
Adriana Rodríguez Molano
Analista política, Máster en Sociología política y política comparada de la Universidad París 10 Nanterre y Máster en Análisis de problemas políticos, económicos e internacionales contemporáneos de la Universidad Externado de Colombia.
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¿Qué sería un partido político con solo cuadros políticos? ¿Qué sería una iglesia sin fieles? ¿Qué sería una empresa con accionistas y sin mano de obra? ¿Qué sería un presidente sin gente? No serían nada. Existirían sólo en el papel, extasiados de ellos mismos, como la corte de Luis XVI y sus cortesanos.
A como diera lugar, los medios hegemónicos trataron de tapar el sol con las manos al intentar de cualquier forma minimizar la magnificencia de las Marchas del 18 de marzo convocadas para defender las reformas propuestas por el Presidente Gustavo Petro y promover la aprobación por parte del Senado de la Consulta Popular. Quisieron eclipsar un momento histórico en que la sociedad progresista se alzó por la defensa de sus derechos, banalizados por quienes deberían garantizarlos. Que hubo 4 personas que cometieron actos vandálicos en Bogotá, que los alcaldes brindaron seguridad de los manifestantes, que al presidente cómo se le ocurrió decir esto y lo otro en su discurso … y bla, bla bla. Desde luego no hablaron de lo fundamental.
Miles y miles de personas salieron a marchar. Por mi parte empecé la marcha en Bogotá a las 10 am desde el Parque Nacional y desde esa hora, logré abrirme camino por lo recovecos que quedaban disponibles a todo lo largo de la séptima. Empecé a recolectar testimonios de sindicalistas, de profesores, de lideres políticos, de personal de la salud, de pensionados, de estudiantes, de campesinos, de indígenas, de gente que salía con sus amigos, su pareja, su familia… Más de dos horas duró mi travesía y en todo ese recorrido no vi una fracción de espacio que quedara vacía de gente.
Todas las personas entrevistadas coincidían en algo: el apoyo total a las reformas de Petro. El segundo punto en común fue la desaprobación contundente y unánime frente al congreso (ver entrevistas en https://www.tiktok.com/@adrianarodrigu9426?_t=ZN-8v9qicEViDO&_r=1).
La mayoría de los manifestantes completamente conscientes del boicoteo que un sector de los congresistas le está haciendo al gobierno.
Por un lado, Luz Mireya expresó que marchaba porque “el congreso de este país es ineficiente, les pagamos más de 40 millones de pesos para que no trabajen, no sesionen, no discutan, no propongan, no debatan, simplemente se salen y no proponen nada para el pueblo. El cambio no es de Petro, es del pueblo.” Otro manifestante, Edilerto, alias el Beto, ondeando una bandera del M19, proponía 1 senador por cada departamento, llegando a un total de 32, como solución para bajar los costos salariales. Un pensionado de la Asociación de pensionados de Ecopetrol propuso que se bajaran los salarios de los congresistas. Humberto, otro de los manifestantes, consideró que “es muy importante sacar unas leyes que castiguen al que no haga lo que el pueblo le está ordenando, que hubiera algo que sacara al congresista y lo remplazaran”.
Edgar, por su parte, propuso como pregunta para la Consulta Popular: “¿Está dispuesto a transformar a fondo el Congreso de la República?”. Esta última propuesta de pregunta fue la que más se acercó a la idea de reformar el congreso. Ahondar en este tema significaría analizar si es necesario tomar medidas para sanar eventuales vacíos constitucionales, por un lado, además de ejercer un ejercicio de veeduría real, un control frente al congreso y el establecimiento de canales correctivos de participación ciudadana frente aquellos que de forma deliberada hagan obstrucción legislativa a las propuestas de reforma. En algunos países latinoamericanos como Ecuador y Bolivia, existe la revocatoria, no solo para alcaldes y gobernadores como en Colombia, sino también para los congresistas, por ejemplo, con recolección de firmas y aprobación en un referéndum. Valdría la pena analizar la pertinencia de esta propuesta.
“Cambio sí”, decía un miembro de la Central Unitaria de Trabajadores – CUT de cara a la Consulta Popular y manifestaba que estaban marchando porque “el establecimiento está en contra de los cambios que pretende adelantar el gobierno de Gustavo Petro. Estamos respaldando las políticas de cambio social a la cuales se opone la derecha de este país”.
Algunas personas entrevistadas responsabilizaron al expresidente Álvaro Uribe Vélez del empeoramiento de las condiciones de trabajo. Una joven mujer profesional decía estar de acuerdo con la reforma laboral “ya que desde la era de Uribe nos han quitado los derechos de los trabajadores y trabajo que yo encuentre siempre lo consigo con prestación de servicios y no me parece justo que uno se dedique 5 años para ser profesional para tener esas condiciones laborales. Quiero que esta reforma nos devuelva los derechos que teníamos antes del 2003”. Sobre el mismo tema, una empleada del Hospital San Ignacio dijo que quería que les devolvieran “lo que Uribe nos quitó hace 20 años, los recargos nocturnos, los recargos dominicales porque eso no es justo con el pueblo colombiano”.
