Juliana Villegas
Periodista y diseñadora gráfica
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Durante 2022, en plena campaña electoral, las Vickys, Calvases, Darcys y Néstores aseguraban que el candidato Gustavo Francisco Petro Urrego no ganaría jamás unas elecciones presidenciales. Y ganó.
Una vez elegido y posesionado, ¿Petro podría gobernar? ¿Tendría el poder suficiente para hacer, en cuatro años de mandato, los cambios prometidos?
No es por dármelas de adivina, pero yo sí sabía que al presidente y a su equipo les iba a tocar muy difícil. No porque sus opositores políticos y politiqueros fueran más inteligentes o porque a Daniel Samper Ospina se le ocurriera alguna idea o se volviera divertido, sino porque se enfrentaría a El Régimen.
Yo le digo El Régimen, así, con mayúscula, al sistema de ideas que acepta y reproduce la mayoría de la población. O, por lo menos, las acepta y practica el sector más visible, el que tiene más poder y procura imponérselas al conjunto de la población, sobre todo a través de los grandes medios de comunicación.
El Régimen actual está imponiéndose en este país desde cuando fue presidente el abuelo de Miguel Uribe Turbay, Julio César Turbay Ayala.
Las ideas con las que ese Régimen nos maneja son, como diría Viena Ruiz en sus mejores tiempos, las siguientes: uno, que las instituciones funcionan bien si se les hace andar mediante la corrupción; dos, que lo más importante para cada persona es volverse rica y ostentarlo, no importa si lo logra haciendo negocios ilegales, delinquiendo o protegiendo delincuentes; tres, que a los adversarios, contradictores, competidores o enemigos hay que eliminarlos, como lo hacen los paramilitares.
El Régimen y sus ideas se han ido consolidando poquito a poco, desde mediados de los años 70 del siglo pasado.
Ha creado a dirigentes políticos como Fico, ese alcalde con alma de chirrete, cuya máxima es “plata es plata”, lo cual significa que lo relevante es tener dinero, sin importar si se consigue con trabajo honrado o delinquiendo.
Ha producido personajes nefastos como el actual alcalde de Barranquilla, de quien el portal Corrupción al Día dijo:
Lo que un barranquillero de estrato bajo no alcanza a ganarse en toda su vida, el alcalde de la capital del Atlántico, Alejandro Char, se lo gasta en día para promocionar su imagen en los medios y redes sociales. Para ser más exactos, Char paga, de nuestro dinero público, $26.500.000 cada día a tres empresas de publicidad que organizan todo el material publicitario que rueda por los canales virtuales de internet.
El Régimen crea dirigentes políticos corruptos, aliados y voceros de paramilitares, financiados por el narcotráfico, que hacen su nicho en cualquier parte. Algunos de ellos, van pasando de partido político en partido político y los hacen funcionar gracias a la corrupción: ayer eran azules, hoy son rojos, mañana se visten de amarillo y pasado mañana serán dirigentes verdes. Van envileciendo a las colectividades.
Pese a todo, es necesario aclarar que no todas y ni siquiera la mayoría de las personas que se dedican a la política son así, pero, las que sí lo son, pueden estar en cualquier lado y se lo apropian para hacer sus negociados.
¿Con quiénes iba a hacer equipo el presidente Petro? Intentó y sigue intentado gobernar con un equipo mixto.
Una fracción la formaba, y lo hace todavía, gente que hizo parte de gobiernos anteriores y, por tanto, ha sido y sigue siendo parte del Régimen. Pone la cuota de experiencia y, varias veces, ha logrado situar sus mañas por encima de los ideales y objetivos planteados por el presidente.
Ahí está, por ejemplo, esa papa caliente llamada Armando Benedetti que, donde la pongan, avergüenza, desprestigia y quema. Pero, hay que cumplirle, porque contribuyó, con votos contantes y sonantes, al triunfo del actual presidente. Otros de los que tienen experiencia, lo que más saben es robar el erario: ¿cierto Sneyder?
Otra parcela del Gobierno nacional la manejan compañeras y compañeros, es decir, personas que vienen de las militancias en los grupos y partidos de izquierda o de los movimientos sociales.
Ellas y ellos conocen el Estado y el arte de gobernar según las teorías expuestas por un largo listado de autores. Sin embargo, ignoran cómo dirigir una reunión o hacer o ejecutar un presupuesto sin arriesgarse a cometer errores que los hagan parecer corruptos, aun sin serlo. ¡Ay, ministro Bonilla!
Tampoco saben negociar acuerdos siguiendo las orientaciones presidenciales o con arreglo al Plan Nacional de Desarrollo. Eso les pasó a la exministra de Educación Aurora Vergara y a la senadora María José Pizarro: bregando a no polarizar más las relaciones con la oposición, terminaron aprobando un proyecto de reforma educativa que va en contravía de todas las ideas del Gobierno del Cambio.
Con un equipo tan frágil, Petro ha intentado dirigir unas instituciones en las que se han enquistado las prácticas corruptas. Ellas se han convertido en el sistema que permite el funcionamiento de las instituciones, tal como reza el ideario no escrito del Régimen.
En las entidades, los funcionarios honestos han aprendido a convivir, sin involucrarse, con esa situación. Los torcidos, como en el caso de la Fiscalía General de la Nación, habían asumido cargos de alta responsabilidad para encargarse de varios casos sumamente delicados.
Por ejemplo, Luis Gustavo Moreno Rivera, nombrado zar anticorrupción durante la Fiscalía de Néstor Humberto Martínez. Su historia la resumió así el diario español El País:
[U]n abogado que fue el fiscal anticorrupción de Colombia en 2016, y quien dos años después resultó condenado por corrupción ante la Corte Suprema, es ahora el abogado del protagonista en un enorme escándalo de corrupción.
(Hoy, ese Moreno es el abogado de Olmedo López, corrupto confeso que se robó y repartió con algunos compinches parte del presupuesto de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres, UNGRD).
Personas así se encontró el gobierno actual en casi todas (por no decir en todas) las dependencias gubernamentales. Ellas quieren seguir gobernando y delinquiendo. No es improbable que encuentren cómplices entre funcionarios nuevos con pasado de compañeros, porque también ellos han crecido entre las normas que impuso El Régimen. No son lo que otras llaman Seres de Luz.
Desde el principio de su mandato, contrario a los precedentes que hay acerca de la investigación y juzgamiento de personas cercanas al presidente de turno, el actual mandatario ha dado vía libre al accionar de la justicia cuando ella persigue penalmente a sus allegados
En medio de la crisis que provocó el robo a la UNGRD, Gustavo Petro reaccionó y ha ido deshaciéndose de quienes, siendo parte de este gobierno, pertenecen en términos éticos e ideológicos al Régimen.
Algo similar está pasando en el plan de construcción de paz.
Este tema tiene tres aspectos diferentes. Se los cuento, como haría Ariel Ávila, quien, a todo, le encuentra tres componentes.
- La idea que se impuso en Colombia, que impuso El Régimen (sobre todo, durante el gobierno de Uribe Vélez), es que a los actores y grupos armados y a los civiles que simpatizan con ellos o los auxilian hay que derrotarlos militarmente. Pero, además, que los conflictos se resuelven con violencia, a menos que el adversario esté debilitado y se vea obligado a dialogar y negociar para salvarse de su propia ruina.
La frase que retrata esa idea del Régimen la dijo el Uribe de marras y así la informó el diario El Tiempo el 2 de enero de 2009:
A propósito de los éxitos militares obtenidos gracias a su política de seguridad democrática, el mandatario [Uribe] hizo referencia a la guerrilla y advirtió que “la culebra está viva”. Hizo un sentido llamado para que los colombianos no bajen la guardia en este frente. “No permitamos que la politiquería nos lleve a aflojarle las horquetas de la Seguridad Democrática al terrorismo, porque esa culebra vuelve a envenenar la Patria.”
Llevados por esa idea, muchos miembros de las Fuerzas Armadas terminaron aliándose con el paramilitarismo y asesinando civiles a quienes presentaban como guerrilleros o paramilitares muertos. Esos son los llamados falsos positivos.
Con la guía de la misma cantinela, para ganarle el poder a quienes estaban en contra de El Régimen, se desató una terrible cacería en la que se asesinó a líderes sociales y dirigentes políticos; o se les persiguió, se les detuvo injustamente, se les torturó o desapareció.
Entre los hechos que más recordamos de esa época están las chuzadas del DAS. Fue tan criminal esa actividad, que el entonces presidente Juan Manuel Santos se vio obligado a cerrar dicha institución.
En fin: la idea de El Régimen acerca de la paz y la convivencia es que ambas se pueden obtener si se derrota con violencia al adversario.
- En contravía de esa idea del Régimen, el presidente Petro presentó un plan llamado Paz Total.
En resumen, se trataba de concertar con los actores armados que tienen motivación política unos cambios políticos, económicos y sociales que permitieran secar la raíz del conflicto armado y poner fin a las hostilidades. Como complemento, se debía construir una política criminal que permitiera a los grupos armados carentes de ideología y de proyecto político entregarse y obtener rebajas de pena y unas vías para reintegrarse a la sociedad.
- De ese plan, hoy no queda nada.
Los diálogos con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) están congelados. El Gobierno nacional decidió privilegiar las conversaciones con un pequeño grupo de personas que se percibían a sí mismas como combatientes del ELN, se llaman Frente Comuneros del Sur y hace mucho tiempo que no obedecen las orientaciones, acuerdos y ordenes de esa organización.
De manera que, aunque se firme un acuerdo con ese grupo, el ELN seguirá con sus actividades, como si no hubiera ocurrido nada.
Se abrieron diálogos con el Estado Mayor Central (EMC) y el Gobierno usó la misma táctica que tuvo con los del ELN: dividirlos o, al menos, conversar con una parte del EMC y aislar a la otra, a la que acusa de estar dedicada a los negocios de minería, narcotráfico, extorsión, secuestro y chantaje. Si llegan a buen fin esas negociaciones, el otro sector del EMC seguirá delinquiendo.
Se avanza con prudencia y a buen ritmo con la Segunda Marquetalia. Pero, aún no está claro si en esta negociación están todos los que son y son todos los que están.
Los paramilitares han reaparecido como un proyecto de control territorial y con el apoyo abierto de autoridades departamentales y municipales. Cuentan, otra vez, con la complicidad de un sector de las Fuerzas Armadas. Delinquen, como es su naturaleza, y victimizan a la población civil. Así lo demuestra el informe “Dos años del Gobierno Petro en datos”, publicado por Cuestión Pública.
Después de nueve meses de ser Otty Patiño Hormaza Consejero Comisionado para la Paz se abrió, por fin, con algunos de esos paramilitares un diálogo socio-jurídico en la Sierra Nevada de Santa Marta. Y eso que Danilo Rueda, el anterior Alto Comisionado, ya había logrado avances con los grupos afincados en ese territorio.
Yo creo que el señor Patiño Hormaza adquirió el discurso de El Régimen y está empeñado en derrotar militarmente al ELN, mientras mira impávido el crecimiento y el accionar criminal de los paramilitares y negocia con ellos. Como si, igual que Uribe Vélez, pensara que los enemigos de mis enemigos, son mis amigos.
Como en la lucha contra la corrupción, pero en materia de construcción de paz, El Régimen infringe duras derrotas al Gobierno. Peor aún, lo derrota desde adentro. Pero no lo doblega ni le hace desistir de sus planes, programas y proyectos.
El gobierno ya sabe, como lo admitió el presidente Petro, que la corrupción lo permeó, que es muy difícil y complejo construir la paz con todos los grupos y actores armados (incluidos los estatales y los paraestatales) en un país que lleva casi 50 años con un Régimen que endiosa la violencia.
Haciendo esta evaluación somera de los dos años de Petro y Francia encabezando un gobierno, llego a un par de conclusiones: como lo predije, a Petro y a su equipo les quedaba de para arriba ejercer el poder desde el gobierno que había conquistado a voto limpio, y contrariar, cambiar y sustituir El Régimen son procesos y no actos de magia.
Ese último es, precisamente, un asunto para ampliar: muchos de los llamados o autodenominados petristas purasangre vendían la idea de que todo cambiaría de inmediato con la llegada de Gustavo Petro a la Presidencia. A partir del 8 de agosto de 2022, no habría más violencia, la pobreza y el hambre desaparecerían, las personas seríamos iguales en medio del respeto a la diferencia, la corrupción se convertiría en un mal recuerdo, mejoraría el servicio de salud y esta se convertiría en un derecho, la educación daría un salto de calidad y sería pública y gratuita.
Según esos vendedores de milagros y bisutería política, pasar de la guerra a la paz con el ELN era cosa fácil. Todos somos de izquierda, decían, y agregaban: será rápido porque los elenos no tendrán otra oportunidad mejor para desmovilizarse, reintegrarse y hacer las paces con el Estado. Ese cambio de violencia a política sin armas será cosas de meses, afirmaron.
Solo les faltó prometernos que Abraham Polo Polo se volvería inteligente y que la señora Dávila, directora de la revista de El Régimen, se convertiría en periodista.
Y, pues, no. El cambio es un camino y en él, se avanza y se retrocede, se acierta y se cometen equivocaciones.
La corrupción sigue vivita y coleando; hay empresarios y políticos expertos en ejecutarla y van encontrando nuevos aliados, estudiantes del bandidaje, neocorruptos. La diferencia es que, bandido detectado, por más cerca que esté al presidente o a la vicepresidenta, es bandido procesado. Ahí, el Gobierno hace retroceder al Régimen aunque este muta y reaparece.
La violencia se mantiene y, en algunos lugares, empeora. La diferencia es que antes había un plan de Paz Total que se estaba ejecutando y, ahora, se ha dejado de ejecutar. Ahí, el Régimen hace retroceder al Gobierno, que no tiene mucho margen de maniobra, porque está asumiendo las posiciones de aquel.
Lo mismo puede decirse de las propuestas legislativas que pretendían hacer reformas a la salud, a la educación y al sistema de tarifas de energía eléctrica: El Régimen no ha perdido el poder y el Gobierno no tiene fuerza suficiente para imponer el cambio. Pero, el pulso continúa.
El panorama del poder dentro de las instituciones es difícil para el Gobierno: los partidos del Régimen son mayoría en el Congreso, han coptado a la Procuraduría, al Consejo Nacional Electoral y a una buena parte de la magistratura de las altas cortes. En las pasadas elecciones, ganaron casi todas las gobernaciones y la mayoría de las alcaldías.
Así, se hace más difícil la acción del Gobierno. No obstante, dispone de mucha influencia en las instituciones del orden nacional y, sobre todo, puede buscar fuerza y poder en los movimientos sociales, sin pretender adueñarse de ellos, ni hablar en su nombre y representación.
Ahí, el Ministerio de la Igualdad y la Equidad tendría con qué apoyar la construcción de una fuerza social generadora de transformaciones. Puede ser un factor determinante para cambiar la correlación de fuerzas. Ahí vamos.
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