
César Torres Cárdenas
Investigador, consultor y profesor
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El 7 de diciembre de 2023, Presidente Gustavo Petro, en uso de sus atribuciones legales, designó a José Otty Patiño Hormaza como Consejero Comisionado de Paz.
El propósito del trabajo que Patiño debería realizar, se puede resumir en dos puntos principales: primero, hacer realidad todos y cada uno de los pactos que el gobierno, en representación del Estado colombiano y de la ciudadanía, ha suscrito con los grupos y actores armados y, segundo, avanzar en la construcción de unas políticas, planes, programas y proyectos orientados a eliminar las causas estructurales de la violencia.
Quienes lo conocen desde hace tiempo aseguran que Otty Patiño es una persona de pocas palabras, que no despierta pasiones ni confianzas. Es un hombre parco, ensimismado y frío. Dicen que, quizá por razones de edad o salud, asiste poco a la oficina y que, cuando lo hace, se relaciona con muy poca gente. No es inusual que Patiño duerma en su oficina en plena jornada laboral. “Mientras la guerra apesta, Otty está de siesta”, agregó en tono de broma una de las fuentes consultadas.
La originalidad de sus ideas, tampoco parece ser su fuerte.
Lo que ha dado a conocer a la opinión pública, no parece escrito por un alto funcionario gubernamental cuyas decisiones implican la continuidad, profundización y envilecimiento de la guerra o la búsqueda de la paz, sino por un pequeño y sectario grupo de activistas universitarios de izquierda en los años 70s del siglo pasado.
Los escritos y discursos de Otty parecen elaborados por alguno de esos grupos que discutían horas y horas en las asambleas estudiantiles, cada uno presentando lo que él mismo consideraba “la línea correcta” y las supuestas equivocaciones tonterías y deshonestidades de los demás. Mero sectarismo y superficialidad, unidos, a veces, a la buena voluntad.
Por ejemplo, en una reciente carta abierta dirigida a algunos comandantes del Ejército de Liberación Nacional (ELN) Patiño intentó apropiarse de la figura de Camilo Torres Restrepo, sacerdote y sociólogo que se unió a esa guerrilla en 1966; usó fragmentos de los escritos de dicho sacerdote para intentar demostrar la equivocación y perversidad de las acciones dirigidas por las personas a las que Otty envió dicha misiva. Según el Consejero Comisionado para la Paz, él mismo es el único y digno propietario del legado ideológico y moral del Padre Torres.
Espera, como esperaban quienes discurseaban sectariamente en los 70s, generar unas emociones favorables a las opiniones de Patiño Hormaza y, así, derrotar política y moralmente a esa insurgencia.
En una persona de estas características, el presidente Petro ha confiado una inmensa responsabilidad.
Pasado más de un año de su designación, los distintos procesos de negociación política y los diálogos socio-jurídicos no van hacia un propósito determinado, no cumplen un plan específico y, por supuesto, no obtienen logros tangibles. Ni siquiera en aquellos que el mismo Comisionado ha priorizado y presenta como avances de la “paz territorial”.
Uno de estos es el que se adelanta con Comuneros del Sur en Nariño: la pretendida desmovilización de este antiguo frente del ELN no ha ocurrido y, en cambio, algunos de sus integrantes han sido acusados de tener una “doble militancia” dado que, al parecer, también son parte de las denominadas Autodefensas Unidas de Nariño. A estas graves acusaciones Otty Patiño no ha dada respuesta clara.
Tampoco ha explicado si es cierto o no que la estrategia central de la implementación de la política de Paz Total, bajo su responsabilidad, consiste en fraccionar y dividir a sus interlocutores, sin comprometerse realmente con lo que se discute y acuerda en las mesas de negociación. Lo cierto y comprobable sí es que grupo que dialoga con el gobierno, se divide.
A los hechos me remito: después de dos años de diálogos y 28 acuerdos con el ELN ,el citado Frente Comuneros del Sur rompió con esa esa organización, hizo acuerdos con los delegados de la oficina de Otty y se suspendió indefinidamente el proceso que se llevaba con quienes representaban a esa insurgencia; el Estado Mayor Conjunto, grupo residual de las extintas FARC, empezó conversaciones con el gobierno, se dividió y el señor Patiño y su equipo de trabajo continuaron hablando con el sector dirigido por uno de los mandos, mientras los otros no pueden dialogar con la oficina del Consejero Comisionado para la Paz y, por último, la denominada Segunda Marquetalia, compuesta, como la anterior, por excombatientes de las FARC también iniciaron conversaciones de paz, también se dividieron y el gobierno continuó hablando con uno solo de los dirigentes de esa organización.
Si resulta cierto que esas no son puras coincidencias, se podría aceptar que José Otty Patiño Hormaza, Consejero Comisionado para la Paz de Colombia, escribe como lo hacía esa vieja izquierda universitaria, rancia y sectaria; también se podría aceptar que actúa como la señora Salud Hernández Mora, pidiéndole a los comandantes que no obedezcan a sus jefes, pretendiendo derrotar a su adversario político. Como unos y otra, Otty no ha logrado nada.
No es descartable que el gobierno decida retomar el camino de la paz. Sería el momento de darle las gracias y decirle adiós al señor Patiño.
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