Para otros manifestantes el cambio está en uno mismo, en otras palabras, en por quién votamos. Un miembro de la Confederación de Trabajadores de Colombia-CTC decía que “creía que “tenemos que reformarnos nosotros mismos e identificar claramente con todo lo que ha pasado en el Congreso, en las Cortes, en las diferentes ramas del poder en el país, cómo están llenas de burocracia, politiquería, corrupción que no dejan progresar al país. Creo que el cambio viene en nosotros, antes que ir a cambiarlos a ellos, porque si seguimos votando por partidos políticos como el Centro Democrático, el Partido de la U, el partido conservador como los neoliberales que no son personas que representan verdaderamente los intereses del pueblo colombiano, lógicamente nos vamos a ver frustrados en nuestras aspiraciones como ciudadanos”. Asimismo, Luis Evelis Andrade, presidente de Movimiento Alternativo Indígena y Social – MAIS , enfatizó que la ciudadanía “tiene que votar en otra dirección, por gente que piense en las grandes mayorías, no en la oligarquía colombiana”.
La participación ciudadana, el protagonismo del pueblo en las reformas y en la consulta fue uno de los aspectos sobre los que se hizo mayor énfasis: como constituyente primario, como veedor del ejercicio gubernamental o como actor indispensable para los cambios. Uno de los manifestantes que venían desde Mesitas del Colegio reclamaba “una reforma social como debe ser, que el pueblo sea el que define mas no el Congreso”. Una maestra de Sociales de Nemocón subrayaba también la importancia del pueblo como base de todo cambio: “¿Por qué siendo el pueblo más, nos dejamos de unos pocos?”. De igual manera una señora que se protegía de la llovizna con una sombrilla a rayas azules expresaba su apoyo a Petro diciendo, “venimos a apoyar las reformas que están en beneficio del pueblo y no de los oligarcas” y a “respaldar a Petro porque lo amamos”. Victoria por su parte decía que “ni los senadores ni los parlamentarios que elegimos en el país nos ayudan a nada (…) gente que no está con el pueblo sino con los grandes poderes económicos y los banqueros. Necesitamos gente que sea del pueblo y que legisle por el pueblo”.
“¿Quiere usted una vida digna?” Esta fue la pregunta que Maria Fernanda, la más joven manifestante de todos los entrevistados, formuló para la Consulta Popular. Además, expresó que estaba “defendiendo un proyecto político que pone a los menos favorecidos como prioridad”. De igual manera, otro manifestante con cachucha gris realzaba la solidaridad, la conciencia social y el discernimiento que brinda el análisis de la historia como bases del progresismo y de los movimientos de izquierda: “si la gente estudiara más la historia de este país comprendería porqué estamos en este momento acá, pero a mucha gente le interesa otros temas absurdos de la TV contemporánea, Caracol, RCN que son solo programas de chismes, de bobadas… no le ponen interés a lo realmente importante que es conocer la historia y sobre eso fundamentar sus ideas y generar un cambio para que otros que sufren mucho y que han sufrido mucho tengan mejor vida. De pronto algunos de nosotros tenemos algo diferente, pero a otros les ha tocado muy duro y me parece una forma de ser solidario con la gente que necesita más que uno.”
Es innegable que esta marcha fue multitudinaria por la inmensa cantidad de gente que salió a marchar, y apoteósica por el empoderamiento, la alegría, la claridad, el humor, el pacifismo, el optimismo y la fuerza de la gente. Una hilera de colores, música, pancartas, disfraces, cantos, belleza y alegría que llegó a la Plaza de Bolivar, fortalecida, con la mejor vibra, sin odios ni rencores y sobre todo, con mucho discernimiento.
Saliendo de la Plaza de Bolívar después de la marcha, a paso de tortuga, pero sin empujones y en sintonía con la gente con la que iba caminando, me quedó claro que Petro y las reformas sin la gente no son nada. El progresismo sin la gente no es nada, es letra muerta. Una sociedad empoderada es gente que progresa. Todo esto tiene su razón de ser cuando la gente toma conciencia de lo que ha de ser este país, de los cambios que se han de generar. Si no estamos con la gente, si la gente no está, el cambio no tiene sentido. Ahí está el despertar, el despertar que necesitamos para generar empatía, para generar amor hacia aquellos cuyos derechos han sido pisoteados históricamente en Colombia. A partir de ahora lo serán cada vez menos, “hasta que la dignidad se haga costumbre”, como dice la vicepresidenta Francia Márquez. Esto significa progresismo, progresar, es una sociedad que progresa, que se ha despertado y despierta.
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