
Francisco Bustamante Diaz
Sociólogo, escultor y defensor de derechos humanos
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Cuando fue Alcalde Mayor de Bogotá, Gustavo Petro sufrió los efectos de la guerra jurídica que le declararon, entre otros, el denominado Cartel de la Basura. Este cartel era y es una alianza conformada por empresarios que se dedican al negocio de recoger la basura en la capital del país, algunos partidos y dirigentes políticos que temían al crecimiento y aceptación que Petro generaba en la ciudadanía y periodistas con lazos evidentes con los dos anteriores. Pura basura.
El Procurador General de la época, Alejandro Ordoñez, se unió a ese cartel y decidió destituir ilegalmente al Alcalde. El 19 de marzo de 2014, Petro salió al balcón del Palacio Liévano y pronunció lo que hubiera sido su discurso de despedida como burgomaestre capitalino. El diario El Espectador dijo que el único sentimiento que se vivía, en ese momento, en la Plaza de Bolívar, era la tristeza.
Al respecto, Francisco Bustamante escribió el siguiente poema. Ustedes podrán decidir si hoy tiene plena vigencia. Talvez, parafraseando a León Felipe, ustedes concluyan que es oportuna esta canción.
ESE MALDITO ARDOR
Francisco Bustamante
(con un sentido cautelar hacia Gustavo Petro)
Un soldado levanta una bandera azul, blanca y roja
desde el meridiano de un sol mestizo.
Grita patria y se enfrenta a la traición de abril
desde los morichales de Orito
Sabe que puede terminar muerto, preso o torturado
y siente un ardor en la garganta.
Tiene el coraje de los enardecidos de sal,
de los cañeros amanecidos,
de los comuneros de oriente y
de los carnavaleros de Gaira.
Tiene fuego en la sangre y
ardor en las tripas.
Buscará a Carlos en Puentequemado
mientras sube al páramo de Granizales
cerca del cielo
y entre las factorías del agua y
los olores de esparto
soñará con la paz para sanar
la angustia de los olvidados.
Su rabia es tranquila, pero se muerde en silencio el
índice con el que ya no dispara y
baja del monte a contar sobre el canto de los pájaros del hielo.
Camina de espaldas al pasado sin olvidar los besos
ni las flores de las amantes del tiempo.
Sube las escalinatas del templo
donde existe un oráculo
encadenado y vuelve a soñar
con las alondras dormidas.
Cree, a pesar del ardor en su corazón volcánico.
Lanza de nuevo la bandera en el depósito de los archivos del hambre y sus
repercusiones
Y vuelve la traición a ser su suerte.
Grita desde los ventanales
mientras la patria lastimada por los
bastardos de siempre, se resiente.
Sobre esta piedra se tendrá que construir
algún día la esperanza.
Bogotá, marzo de 2014 (antes de su destitución)
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