
Ronald Daniel Ayala Romero
Muralista sangileño intentando ser cronista criollo
•
Trato de no estar tan inmerso en la realidad política del país ni en la realidad política del departamento ni en la realidad política del municipio en el que vivo. Miro estas realidades de soslayo, porque la dinámica de la política genera una cierta pereza. Esa es la verdad.
Hace unos días, mientras deslizaba uno de mis dedos en la pantalla del celular, salió una corta entrevista de Canserbero, rapero y compositor Venezolano reconocido y, lamentablemente, ya no presente en este mundo. Hablaba de la pereza que le generaba la política y también hablaba de la importancia de la misma: en el día a día, mientras cada quien va sobreviviendo con sus medios y a su manera, hay quienes van tomando decisiones que afectan a todas y a todos, aunque muchas veces solo sirven a intereses particulares; decisiones qué alimentan la evidente corrupción, y que perpetúan la presencia del crimen organizado en el poder.
Así pasa en un país tan bello como Colombia: el crimen organizado se ha enquistado en la gran mayoría de sus instituciones.
Lo sucedido en el juicio al señor Álvaro Uribe Vélez, es un ejemplo que sirve hasta para reírse. Aclaro que comprendo a quienes lo defienden a capa y espada, entiendo a sus partidarios. Algunas veces reconozco las bondades de sus dos periodos de gobierno. Pero uno, por más simpatías que sienta por él y por sus obras, no puede tapar lo ocurrido en el juicio que hoy se le sigue por soborno a testigos y fraude procesal. Algunas audiencias parecían un chiste: testigos que se contradicen, pruebas que trajo la defensa y resultaron acabando de hundirlo, defensores qué no encuentran la estrategia para que el señor quede absuelto, y el mismo Uribe -que es uno de los hombres más poderosos de Colombia- poniendo cara y cuerpo de abuelito bonachón dándoselas de «La pobre viejecita qué no tiene nada qué comer».
Yo no puedo saber si es culpable o no, pero hay un dicho aquí en el pueblo -y los dichos, aunque algunos sean chistosos y sean cortos, esconden verdades supremas: «Cuando el río suena es porque piedras lleva». Si es culpable, pues haberlo elegido para dos periodos, siendo que ha estado cometiendo delitos, es una tragedia nacional. Si es inocente y lo han estado acusando injustamente, esto es una tragedia para él y su familia. En medio de todo, ver las audiencias en su contra nos deja mirar cómo los poderosos usan todas las posibilidades para engañarnos. ¡Y saber que nosotros mismos los hemos elegido! Es una grandísima ironía.
Pero no tenemos la culpa. En gran medida, nos representan en el poder personajes que son el retrato exagerado o caricaturesco de quienes vamos siendo en la vida.
Somos células de un gigantesco teatro en donde se van orquestando dramas, tragedias y comedias, aunque de lo último no hay tanto; ojalá hubiera más comedias que lo otro. Porque lo que sí es claro, es que uno viene a este maravilloso misterio de la vida a pasarla chévere, ojo, a pasarla chévere sin pasar por encima del prójimo. Con esto no estoy diciendo que yo sea un santo; ni lo soy ni lo pretendo, sé muy bien los pecados que llevo adentro, porque, como todos, tengo rabo de paja y si lo acercamos a la candela, el sieso se nos quema, es lo más seguro.
Como he dicho, no tenemos la culpa. Es claro que nos falta educación en todos los frentes de la existencia y quienes la tienen, algunos, casi se sienten miembros del Olimpo.
En San Gil, Santander, mi pueblo, hay una situación política extraña. Bueno, exactamente no es extraña, porque es más común de lo que parece: el Alcalde de turno y el Concejo Municipal andan como agarrados de los mocos.
Los concejales en oposición, dicen que el alcalde y la administración, han sido negligentes. Y la administración les echa el agua sucia a aquellos, porque dizque detienen u obstaculizan obras, proyectos, recursos, y demás. ¿Cuál será la verdad, quién tiene la razón? Ahí si, como reza otro dicho: «Que entre el diablo y escoja». Va tocar es hablar con el cachudo, porque ese como que tiene la purita verdad.
Más bien regreso al otro tema: la carencia de educación en todos los frentes de la existencia. Al respecto, quiero contarles una anécdota: hace unos días estaba en la tienda en donde acostumbro a ver como se pasan ciertas horas. Ahí, un señor que suele comprar más que todo fruta y que en algún momento fue secretario del Concejo Municipal, me saco un par de centímetros de la ignorancia. Me explicó, sin entrar en tanto detalle, cómo es que funciona la relación entre la administración municipal y los concejales.
A propósito de esa conversación, yo quiero preguntarle a usted que me está leyendo ¿Usted sabe algo de esto? Si su respuesta es negativa, imagínese compatriota, por eso es que estamos jodidos. Es más, me atrevo a decir que ni sumercé ni yo tenemos claro cómo es que funciona una junta de acción comunal, que es lo mínimo. Ahí está, tamos más perdidos que el hijo de Lindbergh. Seguro que usted, como yo, le tiene pereza a la política.
Deja una respuesta