Nana Rodríguez Romero es la escritora tunjana que hoy nos muestra una parte de la realidad, vista y narrada desde los ojos y las palabras de quien percibe el mundo más allá de lo evidente.

Nana Rodríguez Romero
Individuos y universos, vistos por el ojo de la poesía
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Inaugurar el día con una oración y dar gracias
por el canto de los pájaros, visibles en mi oído
abrir la persiana y ver que las plantas vibran
sin alterarse por las hojas que han perdido
saber que en el lugar más apartado de la conciencia
miles de soles respiran al unísono
como partículas del universo impredecible.
Repetir las ceremonias del rostro ante el espejo
con sus letanías de evidencia y realidad
hacer el lavatorio gentil de los sentidos
otros fueron los hábitos de ayer, otras las miradas
el cuerpo cubre su verdad con otros cuerpos.
El día pasa y con él las marcas en el agua.
Del libro La piel de los teclados
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Un cántaro desciende
Por la garganta de la tierra
Para buscar el don líquido
En tiempos de sequía.
Así me sumerjo
Hasta su sustancia inagotable
Para alimentar mis deseos
Y conocer tus peces,
Pero si la vasija está rota
Sólo conoceré el limo
Y ya no vendrán los pájaros
A iluminar el patio
Hace parte de Hojas en mutación
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Cuál es el enigma
de las horas contadas
día a día
como el sagrado pasar de las semillas
que cierran un círculo
en el rosarium de los monjes
con sus plegarias de agua
o ceniza
dirigidas a un dios
que duerme en los altares.
Qué sentido tiene la línea de la vida
cuando se tensa o se dobla sobre sí misma
como un caracol o una espiral que
se dirige al infinito.
¿Acaso las mareas hablan un lenguaje cifrado
un secreto esquivo a los ojos de los hombres
una rosa de Paracelso
que arde en el corazón y apenas lo sabemos?
Está en El orden de otros días
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Esa mujer
lleva ceñida a su cuerpo
una transparencia.
aguarda en una esquina
impúdica y felina
con los besos aún tibios
en la boca
y las noches delineadas
por sus ojos.
Es dueña de una esquina,
territorio
donde se acuñan
amoríos de media hora
con espejo y pintalabios.
Esa mujer lleva medias negras
paso firme
y un amor invulnerable en la cartera.
Es uno de los poemas del libro Permanencias
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Blasfemias
Como si fuese un hereje
en tiempos de inquisición
teme al artificio
que lo obligue a blasfemar
en contra de su origen
abdicar ante fuerzas fatales
que merodean sin descanso
estas tierras: antes baldías
La vida se evade sin festejos
y no sabe qué hacer
con la voz de las constelaciones
en el umbral de la partida
Hace parte del poemario Vendimias del desierto
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