Víctor Solano Franco
Comunicador social y periodista
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Una vez más, el presidente Petro genera escalofríos en quienes ven cómo se abren a patadas las puertas que separan los poderes públicos. Ahora, el presidente ha dicho en eventos públicos que las pruebas que tiene el Concejo Nacional Electoral por posibles irregularidades en la campaña del entonces candidato del Pacto Histórico, son “pruebas chimbas”.
Puede que lo sean, pero ¿está bien que el jefe de Estado las descalifique y por ende también al organismo rector siendo el directamente involucrado? El señor Gustavo Petro dejó de ser el candidato y pasó a ser el Presidente de la República, máximo garante desde el poder ejecutivo, de ofrecer todas las garantías de ejercicio a cada uno de los poderes y a cada institución del Estado.
Le corresponde a él y a todos los que lo han antecedido (y a sus posteriores sucesores) en ese cargo, ser el más enconado defensor del libre ejercicio de las acciones de control. ¿Qué lo afecta por ser un humano? Claro que sí, puede afectarse, como bien lo expresó César Torres, el director de El Quinto en otra muy buena de sus columnas (‘La embarrada presidencial’), pero ahora es el representante de toda una nación. Las garantías para el Estado tienen que subordinar a los estados del ánimo.
A Álvaro Uribe le sugerían a menudo tomarse la valeriana para domar, como a sus flamantes caballos en Rionegro, su azaroso e indómito genio. Y sí que tenía que hacerlo. Pues como a Uribe, a Petro también le conviene aclimatar el temperamento y referirse con respeto a las Cortes y a toda institución del Estado.
Deje, Presidente, que los jueces decidan en derecho qué tan chimbas son las pruebas que el CNE presenta. Deje de ver “golpes blandos” en todas partes. Aunque haya empresarios, políticos, periodistas, camioneros, artistas, académicos y muchos ciudadanos que no vean con buenos ojos que usted haya llegado al poder o que después de su arribo tengan sus reservas, el grueso de los empresarios solo quieren seguir creciendo y generando empleos; el mayor porcentaje de los periodistas solo quiere informar y la mayoría de los ciudadanos solo quiere poder vivir con bienestar. Los continuos ataques del Presidente a las contradicciones que otros encuentran y que mete en la misma anacrónica bolsa llamada “los ricos” solo termina por envenenar más y abrir las brechas sociales. Nada se gana con alimentar la lucha de clases, busquemos más bien emparejar por lo alto la calidad de vida de la mayoría de los colombianos sin tener que devastar la confianza de todos.
A la mayoría de los colombianos nos interesa que al Presidente le vaya bien, sin importar si es de derecha o de izquierda, porque si le va bien, le debería ir bien al país. Va a seguir encontrando opositores y contradictores hasta que entrega la el mando a su sucesor, pero en el camino su responsabilidad es concitar los consensos y no echar sal en las heridas. En ese mismo camino, aunque el curso de algunas investigaciones le puedan incomodar o inquietar, su papel es que éstas sigan el cauce del derecho. En cambio, meterle la zancadilla a las instituciones si podría interpretarse como un ‘golpe blando’ al Estado para intentar atornillarse en el poder como hace el vecino al otro lado del Arauca.
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