
Manuel Humberto Restrepo Domínguez
Profesor Titular de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, Ph.D en DDHH; Ps.D., en DDHH y Economía; Miembro de la Mesa de gobernabilidad y paz, SUE.
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Un gobierno popular difícilmente puede avanzar si no antepone la lucha por el poder a la lucha por gobernar y si no pone en el lugar de conducción a líderes de verdad, sostenidos por su legitimidad, capacidad y convicciones éticas y políticas al servicio de una causa común.
Trataré de comentar de un ser humano común, que está vivo en el imaginario y en el espíritu del pueblo vietnamita. Así lo ratificaron, con su presencia, millones de personas, que llenaron campos y ciudades de este país. Todas con el color rojo de sus camisas y banderas con la estrella. Es parte de lo que vi el pasado 30 de abril en la capital de Vietnam.
La gente se preparó para celebrar los cincuenta años de la victoria militar y política sobre el imperio estadounidense. Con esos actos multitudinarios se renovaba, también, la confianza en la reunificación del país, lograda después de haber padecido la barbarie más brutal de la guerra fría. Durante ese periodo, se desarrolló un obsesivo plan sistemático de destrucción y aniquilación del comunismo, de todo lo que oliera o tuviera señales de simpatizar con esa ideología.
No olvidemos que también en Colombia ese anticomunismo ciego y cerrero trajo dolor y sufrimiento. Con ese discurso, se exterminó un partido político completo: la Unión Patriótica. La lucha contra el comunismo, aunque sus protagonistas no saben definir muy bien qué es eso, produjo la política pública en cuya ejecución, miembros de las Fuerzas Armadas se aliaron con paramilitares y asesinaron a más de seis mil personas inocentes.
En Vietnam los ideólogos y los militares gringos decían combatir el comunismo. Como en Colombia, también asesinaron civiles por montones y cometieron otros crímenes de guerra. Se les opuso un pueblo que tenía por dirigente máximo a Ho Chi Minh. El Tío Ho.
Él es la figura más emblemática de la historia contemporánea de ese país. Su liderazgo no solo fue fundamental para lograr la independencia vietnamita frente al colonialismo francés y la bárbara invasión estadounidense, sino que también se erige como un modelo de resistencia anticolonial.
Es reconocido, querido y su memoria respetada por su determinación inquebrantable para formarse, resistir y luchar.
Estuvo exiliado entre 1911 y 1941. Vivió en Francia, la Unión Soviética y China. Estudió y debatió ideas políticas, sin perder de vista que su objetivo principal era la independencia de Vietnam. Regresó a su país y asumió la vida clandestina.
Se dice que tenía una inteligencia pragmática, que habló siempre con la verdad, que se dirigía a los demás con optimismo y respeto. Fue un hombre accesible, sabio, sencillo, vivió entre las personas que hacían parte del mismo partido y del mismo ejército. Con ellas compartió penalidades de la vida y riesgos cotidianos. Soldados, campesinas y campesinos, que encontraron en él una lealtad y una conciencia de la que carecían las élites coloniales.
Las convicciones de Ho Chi Minh se cimentaron en el nacionalismo anticolonial y el marxismo-leninismo interpretado en el contexto vietnamita. Su prioridad, como dije antes, fue la liberación nacional y no la ortodoxia ideológica.
En la declaración de independencia apeló a valores universales para legitimar su causa internacionalmente y siempre ratificó su compromiso con la justicia social, manifiesta en reformas agrarias y programas de alfabetización, que fomentaron la expulsión de los colonizadores y los avances en la transformación de una sociedad marcada por la desigualdad.
Ho Chi Minh comprendió que Vietnam no podía vencer a potencias militarmente superiores con tácticas convencionales, por lo que organizó una resistencia con métodos de guerra de guerrillas, aprovechando el terreno montañoso y el apoyo rural. Desgastó moral y económicamente a franceses y estadounidenses. Al mismo tiempo, valoró el potencial revolucionario del campesinado (90% de la población) y consolidó su unidad y compromiso de resistencia y poder mediante programas como el de “la tierra para quien la trabaja”, integrando demandas sociales en la lucha independentista y asegurando apoyo masivo.
Buscó aliados sin subordinarse a ellos. Aunque aceptó ayuda de China y la URSS, mantuvo una postura independiente, evitando convertir a Vietnam en un peón de la Guerra Fría. Utilizó medios culturales para difundir ideales patrióticos. Creó escuelas en zonas liberadas, allí se formaron varias generaciones comprometidas con la revolución.
El Sendero de Ho Chi Minh es una red de caminos y túneles creados para abastecer a los habitantes y a las Fuerzas Armadas de Liberación Popular de Vietnam del Sur (PLAF) durante la guerra contra la invasión estadounidense. Ese sendero es una muestra de su ingenio estratégico. Tanto, como los túneles del Cu-Chi o las montañas de mármol de Da Nang.
El tio Ho trabajó por construir una ética de compromiso colectivo, supo que no se trataba solo de expulsar al invasor, sino también de construir una sociedad más justa, con bases culturales e identidad propia. Tuvo la habilidad suficiente para equilibrar firmeza y flexibilidad, negociando cuando era posible y combatiendo cuando no, pero siempre manteniendo viva la resistencia.
Su muerte, en 1969, antes de ver unificada Vietnam, no opacó su legado como revolucionario, presidente y arquitecto de la autonomía e independencia nacional. En todas partes es amado y respetado, seguido con lealtad y está presente en las casas más humildes y en los salones más lujosos, en los billetes de todas las denominaciones, en los afiches y en la firme voluntad de cada vietnamita que entiende el valor de todo ser humano y lo respeta.
AeroVietnam, al aterrizar en cualquier ciudad, ofrece a sus visitantes la bella canción “Hua Hee Tio Ho”, que trasmite un mensaje de felicidad y en el mundo hace eco el homenaje del “Tio Ho nos acompaña en nuestras campañas”. Podríamos decir que en Ho hay un líder, metido en el alma y en lo más profundo de un pueblo. Su imagen está lejos de las que diseñan los coach de marcas y los estrategas del mercado. Ho Chi Minh fue y sigue siendo todo lo opuesto a los liderazgos modelados por la política sin ética, sin ideas ni respeto por sus pueblos.
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