
José Milito
Libre pensador y autodidacta
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Una de las principales promesas de campaña del actual gobierno, la paz total, parece hundirse irremediablemente. Ninguno de los nueve procesos -contando los de diálogo político y sometimiento jurídico- está produciendo resultado tangible alguno.
La estrategia gubernamental de promover la división interna de las contrapartes con las cuales negocia, para adelantar conversaciones de paz con fracciones de las mismas, no logra acuerdos que impacten positivamente en la vida de las comunidades y, en cambio, genera cada vez más desconfianza de los actores y grupos armados hacia el gobierno.
También genera montañas de información diaria alrededor de tales procesos, publicada religiosamente en los grandes medios de comunicación. Pero logra pocos avances.
A las dificultades particulares de cada uno de ellos se suman las rivalidades internas en la oficina de paz del Gobierno.
Las diferencias entre Otty Patiño y Vera Grabe, acerca del proceso con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) son de fondo y evidentes: el primero, decidió negociar con un pequeño grupo que se separó de esa insurgencia -con el apoyo del propio gobierno- y buscar una victoria política y militar sobre el conjunto del ELN, diciendo que es imposible continuar los diálogos con las instancias de dirección de dicho grupo; mientras tanto, la Señora Grave insiste en preservar la mesa con la comandancia elena y avanzar cumpliendo lo pactado.
El proceso con el Estado Mayor Central de Bloques y Frentes (EMCBF) tampoco se mueve en dirección alguna. Este grupo es dirigido por Calarcá Córdoba quien se separó del Estado Mayor Central que opera bajo las órdenes de alias Iván Mordisco. Una de las áreas de mayor presencia del EMCBF era El Catatumbo, a través del frente 33 que hoy está diezmado por el enfrentamiento que sostiene con el ELN. El correspondiente equipo del gobierno está bajo la responsabilidad de Camilo González quien no parece hacer parte del círculo cercano al Consejero Comisionado de Paz, Otty Patiño, lo cual influye negativamente en las negociaciones que languidecen, tal como lo informó El Espectador el 3 de diciembre del año anterior.
Por su parte, Armado Novoa luce opaco (oportunista, dijo Iván Márquez, comandante de la Segunda Marquetalia) en las conversaciones con la Coordinadora Nacional Ejército Bolivariano, escisión del grupo de Márquez que es, a su vez, un grupo residual de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia que firmaron un acuerdo de Paz con el Estado colombiano y entregaron las armas. La inmovilidad de esas negociaciones, se puede agravar debido a la captura, con pedido de extradición, de Geovany Andrés Rojas, vocero de este grupo, la semana pasada en Bogotá.
Mientras tanto, el delegado gubernamental Fabio Cardozo parece sobrepasado por las dinámicas de las bandas delincuenciales en Buenaventura y la amenaza de expansión del Clan del Golfo en todo el Pacífico.
Ni qué decir de Álvaro Jiménez, líder del equipo de gobierno para la negociación con el Clan del Golfo (Autodefensas Gaitanistas de Colombia). Cuestionado por sus propios compañeros y señalado por la contraparte de traicionar su confianza cuando las Fuerzas Militares atacaron un campamento de ese grupo ilegal, poco después del anuncio de un acuerdo.
Otros equipos menores intentan dar oxígeno a procesos jurídicos con algunas bandas de origen paramilitar, cerca de Santa Marta. Sin un norte claro, porque nadie los orienta, nadie les da la línea. Quizá porque Patiño está ocupado dando declaraciones y partes de victoria a los medios de comunicación
Pero el naufragio de la política de paz de este gobierno, no se debe solo al desorden y la falta de articulación al interior de la OACP.
Desde los primeros meses de su gobierno, la grandilocuencia pública del Presidente se enfrentó a la dificultad jurídica de emprender procesos con los grupos armados provenientes del paramilitarismo que manifestaron su intención presentarse como actores políticos del conflicto.
Las características ideológicas y comportamentales de estos grupos son las de aquellos que son combatidos mediante la aplicación de La Convención de Palermo. Esta es un instrumento, creado por la Organización de Naciones Unidas (ONU) para enfrentar y derrotar el crimen transnacional organizado.
Por eso, no es posible concederles reconocimiento como actores políticos. Aunque asumieran sumisamente el capricho de Patiño de que cualquier proceso de negociación debe tener las mismas e inamovibles fases de Desarme, Desmovilización y Reintegración (reincorporación o reinserción).
Y, como si todo lo anterior fuera poco, este gobierno tiene una enorme precariedad conceptual, comprada a algunos de sus asesores y a profesores universitarios que se creen académicos quienes, a su vez, las tomaron tardíamente de Mary Kaldor y Paul Collier: todavía creen que los intereses económicos y la codicia son los motores del conflicto armado interno.
Con base en esa teoría simple y falsa interpretan a sus contendores que sí tienen motivaciones políticas y, al mismo tiempo, ensayan la superación del conflicto armado y la violencia en sus distintas manifestaciones, mediante proyectos tales como paz territorial, fuerza de paz, concurrencia, etc.
Ignoran las características actuales de los conflictos y los autores que los estudian, por ejemplo, John Agnew, Peter Taylor o a Paul Staniland. Tampoco están al tanto de los cambios que observamos en todas las guerras de hoy día en Medio Oriente, Ucrania, El Congo y otras.
¿Alguien le habrá dicho al señor Patiño lo anquilosadas que suenan sus opiniones sobre el conflicto y la paz territorial a la luz de una visión global? Él y el Presidente Petro reducen todo a lograr, a la brava, la dejación de armas de los irregulares con apoyo de proyectos productivos puntuales maquillados como profundas transformaciones territoriales.
¿Qué encubre realmente la política de Paz Total? ¿Pretenden acaso, como reitera el ELN, una desmovilización sin transformaciones de fondo que supere los problemas estructurales? ¿Fragmentar, debilitar y golpear soterradamente a esa guerrilla o a la Segunda Marquetalia, que se reclaman rebeldes, tendrá algún efecto perdurable?
En este cuadro, señor Presidente, por favor, no se lave las manos culpando a terceros del fracaso a ojos vistos de su pretendida política de paz.
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