Adriana Rodríguez Molano
Analista política, Máster en Sociología política y política comparada de la Universidad París 10 Nanterre y Máster en Análisis de problemas políticos, económicos e internacionales contemporáneos de la Universidad Externado de Colombia.
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La democracia representativa quedó en jaque el 5 de septiembre tras el nombramiento del nuevo primer ministro por el presidente Emmanuel Macron. Michel Barnier, miembro del partido de derecha Les Républicains -LR, partido que quedó en cuarta posición con tan sólo el 5,41% en las elecciones legislativas, fue el escogido por el presidente.
En Francia, el primer ministro es elegido por el presidente, contando con que ha de tomar en cuenta los resultados de la contienda electoral y nombrar, de acuerdo con éstos, a un primer ministro. Macron ya había rechazado nombrar a Lucie Castets, candidata postulada por el Nuevo Frente Popular -NFP, unión de izquierdas francesas y vencedor tras las recientes elecciones legislativas celebradas anticipadamente hace dos meses. Ante esto, varias organizaciones sindicales y estudiantes, a las cuales se sumaron posteriormente partidos de la izquierda, llamaron a manifestar al pueblo francés el 7 de septiembre.
Miles de manifestantes en toda Francia, denunciaron lo acontecido como una negación de la democracia por parte de un presidente que califican como autócrata y del cual exigen su dimisión. Pancartas exigiendo el respeto del voto y la defensa de la democracia, cubrieron las calles parisinas de la Plaza de la Bastilla hasta la Plaza de la Nación. Denuncian que Macron ignoró los resultados de las elecciones, así como un intento de su parte de consolidar el poder que ha ido paulatinamente perdiendo y que lo colocó detrás del Nuevo Frente Popular- NFP en las elecciones.
Esta movilización viene a sumarse a la larga ola de protestas que vienen dándose en Francia a raíz de las medidas tomadas por el gobierno de Macron. Por su lado, La Francia Insumisa -LFI, uno de los partidos del NFP, ha iniciado un proceso de destitución contra Emmanuel Macron. Siendo un proceso largo y engorroso, no se garantiza que termine por llegar a buen puerto.
Dentro de los manifestantes, algunos consideran que la constitución francesa de 1958 y la Quinta República que surgió con ésta, tienen que ser remplazadas, en particular para remediar al aspecto centralista y al poder presidencial que puede llegar a ser autoritario. Para la muestra un botón, con Macron y su manera de gobernar, que ha sido fuertemente criticada en particular a lo que se refiere al respeto frente al sufragante y a las reivindicaciones en las movilizaciones en las calles francesas.
Célia, quien estaba presente en la movilización con una pancarta que decía, por un lado, “Macron nos roba nuestra democracia” y por otro “Lucie Castets, Primera Ministra” es crítica del actual sistema. Miembro del partido La Francia Insumisa – LFI y de ASSO, Organización sindical del sector asociativo, Célia considera que “nuestra constitución tiene problemas, remonta a De Gaulle en el 58, fue hecha en el marco de un gobierno militar en un estado de postguerra y tiene aspectos que favorece el monopolio del presidente; algo así como una monarquía constitucional. Por lo tanto es necesario cambiar la constitución para que se invite a los ciudadanos a estar presente en todo momento para expresar su opinión; porque, por ejemplo, aquí se eligieron unos diputados pero no hay un mandato imperativo frente a quienes los eligieron. (Los diputados) hacen lo que quieren, pueden tener un programa pero después pueden cambiarlo; son personas elegidas pero uno no puede exigirles su dimisión cuando no hacen lo que se comprometieron a hacer”.
Una de las pancartas que me hizo sonreír y que me pareció particularmente significativa, fue una imagen bastante bien trabajada pues se veía real, de un apasionado beso entre el presidente Macron y Marine Le Pen, cabeza del partido de extrema derecha Rassemblement National – RN. ¿El beso de la mujer araña?
Lo cierto es que la palabra “traición” figuraba de forma reiterada en las pancartas de los manifestantes. Traición frente a las reivindicaciones sociales en las calles, las cuales Macron ha ignorado. Pero igualmente traición frente al hecho de que el presidente junto con el Nuevo Frente Popular – NFP aplicaron un cordón sanitario (ver artículo “Terminará Macron saliéndose con la suya”) contra la extrema derecha en segunda vuelta y, sin embargo, Macron resultó eligiendo un primer ministro al cual Marine Le Pen dio el visto bueno. Esto, a diferencia de otros candidatos del presidente, ante los cuales la jefa de la extrema derecha sí pronunció una potencial moción de censura a través de los medios de comunicación.
