
César Torres Cárdenas
Investigador, consultor y profesor
•
El pasado 3 de septiembre, despuesito de las siete de la noche, la periodista Claudia Camila Vargas, de Caracol Radio, confirmó la elección de Carlos Ernesto Camargo Assis como magistrado de la Corte Constitucional.
Camargo es oriundo de Cereté, departamento de Córdoba, y, por lo tanto, paisano de Jorge Ignacio Pretelt Chaljub, que también fue magistrado de la misma corporación. A Pretelt no se le recuerda por sus aportes a la ciencia jurídica o por sus desarrollos jurisprudenciales, sino porque fue elegido magistrado cuando el 35 % del Congreso tenía vínculos con el paramilitarismo y porque fue condenado por la Corte Suprema de Justicia a seis años y seis meses de prisión por el delito de concusión. Claro: no existe el delito de paisanaje. Pero, es posible que los votos que eligieron a uno, hayan elegido al otro.
El nuevo magistrado es, además, primo de Daniela Assis Fierro, esposa del gobernador de Boyacá, Carlos Andrés Amaya Rodríguez. Los votos de los copartidarios que este tiene en el Senado, fueron definitivos para la elección del doctor Camargo. Lo que tampoco es delito. Pero, es posible que en Amaya pesen más las lealtades familiares, que las políticas y, por eso, haya decidido apoyar a su pariente y no a la candidata menos opositora. O que no tenga tanta influencia sobre los congresistas que dicen representarlo.
Esta magistratura es el tercer cargo para el que el poder legislativo nacional nombra a Camargo Assis. Primero fue miembro del Consejo Nacional Electoral y, después, Defensor del Pueblo. ¿Cuáles son los méritos que le permiten ocupar tan altas dignidades?
En julio de este año, La Silla Vacía publicó los resultados de una investigación acerca del recorrido laboral del hoy flamante magistrado. En ese momento, aspiraba a ser incluido en la terna que la Corte Suprema de Justicia debía enviar al Senado para que este escogiera al nuevo miembro de la Corte Constitucional. Esa investigación y el artículo que publicó el profesor Rodrigo Uprimny hace un par de semanas, en el diario El Espectador, nos pueden dar pistas para responder la pregunta. Vale aclarar que la columna de Uprimny se escribió cuando Camargo ya estaba ternado, pero, aún no era magistrado.
Según las dos publicaciones, 26 de los 38 directivos que Camargo nombró en la Defensoría fueron cuotas políticas con las que pagó a los partidos que votaron por él. Uprimny recuerda que Carlos Camargo, en pleno “ ‘estallido social’, que era cuando más se necesitaba un buen Defensor del Pueblo, fue desastroso”. Y añade: “[u]n solo ejemplo: después de varios días de protestas, y cuando ya había varias denuncias de muertos y heridos, Camargo andaba tranquilo, probablemente de paseo, en Anapoima”
Ahora, aplicó la misma fórmula ganadora, con una variación: hizo una especie de clientelismo previo, pues, tal como lo publicó La Silla Vacía, primero le dio puestos en la Defensoría a familiares del 40 % de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, incluido un primo de Gerson Chaverra, presidente de dicha corte. Como quien dice, pagó por adelantado.
En las fotos de celebración en la sede parlamentaria, cerca de Camargo está Jonathan Ferney Pulido Hernández, más conocido por su alias: JotaPé Hernández.
JotaPé es un senador de la República cuyo mayor mérito es asustar a sus adversarios políticos. Su apariencia amenazante y sus gestos plenos de odio los acompaña con gritos, empujones, manotazos y un celular con el que filma y publica sus pequeñas y diarias agresiones.
Ninguno, ni ninguna rival política quieren estar cerca de él. Se alejan de sus provocaciones y embestidas, nadie quiere salir en sus videos infamantes. Es el típico personaje por el que cualquier persona cambiaría de acera si se lo encuentra en una calle a media luz.
Como Pedro Navaja, no se sabe con cual mano podría agredir: “mientras camina, pasa la vista de esquina a esquina”. Todas y todos se quitan cuando este individuo llega al Senado “con el tumbao que tienen los guapos al caminar”.
Camargo y JotaPé salieron elegidos y ejercen sus cargos gracias a la misma enfermedad de transmisión social (ETS): la descomposición moral que, en política, todo lo resuelve con puestos, favorecimientos ilícitos y clientelismo. Y, cuando no se puede, con violencia.
Ahora, también es cierto que ningún cuerpo puede vivir eternamente con una ETS como la que tienen este magistrado y este senador. Algún día, como le está ocurriendo a cierto paisa que también está moralmente descompuesto, la justicia y las urnas les darán sorpresas. Porque sorpresas sabe dar la vida.
Deja una respuesta