
Patricia Bonilla Thorschmidt
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Hay poemas que se escuchan
entre selvas, entre gritos,
entre ranas, entre noches;
son voces y más voces…
ecos enredados en fragmentos
encorvados de ausencia,
de vacío…
disonantes,
que despiertan la manigua misma.
Hay poemas que los lee el agua:
un arroyo, sus pequeñas vidas.
El río arrastra voces, remos,
sombras que deambulan
entre redes;
almas, babillas, huesos,
ya roídos por las balas…
Se ofusca la corriente,
se aturde su conciencia
hasta alcanzar la mar.
Hay poemas que velados se leen
entre himnos, entre cánticos,
que lloran al hacer el amor con la muerte;
esos que arropan el frío con tres colores
que jamás prestaron cobijo
a la casa abandonada,
al crujir de techos,
de maderas, de masacres…
Esos que marchitan los versos
en medio de la jubilosa marcha. Hay poemas de poemas,
que no se leen,
que no se ven.
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