
Puno Ardila Amaya
•
—Tenemos que elegir a uno de los nuestros para lograr la libertad que perdimos con este gobierno—suspiró orgulloso Osquítar—; afortunadamente, contamos con muy buenos candidatos para ganarle a esos zurdos que tienen sumido al país en este desastre espantoso.
—Yo estoy de acuerdo, Osquítar —contestó Maurén—, pero básicamente no tengo claro lo que significa “libertad” como tal.
—Pues es muy fácil: “libertad” es la capacidad de una persona para autodeterminarse; es decir, la potestad de elegir y disponer de sí mismo, como origen de sus propias acciones.
—O sea poder hacer lo que quiera, como pasar por donde sea, pararse en donde sea, poner una venta y un tenderete en donde quiera, poner música a todo volumen y animar los aeróbicos y hacer sonar la moto y comer golosinas. Pero todo eso lo prohíbe la dictadura de Petro, ¿cierto?
—Pues hay “libertades” —intervino el profesor Bernardino—, pero no hay que confundir entre libertad y libertinaje, ni entre libertador y libertario. Se es libre de elegir entre distintas opciones; se es libre por no estar detenido ni sujeto de un poder superior; se es libre para algo, como desarrollarse y tomar decisiones autónomas “mediante el conocimiento, la razón y la responsabilidad moral”.
—Para que entienda, Maurén —dijo el ilustre profesor Gregorio Montebell—, vea a doña Nati, que fotografía a un pajarito, libre para usted y para mí, pero él no lo sabe; si nació en una jaula, pensará que es libre, aunque no lo es. Quien le abre la jaula será su libertador, pero es posible que él no entienda. El libertario, en cambio, buscará las condiciones para que el pajarito siga enjaulado y suprimirá toda forma de autoridad, gobierno o Estado coercitivo y leyes que busquen la libertad del pajarito.
—Como el anarquista
—Sí, como el anarquista o ácrata, sin poder. La diferencia es que el libertario es un jugador que se queda con las leyes que le sirven a él y a los suyos. Y lo que debe pensarse es en la realidad desde lo universal, como la Constitución; un eje articulador que tenga en cuenta a todos y no solo a unos pocos para beneficios particulares.
Ya que habla de casos concretos, Maurén, el uso del espacio público debe beneficiar a todos y no ser usado por unos a costa de la incomodidad o el perjuicio de otros. Sobre la compra de galguerías, nadie las ha prohibido, pero quien alega contra la ley para proteger a los consumidores es la beneficiaria de las azucareras, que venden dulce, aunque minen la salud. ¿Me entendió?
—No, ni una palabra.
—Eso pensé. Al menos, cuando vaya a votar, procure haber entendido lo que dice su candidato.
Deja una respuesta