/politica/bertie-benegas-lynch-educacion-obligatoria-puede-pasar- podes-dar-lujo-mandar-hijo-colegio-necesitas-taller_0_7rpTa41ELz.html
[4] Ellos son: la interacción entre los humanos y los chatbots; los daños ocasionados por la desinformación y mala información; el poder de fomentar la discriminación, el incrementar la toxicidad de los mensajes, fomentar la exclusión por odio, multiplicar el lenguaje ofensivo y su uso malicioso aunado a los riesgos vinculados al uso de la información.
[5] Universidad de Standford, Artificial Intelligence Index Report 2024. https://aiindex.stanford.edu/wp-content/uploads/2024/05/HAI_AI-Index-Report-2024.pdf
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