
Puno Ardila Amaya
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El gentilicio nace de un uso popular, así algún académico diga, como en Floridablanca, que son floridablanqueños y no florideños; o como en Simacota, que no son simacoteños ni simacotas, sino simacoteros, y hasta capamicos, como entre todos ellos se reconocen con cariño. Del uso popular depende el gentilicio, y como se use así será.
Del uso popular depende también como se conozca a una persona. José Morales (que hace cumplió cuarenta y siete años de fallecido) se inmortalizó como José A. Morales, y hasta José Alejandro para algunos, aunque su nombre “real”, para él y sus amigos, era José, a secas.
Con los nombres de los pueblos es otra cosa. Pueden surgir del uso popular, como la patria chica de José Morales, que se originó en una leyenda, y ese uso termina formalizando el nombre. Es inexplicable cómo ahora, al Socorro le están clavando el artículo, que ya entonces no comenzaría por la ‘ese’ de Socorro, sino por la ‘e’ de El, así que en las listas de los pueblos santandereanos ya no aparecería después de Simacota, sino después de El Carmen de Chucurí.
Tendríamos que aceptar este nombre, pero solo frente a algún documento “oficial”, no anotaciones parroquiales ni notariales, que tantos errores han cometido a lo largo de la historia, que han servido para que la gente le saque el cuerpo a la ortografía de los nombres con el cuento de que «así dice en la cédula». Por tanto, pedimos las pruebas oficiales de “El Socorro”, pero no llegó nada. En cambio, sí, conocimos los billetes del Banco Emisor, de 1882, en cuyo impreso se lee perfectamente “Socorro”, y no “Ciudad del Socorro” ni “Villa del Socorro” ni —mucho menos— “El Socorro”.
La misma fuente que habla de los documentos que nunca llegaron dice que “por contracción” quedó “El Socorro”, y que muchos documentos, profesores y otros tantos expertos lo certifican; pero lo único que en verdad puede certificarse es que, si fuera “por contracción”, se justifica precisamente que sea Virgen del Socorro, Palmas del Socorro y, tal vez, Ciudad del Socorro, salvo que exista otra alternativa para lo que humildemente entendemos por ‘contracción’, que refiere a las dos únicas del castellano: ‘al’ y ‘del’.
Parece que el embeleco de “El Socorro” es por no asociar el nombre “socorro” con “auxilio”. ¿Y con qué más, entonces, si la historia del nombre tiene que ver exactamente con que fue socorrida una niña que el diablo se iba a cargar por desobediente?
Mensæ tegumentum. Según este cuento, ahora tocaría decir “Basílica Menor de Nuestra Señora de El Socorro”, y llamar “Palmas de El Socorro” a nuestro bello vecino, adonde fue José Morales a estrenar su himno dedicado al Socorro.
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