Uno de los argumentos enunciados por Macron para no nombrar a Lucie Castets, candidata postulada por la izquierda, es que el Nuevo Frente Popular no tenía la mayoría absoluta. Aunque el partido presidencial tampoco la tiene y tampoco la extrema derecha… Es decir, tres bloques, ninguno con mayoría absoluta, pero uno de izquierda con mayoría relativa que, sin embargo, actualmente quedó excluido de la dirección del gobierno.
Como expresé en un artículo anterior, el verdadero enemigo para el neoliberalismo de Macron no es la extrema derecha, sino más precisamente la izquierda y en particular la Francia Insumisa- LFI, eje fundamental del Nuevo Frente Popular-NFP. Macron trató de desmantelar el bloque de izquierdas unidas, en particular tratando de sonsacarse a los socialistas y relegar a la Francia Insumisa-LFI. No lo logró.
Dentro de una lógica de realpolitik y a pesar de que el campo presidencial ha rechazado públicamente a la extrema derecha, finalmente, se terminó recurriendo al partido lepenista como complemento “aritmético”, para poder excluir a la izquierda del ajedrez político. En otras palabras, entre dos bloques, el de la izquierda y el de extrema derecha, Macron terminó escogiendo al segundo.
Sectores de la izquierda, así como algunos medios de comunicación, han hablado de un acuerdo entre Marine Le Pen y el presidente, previo al nombramiento del nuevo primer ministro. A esto, la cabeza de la extrema derecha ha respondido diciendo que no es la “directora de Recursos Humanos” de Macron. Seguramente no lo es, pero claramente su partido sí será un arbitro decisivo. De hecho, así lo dijo ante los medios televisivos franceses, Jordan Bardella, quién habría sido el primer ministro de extrema derecha si el RN hubiera ganado las elecciones legislativas.
¡Habrá que esperar para ver cuántas tarjetas amarrillas y cuántas rojas sacará la extrema derecha !, o, ¡cuántos penaltis falsos pitará!
Lo cierto es que Macron no ha escuchado al pueblo, ni ahora con la elección del primer ministro, ni a lo largo de su mandato. Esto se pone particularmente en evidencia con la reforma pensional que “el jupiteriano” (¿o debería llamársele más bien El Príncipe?) terminó imponiendo aunque un 72% de personas no estaban de acuerdo con ella según una encuesta del Instituto Elabe.
Por su lado, el pueblo francés se moviliza, en especial los jóvenes de todas las vertientes sociales. El mundo estudiantil está desde luego presente. Lou, una joven de un sindicato estudiante que participó en la movilización de este 7 de septiembre, me decía que “cuando hay una movilización social, creamos Asambleas Generales, intentamos reunirnos como estudiantes para definir lo que queremos, que se pretende hacer y como luchamos, definimos como hablamos de esto, como lo divulgamos y así creamos un movimiento estudiante que comparte los mismos intereses de lucha”.
El mismo sindicato estudiantil al que Lou pertenece forma parte igualmente de la “Union syndicale Solidaires” (Unión Sindical Solidarios) formada por federaciones y sindicatos nacionales, así como por sindicatos locales y regionales. Ella considera que “como trabajadores tenemos que movilizarnos porque aquí es que tenemos el mayor peso en la sociedad, en nuestra fuerza de trabajo, en nuestra fuerza de pensar en el medio universitario (…) la huelga es eficaz porque actualmente las únicas batallas sociales que ganamos se han hecho con la huelga general y efectivamente habría que hacer una verdadera huelga general, bien contundente; así que espero que la huelga general que ha sido convocada por los sindicatos, pienso que para el 1ro de octubre, surta efecto y permita bloquear a los sectores que es menester bloquear”.
En efecto, la Confederación del Trabajo – CGT, junto con otras organizaciones sindicalistas, entre ellas la “Union syndicale Solidaires” a la que pertenece Lou, han llamado a una huelga general y nacional para el 1er de octubre. La huelga interprofesional y de movilizaciones ciudadanas tiene como objetivo protestar contra la reforma pensional y exigir un aumento de los salarios, la financiación de los servicios públicos, así como otras cuestiones sociales y económicas.
Terminaré este articulo citando una frase del “El Príncipe” de Nicolás Maquiavelo:
“Los hombres, en general, juzgan más con los ojos que con las manos. Todos pueden ver, pero pocos tocar. Todos ven lo que pareces ser, pero pocos saben lo que eres; y estos pocos no se atreven a oponerse a la opinión de la mayoría, que se escuda detrás de la majestad del Estado.”
Afortunadamente en Francia, hay quienes pueden tocar y ¡sí se atreven a oponerse!
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