César Torres Cárdenas
Investigador, consultor y profesor
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Empezó la carrera por la Presidencia de la República. Falta más de un año para que termine el periodo Petro y ya se mueven y se lanzan las precandidaturas en los partidos políticos.
El grupo que formaron los partidos Centro Democrático y Cambio Radical con un sector del Verde y las bancadas oficialistas de los partidos Liberal y Conservador ya barajan el nombre de cuatro aspirantes: Claudia López Hernández, María Fernanda Cabal, Miguel Uribe Turbay y Victoria Eugenia Dávila, alias Vicky.
Esas personas tienen varias cosas en común: no hacen análisis complejos de la muy intrincada realidad del mundo, en general, ni de Colombia, en particular; sus discursos se enfocan en despreciar e insultar a quienes piensan diferente a ellas; unas más abiertamente que otras, emulan el discurso de odio de Javier Milei y se congracian con la crueldad con la que hoy se ejecuta el genocidio contra el pueblo palestino.
Parece que su única propuesta es acabar con los adversarios, es decir con quienes no voten por ellas o no simpaticen con sus propuestas. Así, dan paso a la dictadura del pensamiento único. Cada una de ellas lo ha dicho en público y en privado o lo ha hecho cuando ha ejercido el poder.
Al otro lado del espectro político, están los partidos y movimientos afines al presidente Gustavo Petro. Allí, hay dos sectores: uno, el de Colombia Humana, encabezado por la senadora Gloria Flórez, sin candidato o candidata visible, sin liderazgos de talla presidencial. Otro, encabezado, con claridad, por Carolina Corcho, médica siquiatra y antigua ministra de Salud.
La Colombia Humana tiene o puede tener la maquinaria de partido, los fondos provenientes de la reposición de votos y la posibilidad de contratar, porque goza de las mieles de no poca burocracia en el actual gobierno. Sin embargo, le falta quien sea viable para la contienda presidencial.
Mientras tanto, lo único que tiene el segundo grupo es candidata. Sin aparato partidista, sin el abierto respaldo del presidente, ni el de las y los congresistas, diputados, concejales ni ediles del Pacto Histórico y, para acabar de ajustar, sin plata.
Suenan otros nombres.
Carlos Caicedo, exgobernador del departamento de Magdalena y exalcalde de su ciudad capital, Santa Marta, apoyó en un momento al actual gobierno y luego tomó distancia de él. Tenía partido propio y experiencia como administrador de cosas públicas. No se sabe si contará con votos fuera de su departamento. Tampoco se sabe en qué lugar del espectro político pondrá a sonar sus aspiraciones. Ahí va, con nadadito’e perro, como se decía hace unos años.
Roy Barreras, a quien se le notan las ganas, aunque lo hayan desterrado hacia Londres, está, también, en la lista de carrera. Callado, mirando, oteando el panorama, con el olfato y la parsimonia de quien late echao. Es petrista, tanto como antes fue santista y antes de antes, uribista. O sea: decidirá tomando en cuenta sus propios intereses y según mida sus fuerzas. Ahí está, con partido propio y fondos de campaña. En fin. Quienes compiten por la Presidencia de la República, comienzan, apenas, a acomodarse en el partidor automático. En el público, hay poco entusiasmo. Aprendimos que nadie dará nada regalado, que todo se consigue en la calle, trabajando y protestando y que, a todos los gobiernos, incluso a uno progresista, hay que presionarlos para que cumplan lo que prometen en campaña.
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