
José Aristizábal García
Autor entre otros libros de Amor y política (2015) y Amor, poder, comunidad (2024)
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Lo mejor que nos deja el período de gobierno de Gustavo Petro es un despertar de distintos sectores populares y un mayor nivel de conciencia respecto a la necesidad de un cambio en el país.
Después del ascenso de los movimientos sociales en los años 2019-2021, hoy vemos que la inconformidad popular se expresa más en el plano político, en las movilizaciones de apoyo a las reformas propuestas por el gobierno y en el respaldo electoral que han recibido las candidaturas de Iván Cepeda y Carolina Corcho.
Lo que uno capta de esa inconformidad es que se quiere y se reclama ir más allá de lo que se ha logrado en este primer gobierno progresista. Al mismo tiempo, para ganar la mayoría de la voluntad popular, la propuesta del candidato del Pacto Histórico y el Frente Amplio no se puede quedar en darle continuidad a lo hecho por Petro, en repetirlo, sino en elevar sus logros a un nuevo nivel.
Desde la realidad mundial, la exigencia de avanzar en los grandes cambios que se están produciendo, se ha vuelto aún más urgente con los hechos del genocidio contra Palestina, la intervención norteamericana en América Latina y sus asesinatos extrajudiciales en el Caribe.
Además, si se quiere superar las limitaciones que han tenido los gobiernos progresistas de América Latina y de España, y si no se quiere que se repita lo que está ocurriendo en Chile, el proceso en Colombia requiere dar un salto adelante con unas reformas más profundas.
Creemos que ese ir más allá, ese salto adelante, puede articularse en torno a la propuesta de sacar adelante la realización de una asamblea nacional constituyente. Este tema ya está planteado porque Petro amagó y amenazó con convocarla. Ahora toca asumirla a fondo y con todo lo que ella implica.
Los siguientes son los argumentos en su favor.
i) Una asamblea constituyente es la que puede avanzar y asegurar los cambios que necesita el país y que las clases dominantes y su Estado profundo han obstaculizado y seguirán obstaculizando.
ii) Una constituyente, con las reformas que requiere Colombia, es la herramienta más poderosa de movilización política y social que nos podamos ingeniar en este momento y le da un gran plus a la campaña presidencial. Porque más allá de la militancia y la influencia directa de la izquierda, existen muchos otros sectores sociales, económicos y políticos que están interesados en cambios reales en la realidad del país.
iii) Es la propuesta más abarcadora. Si las tesis electorales de Cepeda se logran hacer en clave de unas propuestas para una asamblea constituyente, esto marcará una diferencia radical con las demás candidaturas y atraerá a todas las fuerzas que están sintiendo la necesidad de un cambio real en Colombia. Imaginemos la instalación de asambleas municipales constituyentes en la mayoría de los municipios del país. Recordemos que, después de las Asambleas Municipales Constituyentes de paz de Mogotes y Tarso, se instalaron doscientas asambleas municipales constituyentes de paz en quince departamentos.
iv) Esta es la propuesta que expresa una mayor confianza en el pueblo, porque activa esa poderosa inspiración del constituyente primario, pues “la soberanía reside exclusivamente en el pueblo”, como dice el artículo tres de la actual constitución.
v) Una constituyente también puede ser la ocasión para llegar a acuerdos de paz con la insurgencia, con los sectores del propio establecimiento que apoyan a los grupos paramilitares y sacar las armas de la lucha política.
Están bien las consignas de “ganar la presidencia y la mayoría en el Congreso” y “ganar en primera vuelta”. Pero no es lo mismo una mayoría en el Congreso que una constituyente, aunque la primera favorezca la segunda. Colocar la constituyente, no como una frase o una consigna más, sino como el corazón o la almendra de la campaña, puede producir una retroalimentación: la invocación a votar por Cepeda crea las condiciones para convocar a la constituyente y, al mismo tiempo, la invitación a la constituyente crea condiciones para una mayor votación por Cepeda. Ambas se refuerzan.
Ante a la descomposición de las clases dominantes, el desborde de las mafias locales y transnacionales, la antidemocracia y la intervención de EEUU en América Latina y en Colombia, necesitamos una propuesta radical que vaya más allá de lo que se logró con Petro en este período. Y esa puede ser desatar el poder constituyente a la sombra del cual pueden florecer otros poderes duales y autónomos.


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