Luis Antonio Montenegro Peña
Periodista, escritor y poeta
•
Tres poemas de tres poemarios distintos. Tres momentos en la vida. Tres historias emergidas de otras, innumerables y profundas, reclamando para sí, cada una de ellas, una verdad de existencia absoluta. Pretendiendo ser la verdadera de su tiempo. Todas balbuceantes. Todas cruzadas por los devenires del azar y de los oleajes de la vida. Todas pequeñas, insignificantes diría. Escogidas por el albur imperial de un lector dios.
La una, primera o última no sé, bautizada “Insignificante”, hija de un poemario llamado “Declivio”, escrito por allá en 2001, marcada por la cicatriz de las masacres y los llantos y los dolores ocultos.
La siguiente, “Universo Interior”, acogida diez años más tarde en un poemario titulado “Gaia”. Pretencioso ejercicio de un hombre que abre las puertas a su ser cósmico, develando su grandeza y su efímera pequeñez.
La última, “Páramo”, parte angular de un poemario escrito en plena pandemia, “El Testamento del Misántropo”, publicado en 2022. Un texto de búsqueda de las honduras de nuestra razón de ser, del umbilical vínculo con natura, con su devenir, orto y ocaso, con su existir como un todo universal. Con una mirada implacable a la historia del sapiens. Con el desmesurado desvelo de una implacable humildad cósmica.
El poeta no importa, como no importan los vientos cuando no son borrascas.
INSIGNIFICANTE
No hacen ruido las almas cuando caen,
levísimas señales de estrellas,
ni tiembla la tierra
cuando lloran las mujeres los cuerpos
muertos.
No se desgajan los bosques
con las sombras homicidas
ni se desmadran los ríos
ni se opaca la luna con las lágrimas.
Es tan trivial este dolor nuestro,
es tan venial este pecado
que el mundo escasamente sabe
que en este país de oscura sangre
apenas una hoja ha caído
Junio 2001
UNIVERSO INTERIOR
he sido muchos para ser uno
desconocido de mi mismo, ajeno
desdoblado como una figura de papel
en el origami de los tiempos
abandonado he sido por el alma
del muerto que fui y nunca resucitó,
Cristo sin fé y sin tercer día para salvar la historia
he sido muchos para ser uno
fiambre de recuerdos caníbales
tragándose ávidos cada memoria,
cada palabra, cada gesto, cada minuto
hasta el olvido absoluto, negro sobre negro
borrando para siempre los muchos
que he sido, y el ninguno
Chía, Febrero de 2011
PÁRAMO
en el valle de místico silencio
se yerguen como guerreras de alienígenos ancestros
las pencas amarillas de las flores de los frailejones
cucharos y encenillos se entrecruzan a media altura
trenzando bosques sobre las laderas de la montaña
mientras humildes y desconocidos musgos prehistóricos
y pequeños antoceros trabajan silenciosos
con sus amigas briófitas capturando el llanto del celaje
que vencido pero victorioso cae condensando en gotas
su alma etérea crisálida blanca en un cendal de niebla
transmutada en mariposa de alas de transparente agua
y debajo de la tierra debajo debajo las raíces se cruzan
se abrazan se penetran se entrelazan en urdimbres de vida
con sus venas cerradas con sus venas abiertas trazan las napas
y van derramando la savia y abrevando la tierra
calmando la sed ancestral con sus diminutos cántaros
de aguas vivas que van llenando con lenta paciencia
los humedales y las turberas del valle del silencio
el sol poniente filtra sus tibios rayos contra los pendones
izados por los frailejones e ilumina los verdes y húmedos follajes
de los habitantes vegetales del páramo y descubre las aguas
quietas entre los colchones de musgos pompones
¡por todos los dioses! ¡cuánta belleza!¡se eriza el alma!
Chía, enero 13 de 2021
PDT
pero un poco más abajo de la ladera en tierras apenas más cálidas
vienen los sapientes hombres los industriosos bípedos
los hacendosos los emprendedores con el azadón que surca la tierra
para sembrar la noble papa con sus florecitas moradas
y traen las vacas con sus tetas henchidas y sus cascos indolentes
cuando no arriban los ingeniosos constructores de acueductos o tal vez
las voraces palas mecánicas de los mineros imperiales
a extraer el oro que duerme entre las raíces de los frailejones
debajo de los colchones de musgo o entre las venillas de las antoceras
y las briófitas y las hepáticas
Deja una respuesta