Francisco Cepeda López
Profesor y músico
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Se me invita a participar de una aguda controversia; comentar (dicen evaluar) la gestión del gobierno del presidente Gustavo Petro a los dos años de su ejercicio, en un campo cercano a mi conocimiento, mi experiencia y mi preferencia, entre los muchos y variados asuntos de la Gestión Pública; la educación[1].
De entrada anuncio que no entraré en la discusión acerca de la Educación Superior; otros están en la controversia y, aunque tenga algunas argumentaciones, siento que los acuerdos en torno suyo darán pistas sobre lo que pueda orientarse desde la educación básica y media.
Las dos mil piezas que integran este puzzle están apenas desempacadas. Yo siempre los armo comenzando por el marco y voy mirando colores y posibilidades de ensamble; así me propongo abordar tal complejo asunto.
Recogiendo voces de la vecindad[2] diré que un alto a la mitad del período para el “Gobierno del Cambio”, … “han sido un pulso permanente y a fondo en torno a las reformas, principalmente las de la salud, la educación y la laboral. El gobierno las ha presentado y defendido como proyectos de ley ante el Congreso de la República, donde, la oposición, que ostenta la mayoría, las ha rechazado, boicoteado o hundido”.
Los proyectos educativos son de largo plazo, sus resultados son observables luego de una cohorte completa (doce años) repetida durante, al menos, cinco ocasiones, para los cambios o ajustes que se requieran desde los propósitos enunciados en proyectos estatales. De las Políticas Públicas, la educación es la médula de los alcances que se propongan las sociedades y se expresa en los Proyectos constru-idos por comunidades en torno de Instituciones Educativas y que se expresan en un dispositivo denominado currículo.
El currículo es el componente en el cual se concretan los fines sociales y culturales que una sociedad le asigna a la educación; el currículo no es una realidad abstracta al margen de los sistemas educativos, por el contrario, éste se concreta en las funciones propias de la escuela, según el contexto histórico y social particular, y según las modalidades de la educación. Hasta ese nivel de detalle debe llegar el estudio de las pertinencias en educación.
Los diseños curriculares de los últimos tiempos en Colombia se fundan y enfatizan en el enfoque por competencias o “modelo competencial”, mediante el cual se estipula como punto central una formación del estudiantado basada no solo en aprender, sino -sobre todo- en saber aplicar lo aprendido.
Durante trece años me vi en el trance de cabalgar esta mula corcoveando (como dice la canción), como rector de una Institución Educativa en el ámbito rural de un municipio caldense, tratando de conducir el proyecto hacia prácticas menos instrumentales y fragmentarias, orientadas a la promoción de la obediencia, basadas en “modelos pedagógicos” armonizados con ambientes de docilidad y acatamiento de relaciones cercanas a la dominación colonial.
“Dicho en crudo: una sociedad dominada por meros especialistas muy difícil-mente se cuestiona y piensa a sí misma. La especialización implica automatismo en los procesos, cerrazón intelectual y una limitada visión de conjunto. A fuerza de ser útiles, nuestra libertad (de acción y pensamiento) nos es arrebatada”.[3]
La sociedad del Siglo XXI trasciende los meros saberes o conocimientos; demanda competencias o saber hacer y es necesario diseñar propuestas formativas en ese mismo sentido, según ha señalado el Ministerio de Educación Nacional. Transmi-sión de conocimientos o enseñanza experiencial soportada en tutorías grupales que no bastan para “instalar competencias” en el estudiante con el propósito de dotarlo de “herramientas” para afrontar los desafíos mencionados que incrementan osten-siblemente unas situaciones de incertidumbre que descentran a los maestros formados en las anteriores generaciones y pretenden formar a las que les suceden.
En el Plan Nacional de Desarrollo 2022-2026, “Colombia-potencia-mundial-de-la-vida” el gobierno se propuso el impulso de una “Educación de calidad para reducir la desigualdad” tomando como faro el principio de “La educación es un medio fundamental para superar la desigualdad y para hacer de nuestro país una sociedad del conocimiento y de los saberes propios”… La apuesta es por una educación humanista, incluyente, antirracista e intercultural. Esta visión de la educación permite hacer de la escuela, más que un lugar físico un escenario alrededor del cual se organizan las comunidades.
Estos anhelos animan el Plan, para lo cual se buscará:
- Una Primera infancia feliz y protegida;
- La Resignificación de la jornada escolar: más que tiempo;
- La Dignificación, formación y desarrollo de la profesión docente para una educa-ción de calidad;
- La Movilización social por la educación en los territorios;
- Currículos para la justicia social
- Gestión territorial educativa y comunitaria;
- Educación media para la construcción de proyectos de vida;
- Hacia la erradicación de los analfabetismos y el cierre de inequidades;
- Programa de Educación Intercultural y Bilingüe;
- un Programa de Alimentación Escolar (PAE) más equitativo, que contribuya al bienestar y la seguridad alimentaria;
- La Educación superior como un derecho.
Cada uno de esto propósitos requeriría una prolongada discusión en la búsqueda de acuerdos en los territorios y con las comunidades, de manera que sea dable el desmonte de la “educación-catequesis”.
La propuesta gubernamental de ley estatutaria, enmendada en varias ocasiones por las células parlamentarias buscaba dar piso a los once campos con los cuales la educación trata de vincularse al cambio impulsado por el gobierno atendiendo el mandato de la ciudadanía. De ellos, tres son los pilares: los señalados en los literales c, e y h, solo los asuntos relacionados con la dignificación de la profesión docente han iniciado por la vía administrativa, los demás esperarán a un nuevo transito de la iniciativa por el Congreso de la República.
Como quiera que esos campos de la gestión solamente generan condiciones para repensar y replantear una educación orientada no solo al saber-hacer, sino al saber y a la ciencia, es preciso un nuevo esfuerzo, más amplio, de “imaginación” para apropiarse de la ciencia que el mundo contemporáneo otorga
Con Olga Lucía Zuluaga pienso que “el saber es el espacio más amplio y abierto de un conocimiento, … un espacio donde se pueden localizar discursos de muy diferentes niveles” Los saberes son generadores de conocimiento, pueden ser objeto de sistematizaciones, de reflexiones y por tanto configuran un primer cuerpo epistémico en múltiples sentidos y diversos niveles que se construyen en medio de unas determinadas condiciones culturales.
El ministro Daniel Rojas tiene por tarea la de liderar el cambio hacia una educación de calidad según cualquiera de las varias concepciones sobre ella, en particular una que corresponda a los sueños antes reseñados, “en modo tópico”. Algo irá de la agitación para sumar adeptos de ocasión a la transformación cognitiva, emocional y práctica de sus compatriotas. El desafío es enorme pero hay que iniciar YA.
[1] La palabra «educación» procede del latín ēducātiō («crianza»). Tiene -por lo menos- dos étimos latinos: ēdūcere y ēdūcāre, el segundo derivado del primero; etimológicamente ēdūcere significa promover al desarrollo (intelectual y cultural) del educando; desarrollar potencialidades psíquicas y cognitivas propias del educando desde su intelecto y su conocimiento haciendo en tal proceso al educando activo. https://es.wikipedia.org/wiki/Educaci%C3%B3n
[2] José Aristizábal García, El Quinto, 27 de junio de 2024
[3] Carlos Javier González Serrano. REPENSAR LA EDUCACIÓN: LA INSTRUMENTALIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO @aspirar_al_uno. https://ethic.es/2023/09 .
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