
Juan Camilo Quesada Torres
Doctorando en Sociología UNSAM/EIDAES (Argentina)
Investigador en Economía popular
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En los países que tienen estaciones el verano siempre es el momento de la fiesta. Se combinan ahí el calor, las piscinas, las pocas ropas, el baile y, claro, la música; siempre hay un “hit del verano”.
En el mundo en el que hoy nos toca vivir, esa canción puede ser un reggaetón, un trap, una cancioncita discotequera, algo que pueda encender una fiesta desde el primer acorde (¿se podrá decir acorde para el primer sonido de alguna canción de estás? Esperamos respuestas ante esta pregunta eminentemente técnica).
Sin embargo, a veces, el hit del verano es otra cosa. Una muy distinta. En 2018, por ejemplo, en plena primavera suramericana, en el país de Messi y Maradona, que va de Los Andes al Río de la Plata y de Ushuaia a La Quiaca, las plazas, las discotecas, los balnearios, las canchas de fútbol, y todos los lugares públicos, se llenaron de un mismo canto que se titulaba: MMLPQTP.
No era un tema de Daddy Yankee, que aún no había tomado el micrófono pastoral; no era tampoco Sebastián Yatra, que no había desvelado su admiración por el expresidente colombiano hoy condenado; no era Lali, todavía desconocida en la vida musical. En realidad, sobre la autoría del hit de ese verano, solo podemos decir que fue algo así como una creación colectiva, algo que simplemente surgió.
Su pegue, su punch, tenía dos partes importantes: era un coro futbolero y descargaba la rabia. O sea, servía para alentar, para alegrar y para descargar y putear. Realmente el coro puteaba. Puteaba a una persona que representaba algo más que ella misma. Puteaba a alguien que, no solamente había devuelto a la Argentina a las fauces de dientes afilados del Fondo Monetario Internacional y sus recetas de hambre, sino que impulsó una nueva época de represión contra la manifestación social. Es la época en la que “apareció muerto” Santiago Maldonado en medio de una represión por parte de la Gendarmería.
El título del hit de ese verano, “MMLPQTP”, comenzó a aparecer en los carteles de las manifestaciones, en los “trapos” de las hinchadas de fútbol: aparecía el trapo y aparecía el corito; no terminaba el baile en el boliche y aparecía el corito; ibas en el subte llegando a la universidad y aparecía el corito.
Yo lo vi y lo escuché por primera vez en el Parque Lezama de Buenos Aires, entre La Boca y San Telmo, una noche en la que iba por el ojo de bife de los martes en el Bar Británico (vayan a comer el ojo de bife allá, si aún lo sirven) de la esquina de Brasil y Defensa: Mauricio Macri La Puta Que Te Parió, cantaba un grupo de adultos de más de 50 años que estaban ahí espontáneamente, mamados de la crisis del gobierno macrista.
Hoy estamos ante otro hit veranero de esos que no cantan ni Bad Bunny, ni Emilia, ni Dillom. Y esta vez no surgió tan espontáneamente. Más bien tuvo un motorcito.
Los canales de streaming… ¡¿qué streaming?! De transmisión en vivo, que inauguraron YouTube, Facebook e Instagram, y de los que hay muchas más plataformas, permitieron organizar lo que antes simplemente surgió. O mejor, lo que no sabemos muy bien cómo copó el espacio público. Claro, hay quienes están detrás de esa organización moviendo y dándole rienda a la creatividad. Porque no es simplemente el canal de streaming, es la creatividad que lo aprovecha.
Para la campaña presidencial de 2023 en Argentina, la producción del canal Gelatina se inventó un programa en el que invitaba a la gente a reconstruir una canción del repertorio popular y, a modo de jingles electorales, las enviaran al programa para ser sonadas allí.
Los envíos fueron más de los que se podían publicar y se salieron del tema electoral. Eso obligó al programa a mantener la sección de jingles más allá de los períodos electorales, pues la sátira política desplegó todo su poder. