
Gabriele Muzio
Economista de Oxford y Cambridge, consultor. Se define como «arqueólogo de la contemporaneidad, dedicado a la investigación, excavación y estudio de las ruinas generadas por el sistema liberista de la globalización económica»
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Hace veinte años participé en la producción de dos documentales en Venezuela. No puedo, por este solo hecho, reivindicar una presencia o un conocimiento interno de la actualidad venezolana. Sin embargo, habiendo hecho un análisis bastante completo y profundo de la historia de ese país, antes y durante la llamada Revolución Bolivariana, creo poder expresar mis dudas sobre la verdadera naturaleza de la campaña mediática occidental, desatada en varias ocasiones, sobre la legitimidad de los resultados electorales en Venezuela.
Fuimos a Venezuela en la primavera de 2002, inmediatamente después del fallido golpe de Estado, pilotado por el establecimiento angloamericano en abril, y dirigido por el empresario Carmona. En aquel momento llegamos a Venezuela con una única intención: dejar que los hechos hablaran por sí mismo, a través de las voces de los protagonistas venezolanos. Intentar, de esta manera, disipar la cortina de humo ingeniosamente generada por los medios de comunicación occidentales que querían -y conseguían- hacer creer que el país estaba en manos de un dictador militar, Chávez, y que estaba siendo salvado por demócratas civiles, liderados por Carmona.
Nuestra primera película – Otro modo es posible… en Venezuela – tuvo cierta resonancia en Europa, en Estados Unidos, en América Latina. Diría que contribuyó de forma tangible al cambio de percepción de los sectores progresistas sobre la verdadera naturaleza de la revolución que tenía lugar en el país y la reacción provocada por ese movimiento social.
Habiendo vivido la Venezuela bolivariana de los primeros años del milenio, aún con todos los errores que tuve que señalar en el manejo del poder y sobre todo del sector productivo primario, vi que todo ello se compensaba por la presencia de la personalidad ultra carismática del líder, Chávez, y la coyuntura favorable de precios internacionales del petróleo históricamente altos. Sobre este último aspecto, no hay que olvidar que fue la astuta política de los representantes venezolanos designados por Chávez la que contribuyó a iniciar una nueva fase alcista de los precios de la OPEP.
La prematura muerte de Chávez y el vacío político que se creó, que además coincidió con una nueva fase de caída de los precios del petróleo, llevó a la nominación y posterior elección a la presidencia de Nicolás Maduro, y posteriormente a la aplicación de sanciones económicas por parte de los países occidentales. Sanciones que también implicaron la incautación de activos productivos venezolanos en suelo estadounidense y reservas de oro del Banco Central. Las mismas acciones arbitrarias e ilegales que se han repetido puntualmente, desde 2022, contra Rusia.
Nicolás Maduro no posee ni remotamente la carga humana carismática de Chávez, la que ayudaba, como ya se ha dicho, a compensar las graves deficiencias de gestión. Sin embargo, hay que añadir que las condiciones económicas en las que ha tenido que moverse el actual gobierno venezolano han cambiado profundamente y son en gran medida desfavorables al mantenimiento del sistema de incentivos sociales y transferencias directas implantado por el sistema bolivariano. Todo ello ha provocado un empeoramiento de las condiciones existenciales de gran parte de la población venezolana, produciendo una fuerte oleada de emigración hacia o a través de Colombia.
Observo con sorpresa que a pesar de esta crítica situación social, Maduro ha logrado mantenerse en el poder durante un largo periodo de tiempo. Y esto a pesar de los repetidos y fuertes ataques orquestados por el establecimiento externo, ya que la oligarquía económica nacional no tiene realmente la fuerza para imponerse. En mi opinión, la situación actual es una reedición del período 2001-2003, cuando la coalición de los intereses del gran capital petrolero internacional amparada por el poder político que asalariaban (*) en los principales países occidentales decidió que no se podía tolerar la existencia de un gobierno popular, nacionalista y socialmente progresista en una potencia petrolera.
Lo mismo se ha dado, en diferentes momentos de la historia, en otras partes del mundo del petróleo, basta pensar en el derrocamiento, por todos los medios, de Mossadegh en Irán, Saddam Hussein en Irak, Muammar Gaddafi en Libia.
Los vectores de intervención pueden ser múltiples, pero cuando se controla la casi totalidad de los medios de comunicación del mundo occidental, el coro casi unánime que cantan los «periodistas» es un punto de partida bastante seguro. En nombre de la democracia y del respeto al voto, inician una campaña de falsificación que debe conducir al «cambio de régimen» y al subsiguiente expolio de todas las empresas públicas y de los recursos primarios de un país. Es un guión conocido y ampliamente aplicado. Sin embargo, las lecciones de 2002 y 2003 en Venezuela deberían aconsejar cautela.
Es muy interesante que los «periodistas», las ONG y las instituciones políticas de nuestra parte del mundo se apasionen por la causa de la oposición venezolana y no tengan nada que decir sobre el constante autogolpe de los sucesivos líderes políticos de Occidente. Desde el Presidente de la Republica Italiana Napolitano, cuando destituyó a Berlusconi a petición de la UE, sin voto del Parlamento nacional, hasta el Presidente Macron, que hoy decide que el resultado electoral no legitima al grupo de mayoría relativa para formar gobierno en Francia. Este es el respeto que se rinde, en nuestros lares, a la voluntad popular expresada por el voto.
Bueno, dejémonos de tonterías, preocupémonos un poco por el estado de la democracia en nuestra casa y dejemos a los venezolanos con sus justas aspiraciones de soberanía; intentemos, si acaso, protegerlos de injerencias externas. Sobre todo porque, como súbditos del Occidente de los grandes monopolios, realmente no tenemos nada más que enseñar, salvo la prudencia a la hora de creer y seguir nuestro propio modelo.
Películas sobre Venezuela:
- Otro modo es posible… en Venezuela, 2002, de Elisabetta Andreoli, Gabriele Muzio, Max Pugh, producida por Edizioni Gattacicova
- Nuestro petróleo y otros cuentos, 2005, de Elisabetta Andreoli, Gabriele Muzio, Sara Muzio, Max Pugh, producido por Edizioni Gattacicova y Yeast Films.
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4 respuestas a «Reflexiones de un europeo sobre la legitimidad de los resultados electorales en Venezuela»
Interesante mirada. Sin embargo me llamó la atención en especial un fragmento: “aún con todos los errores que tuve que señalar en el manejo del poder y sobre todo del sector productivo primario, vi que todo ello se compensaba por la presencia de la personalidad ultra carismática del líder, Chávez, y la coyuntura favorable de precios internacionales del petróleo históricamente altos”… Yo creo que una nación no tiene por qué aguantarse todos los errores por el carisma de su líder o por un factor externo como los precios internacionales del petróleo. Creo también que es irrespetuoso desconocer el hastío generalizado de millones de venezolanos que a pesar de los secuestros las torturas y las intimidaciones llevan 21 días saliendo a las calles a protestar de manera pacífica, ó a los 8 millones de migrantes que no salieron a hacer turismo, sino huyendo de un régimen perdiéndolo todo, excepto la dignidad y la esperanza, y decir que lo único que está detrás son los intereses del imperialismo yanqui en el petróleo venezolano. Que la ideología que es muy respetable no nos haga perder la perspectiva
Ante la muy tergiversada ralidad de don Víctor, muy seguramente sacada de ese «periodismo vertical y libre» de occidente, solo queda esbozar una sonrisa….
Como usted diga, Don Pedro. Entonces en Venezuela reina la democracia, la oposición pudo hacer campaña libremente por el territorio, no fueron arrestados los que prestaban el sonido o el transporte, no dañaron los frenos de la camioneta de MCM;.. . y después de las elecciones no persiguen a los ciudadanos hasta sus casas, no hay más de 1.500 de ellos arrestados y muchos desaparecidos y el 100% de las actas fueron reveladas por el CNE al dia siguiente. … Todas las personas que vemos por televisión protestando en realidad están dibujados en computador. Sigamos entonces creyendo en el periodismo libre de telesur (porque por cierto no hay ningún medio que le haya tocado autocensurarse en Venezuela para sobrevivir). Una cordial sonrisa de regreso
Creo que el artículo revela de en una verdad que a gritos dentro de cada ente observador internacional era el final de una dictadura y la continuidad de otra disfrazada por la democracia y los intereses económicos para el favorecimiento de otras economías creo claramente y en contra del derecho que ahí si el interés particular ( llamado estado, nación o cualquier otro beneficiario) actuó de manera inteligente a su pensar apoyando hipócritamente para lograr beneficiarse en aras de sus propósitos económicos