
Horacio Duque
Analista político
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Hay cientos de estudios sobre la violencia y el conflicto social y armado colombiano que cobró forma desde el magnicidio de Jorge Eliecer Gaitán a mediados del siglo XX y que dejó profundos impactos en el tejido sociopolítico de la nación colombiana.
Análisis todos de un enorme valor en la caracterización y comprensión de ese fenómeno. Con base en ellos, se han elaborado diversas estrategias para superar ese conflicto. Ninguna lo ha logrado.
Hoy el “escenario de la mano armada” es más complejo: el conjunto de grupos y actores de todas las violencias se financian con dineros provenientes del tráfico y consumo de drogas ilícitas; se enfrentan entre ellos y es fácil acusarlos de que el único motivo de su respectiva guerra es tener el control del narcotráfico.
Este escenario parece una batalla campal de todos contra todos en la que la mayoría de las víctimas son civiles, inocentes e indefensos. Por eso se habla de que estamos presenciando un conflicto armado en plena degradación.
El estudio científico de la violencia indica que el conflicto ha presentado tres momentos específicos: la “violencia” de los años 50, con más de 500 mil muertos, misma que intentó superarse a través del pacto bipartidista llamado del Frente Nacional.
Esa solución gestó, desde los años 60, el segundo momento (o ciclo) de la violencia, debido a la exclusión política de las corrientes contrarias al sistema hegemónico, a los impactos geopolíticos de la guerra fría entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, de la revolución cubana y la revolución cultural convocada por Mao en China desde el año 1964 para sofocar las corrientes contrarrevolucionarias.
Ese segundo ciclo de violencia -no obstante la Constituyente de 1991 y la nueva Carta política- se prolongó hasta el 2016, cuando se firmó un Acuerdo de paz entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC-EP) y el Estado colombiano.
Este acuerdo implicó la reincorporación de casi 15 mil combatientes y un programa de reformas económicas, sociales, políticas que se han implementado muy parcialmente.
El sabotaje al cumplimiento a lo pactado con esa insurgencia desató el tercer ciclo de violencia exacerbado en la actual coyuntura por distintas circunstancias.
Con la llegada del actual gobierno, éste formuló estrategia de reconciliación nombrada como Paz total cuya definición, métodos y alcances se incluyeron en la ley 2272 del 2022.
Con tal referente institucional se convocó y dio curso a la organización de Mesas de Diálogo y negociaciones de paz con los actores insurgentes y delincuenciales involucrados en la guerra, a saber: Ejército de Liberación Nacional, Estado Mayor Conjunto (EMC), Segunda Marquetalia, Clan del Golfo y bandas de delincuencia organizada de Buenaventura, Medellín y Quibdó .
Tales instancias se organizaron con principios y metodologías nuevas, diferentes a las que se usaron en los procesos de paz de finales del siglo pasado y las que permitieron la negociación con las FARC-ep
Ejecutar cada acuerdo de manera inmediata; funcionar de manera simultánea con varios grupos, según la agenda consensuada (para evitar la dilación) y adoptar ceses bilaterales del fuego con seguimiento y verificación de los países garantes, de la iglesia y delegados de las partes involucradas, quedaron como el ABC de las reglas de juego de la Paz Total.
A pesar de la coherencia conceptual del modelo, inscrito en los parámetros del pensamiento complejo, su aterrizaje en la vida real encontró muchas dificultades y tropiezos
Quizá este gobierno tampoco ha hecho una lectura adecuada y realista de las características y dimensiones del conflicto en su actual coyuntura histórica y las tendencias que presenta.
Me refiero al mayor arraigo local y regional de la guerra; a los cambios de los actores armados, relacionados con los cambios tecnológicos derivados del uso de los celulares inteligentes, las redes sociales, el empleo de drones y la incorporación de la Inteligencia artificial en la planificación y desarrollo de la confrontación; a los nuevos referentes ideológicos de las guerrillas derivados de la revolución bolivariana y la multipolaridad geopolítica como consecuencia del colapso del poder imperial y del derrumbe del globalismo neoliberal, y a las fracturas y vacíos en las Fuerzas Militares y de policía, como consecuencia de su desencaje con el Plan Nacional de Desarrollo del actual gobierno
También influye en esta equivocación del gobierno que al interior de las Fuerzas armadas perviven convicciones patrones ideológicos y comportamentales heredados de la guerra fría en los que predomina una vieja oficialidad con mentalidad neofascista. Circunstancia que puede estar cambiando con el nombramiento del nuevo Ministro de la Defensa, el general Pedro Sánchez.
Debido a la situación actual la Defensora del Pueblo ha emitido alertas tempranas sobre más de 15 territorios en los que la guerra esta exacerbada.
Todo lo anterior muestra que seguimos adentrándonos en el tercer ciclo de violencia y que, para detenerlo, es necesario resolver las dificultades y tropiezos que hoy tienen todas las meas de diálogo o negociación.
A mi juicio, la Paz total debe rediseñarse sin abandonar sus ejes centrales para que, en el mediano y largo plazo logremos dejar atrás de manera definitiva la violencia y el conflicto social y armado en condiciones de justicia social y ambiental.
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