El suicidio de la Doctora Catalina Gutiérrez, causó todo tipo de reacciones, sobre todo, entre la comunidad médica colombiana. Se ha denunciado, con pruebas fehacientes, que la humillación y el acoso, son parte de la metodología que se usa para enseñar en las facultades de medicina y se ha exigido que cesen esas prácticas pedagógicas.
La verdad es que, no solo no ha cesado, sino que las universidades ni cuestionan ni promueven un cambio en el modelo pedagógico que es, finalmente, el causante de la muerte de la doctora Catalina.
Peor aún -según dijeron a El Quinto siete médicos y médicas que hoy se especializan en cuatro universidades diferentes, incluida la misma Pontificia Universidad Javeriana en la que estudiaba Catalina Gutiérrez – algunos profesores hacen “chistes educativos” con esa tragedia.
Consideramos que la carta que se publica a continuación, contribuye a profundizar las críticas documentadas a esas prácticas pedagógicas y es un llamado a la universidad para que asuma la parte de responsabilidad que le cabe por permitir el tipo de relación profesor-alumno que provocó la muerte de esta doctora.
Egresados de la generación 1987 de la Facultad de Psicología de la Pontificia Universidad Javeriana
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Como generación 1987 de la Facultad de Psicología, no podemos quedarnos en silencio frente a la situación que hoy está viviendo nuestra universidad, y, en particular, la facultad de medicina.
En primer lugar, agradecemos el testimonio del doctor Carlos Jaramillo y a quienes han brindado su testimonio, por su valentía al poner en conocimiento la cultura de humillaciones, acoso, agresiones y prácticas de maltrato contra estudiantes de dicha facultad.
«Hay muchas cosas que hemos normalizado, que son difíciles de pensar hasta que pasan estas cosas tan radicales», le dice a BBC Mundo una médica y ex estudiante de la especialización en cirugía de la Javeriana.
El suicidio de la doctora Catalina Gutiérrez Zuluaga no puede quedar impune; nos indigna, no sólo por quienes la maltrataron, sino también, por aquellos que antes y ahora, han hecho caso omiso de esa situación. Los padres, la familia y amigos están destrozados y no podemos cerrar los ojos ante ello.
El problema no puede estar centrado en la víctima (en este caso las víctimas) sino también en quienes realizan prácticas de maltrato, acoso, hostigamiento, quienes están a la cabeza en estas instituciones y han perpetuado esta cultura y sus prácticas.
Estamos seguros que, como lo expresa la misión jesuítica de nuestra universidad, la intención es liderar la construcción de una sociedad y de organizaciones más justas, innovadoras, sostenibles e incluyentes; y por ello, la ética del cuidado y la justicia son pilares de esta construcción universitaria.
Sin embargo, resulta inadmisible la banalización y postura del decano de la facultad de medicina, doctor Carlos Gómez, M.D., al manifestar públicamente que la situación se reduce a una “percepción”. El acoso, hostigamiento y maltrato no se ubican en una zona “gris” que se desdibuje en el falso argumento de las percepciones subjetivas. Son hechos que están estipulados en leyes nacionales e internacionales.
Esperamos un pronunciamiento del rector acorde a la situación y a los principios jesuíticos que guían nuestra alma mater; solo en el reconocimiento de la gravedad de los hechos es posible buscar soluciones. Mientras se continúe minimizando lo que sucede se agudizará la cultura del maltrato.
Nos sumamos al pronunciamiento de Ascofapsi, en su comunicado del 15 de julio, sobre el cuidado de los equipos de las comunidades académicas.
Hacemos un llamado a que la docencia universitaria se realice desde el escenario de la humanización, los derechos y el respeto a la dignidad; invitamos entonces a la reflexión sobre la conducta desde la ética y la bioética, y así ofrecemos nuestra disposición a colaborar en el mejoramiento de la salud mental como misión de los profesionales de la salud.
Por todo lo anterior instamos para que:
- Los órganos correspondientes de la universidad y la facultad de medicina aborden y reconozcan que esta situación requiere, de la manera más diligente, una revisión juiciosa y comprometida para establecer con claridad y sin ambigüedad los límites entre la formación y el abuso.
- Se cree una instancia especial que permita a los estudiantes un espacio de confianza donde puedan manifestar su sentir y sus testimonios.
- Se impulse una investigación independiente sobre el maltrato, acoso y abuso del cuerpo médico en su proceso académico.
- Se realicen las sanciones equiparables al daño causado y procesos de reparación integral.
Se ejecuten pronunciamientos públicos que expliquen los avances del abordaje de la situación.
Egresados de la generación 1987 de la Facultad de Psicología de la Pontificia Universidad Javeriana:
Alejandra Fernández Vega, Álvaro Ramírez Llanes, Amelia Ulloa Hernández, Ana María Vargas Vela, Carolina Dangond Pinilla, Carolina Ortiz Riaga, Catalina Rueda Sáenz, Cilia María González Andrade, Clemencia Correa González, Cristina Jacobsen Aparicio, Cynthia Glen Cerezo, Fanny Ángulo Sánchez, Gloria María Gómez Betancourt, Isabel Angueyra Grillo, Jorge Alberto Solano Buitrago, Lucía Burgos Suarez, María Alicia Naranjo Mesa, María Clara Bayona Hoyos, María Clara Velázquez, María Claudia Cortés Rodríguez, María Cristina Armenta Gutiérrez, María Constanza Llanos Torres, María del Rosario Liévano De la Torre, María Eugenia Ardila Moreno, María Eugenia Álvarez B., María Eugenia Mejía Cadavid, María Inés Roa Vesga, María Jenny Franco Santos, María Mercedes Páez Fonseca, María Patricia Afanador Gómez, Mariela Pérez, María Victoria Mantilla Serrano, María Victoria Saravia, Martha Alcira Diaz Núñez, Martha Consuelo Pinzón, Martha Lucia Gaitán Quiroga, Natalia Rivera Gutiérrez, Olga Lucía Chaves Torres, Olga Lucía Lacouture, Rosalba Olivella Wandurraga, Sol Beatriz Villegas Botero, Victoria Eugenia Mejía Cadavid, Yolima Castañeda Enciso.
Para mayor información:
María Mercedes Páez: Bogotá. 3103242175
Clemencia Correa: México. 52-5554042790
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