
Germán Corredor Avella
Ingeniero y profesor
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Cuando el ingeniero Vargas supo que el director de ciencias humanas había dicho públicamente que los ingenieros eran cuadriculados y sin conciencia social y que además eran borregos que seguían a ingeniero Lomas, no dudo en acudir al juzgado académico para demandar por injuria y calumnia al profesor Huertas, antropólogo, con maestría en sociología y doctorado en ecología social y que a la sazón era el director de ciencias humanas
Vargas, en su demanda, alegó que los de ciencias humanas eran unos vagos, que vivían discutiendo pendejadas y no hacían nada por el país. Además, planteó con firmeza que la ignorancia de ellos y en particular de Huertas respecto a la gran contribución de la ingeniería al progreso nacional era la causa de afirmaciones tan agresivas e injuriosas y además falsas. Alegó que en ingeniería eran más estudiosos y que eso de cuadriculados era una falacia basada en el desconocimiento de los principios de Pitágoras. Argumentó como epílogo a su demanda que el apoyo de los de ciencias humanas al profesor Manera era una manera de menospreciar a los de ingeniería que iban por Lomas.
El Juez, doctor Justo Pastor Rojas, leyó con atención la demanda y pensó (los jueces piensan en quien puede tener la razón antes del juicio, me imagino), que dada la gravedad de las acusaciones públicas del doctor Huertas y de los argumentos profundos del ingeniero Vargas, y, habida cuenta, de la capacidad intelectual y moral de los actores del litigio, lo procedente y, con seguridad, eficaz era la conciliación. Se moría por oír argumentos sesudos de parte y parte y por verlos al final darse un abrazo de amistad y colegaje. Eso era lo justo pensó. Y se sintió satisfecho por su imparcialidad y ecuanimidad en un caso de tanto relieve mediático.
Así que procedió a citarlos a su despacho para el día 8 de octubre del año en curso a las 8 de la mañana (después cayó en cuenta que ese día se conmemora el día del guerrillero heroico y se arrepintió, pero ya era tarde. El auto estaba firmado y ejecutoriado como hablan los jueces y los abogados).
Llegó el día y la hora de la audiencia. Había barras que gritaban a favor de uno y otro. El profesor Huertas se presentó bien peinado, con su cola de caballo en el pelo, su mochila arhuaca terciada y unos tenis nuevos que lo hacían ver más joven de lo que era. El profesor Vargas iba con traje de paño y corbata, zapatos bien lustrados y peluqueado al estilo Humberto (cortico a los lados y un poco más largo, pero sin exagerar, encima de la cabeza).
El Juez con su toga un poco brillante por el uso (la justicia es requerida permanentemente, por eso las togas se ponen brillantes, no era culpa del juez) inició la sesión con la sobriedad que el acto merecía. Se oyó el himno nacional y todos se pusieron de pie. El profeso Vargas con la mano en el corazón y el profesor Huertas en los bolsillos.
Fueron sin abogados, porque ambos se consideran capaces de actuar solos.
El demandante repitió los argumentos de su acusación. No somos cuadriculados, no somos ignorantes y, claro somos más inteligentes que los señores de humanas. Buenos en matemáticas, física, diseño de vías, puentes, máquinas, líneas de transmisión, aparatos electrónicos, modelos de software, y un largo etc. Todo lo que hacemos es para ponerlo al servicio del país. Sin nosotros se viviría en la edad de piedra. Por ello no es aceptable que nos calumnie y nos injurie de esa manera. Ello requiere un castigo ejemplar. Y volvió a repetir con entusiasmo que por eso apoyaban al profesor Lomas y pedía al Dios que nos ilumine para que Manera no cambié lo que con tanto esfuerzo hemos logrado en la Universidad.
Huertas replicó: todo eso que ustedes llaman desarrollo ha sido hecho atropellando la naturaleza, acabando bosques, afectando especies, acabando con los ríos. No entienden ni para quien trabajan, son ignorantes, no respetan a la sociedad ni la toman en cuenta en sus grandes obras.
La discusión se fue acalorando y ya parecía que se iban a las manos. De pronto Juliana, profesora de modelos estéticos en la facultad de artes, pidió la palabra:
Es lógico que entre machos lleguen a la violencia para dirimir un asunto tan elemental. Carecen ustedes del lado femenino que les permitiría, ver el asunto con una óptica diferente. Podrían evaluar los aspectos positivos de cada lado, los aportes que cada uno ha hecho efectivamente a la sociedad y entender que la violencia a la que el patriarcado ha acudido desde tiempos inmemoriales es lo que tiene al mundo como estamos: con gobiernos autoritarios, profesores egocéntricos y narcisistas, asesinos de la vida por un teléfono. Qué falta hizo en este juicio la voz femenina, dijo y se sentó.
El recinto se silenció y el Juez Justo Pastor, con la mano en el mentón reflexionó por varios segundos. Pensó en realidad que las dos partes tenían algo de razón y planteó su posición para enderezar el pleito y lograr la conciliación:
Es innegable que los ingenieros construyen la infraestructura, los equipos y modelos que el país necesita. Es innegable también que se debe tener en cuenta para qué y para quien son las obras. Pensar en el beneficio general es una obligación de ambos. Es indudable que los profesionales de ciencias humanas nos enseñan mucho sobre la conducta y el comportamiento de la sociedad y nos dan luces sobre cómo podemos construir un mejor futuro. Así que los invito a colocarse en el lugar del otro y a tomar medidas como estas:
- Hacer cátedras conjuntas de ingeniería y sociedad
- Hacer foros de discusiones sociales en las aulas de ingeniería.
- Hacer foros sobre avances en la ingeniería en las aulas de ciencias humanas.
- Dejar que democráticamente se elija entre Lomas y Manera sin que eso implique el triunfo de una facultad sobre otra.
Cómo les parecen estas sugerencias. ¿Estarían dispuestos a conciliar?
Huertas miró a Vargas y Vargas miró a Huertas ambos con ojos de rabia. ¿Qué hacer? Estaba de por medio la dignidad, y eso era innegociable para ambos.
Casi al mismo tiempo los dos se dieron vuelta y salieron del recinto a paso ligero sin voltear a mirar atrás. La diligencia había terminado.
Hasta hoy los unos creen que son más inteligentes que los otros y el país no ha encontrado una forma real de cambiar las cosas para construir un mejor futuro.


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