Antonio Sanguino Páez
Sociólogo, Mag. desarrollo regional y PhD gobierno y administración pública. Ex senador y miembro de la Dirección Nacional del Partido Alianza Verde
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La elección de Gregorio Eljach como nuevo Procurador General de la Nación fue un verdadero coscorrón al hombre de los coscorrones, el huérfano de poder Germán Vargas Lleras. Vargas, en trance de candidato presidencial quería repetir en el 2026 con la Procuraduría, lo mismo que hizo sin éxito con la Fiscalía General en manos de Néstor Humberto Martínez en la campaña del 2018, eliminando a la brava y con expedientes fabricados a competidores y adversarios. Y digo sin éxito, porque ni el control del organismo investigador, ni su alianza con clanes mafiosos, ni el poder burocrático en el Gobierno Santos, ni la manipulación de las encuestas, ni los ríos de dinero financiando su aspiración, le sirvieron para evitar quedar regado en el camino.
De nuevo Vargas Lleras movió hábilmente sus hilos en las altas cortes para ganar con cara o con sello. Su estrategia dio resultado en la primera etapa. Después de un largo proceso de selección logró que el Consejo de Estado se decantara por Luis Felipe Henao, uno de sus más fieles alfiles, prescindiendo de connotados juristas que le hubiesen dado estatura a la terna. Pero la Corte Suprema de Justicia no se quedó atrás y se decidió por Germán Varón Cotrino quien fue por mucho tiempo el congresista estrella del vargasllerismo. Si la terna adquirió un perfil notablemente político fue por cuenta de las Cortes, con el agravante de ser políticos ligados a Cambio Radical, el partido con mayor tradición corrupta.
Pero le salió “el tiro por la culata”. Porque cuando se sentía ganador por haber puesto contra las cuerdas al Senado de la República y al Presidente Petro obligándolos a elegir entre dos candidatos provenientes de sus entrañas, Petro sacó el as debajo de la manga que le permitía evitar las perversas pretensiones del candidato presidencial en ciernes. A la terna llegó entonces, por cuenta de Palacio de Nariño un gallo jugado en el Senado de la Republica en donde ha ejercido como Secretario General por 12 años, un candidato curtido en asuntos legislativos y un amigo de todas las fuerzas políticas del Congreso. Si Gregario Eljach fue derrotado con cero votos en la Corte Suprema en donde compitió y perdió con Varón Cotrino, en la terna a la que llegó de la mano de Petro, era inderrotable. Y la paliza que le propinó a sus contendores así lo confirma: 95 votos de 105 posibles, frente a 3 de Henao y 2 de Varón.
A Petro le han cuestionado el perfil político de Eljach, como si la composición política de la terna no tuviese origen en las Cortes. Olvidan los críticos que el propio Eljach pasó con éxito por el filtro jurídico de la Corte Suprema quedando seleccionado entre los últimos 10 candidatos sobre los que decidió el alto tribunal. Y en todo caso, si Petro hubiese ternado al mismísimo Francisco de Paula Santander, el resultado hubiese favorecido a Vargas Lleras haciéndole un enorme daño a este poderoso organismo de control y a la máxima expresión del Ministerio Público.
La elección de Eljach como nuevo Procurador deja varios mensajes. El Presidente en cumplimiento de sus funciones y en ejercicio de las competencias que le otorga la Constitución, ha roto la tradición presidencial de ternar candidatos para los organismos de control y de justicia que provienen de las huestes o del entorno del mandatario de turno. Eljach proviene políticamente del Partido de la U, pero en el caso de la Fiscalía optó, sin antecedentes, por una terna solo de mujeres de altas calidades en el derecho penal; y para la Defensoría del Pueblo le entregó a la Cámara de Representantes una terna de mujeres con una incuestionable trayectoria en la defensa de los derechos humanos.
A Eljach le corresponde cerrar la etapa de una Procuraduría convertida en trinchera de oposición política. Tiene la oportunidad de demostrar que el máximo organismo de control disciplinario no seguirá siendo un botín burocrático de los Congresistas y sus partidos; que no le temblará la mano a la hora de investigar y juzgar a los servidores públicos, incluidos los parlamentarios comprometidos en graves hechos de corrupción; que defenderá los derechos humanos, de las victimas y de la paz sin sesgos ideológicos; y que aplicará con todo rigor el principio de convencionalidad que significa ser guardián del acatamiento de los convenios y tratados internacionales suscritos por Colombia, en particular la Convención Americana que, protegiéndonos de los golpes blandos, en su artículo 23 prohíbe que una autoridad administrativa como la Procuraduría destituya servidores públicos elegidos popularmente si no existe una sentencia judicial.
Eljach puede ser una pieza clave en la convocatoria a un Acuerdo Nacional que ha planteado el Presidente Petro. Un Acuerdo que puede arrancar con una cumbre de los poderes públicos que restituya un ambiente de estabilidad institucional. Eso sería un segundo coscorrón para Vargas y uno colectivo para toda la extrema derecha.
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