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Morir para un pájaro es sentir que el viento se ha vuelto el enemigo.

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La escasez de alimentos y el alza de precios no son una simple consecuencia económica: son el reflejo moral de un sistema que expulsó a quienes lo mantenían funcionando.

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Porque hay condenas que no necesitan toga ni martillo. Y hay nombres que, por más que huyan del juicio, no escaparán jamás del desprecio de la historia.

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El pesimista teme reír, pues cree que si lo hace está invocando el infortunio. Pero sin la risa y la esperanza no hay posibilidad de cambiar el mundo.

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El libertario es un jugador que se queda con las leyes que le sirven a él y a los suyos.

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Colombia no necesita una nueva Constitución cada treinta años. Necesita instituciones que funcionen, una justicia que sancione y un Congreso que legisle para la gente, no para sus financistas.

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Aun sin prueba irrebatible, había existido alguien más entre ellos. No más flores, sin importar su nombre y su color. El viernes dejó sobre su lápida las flores del olvido.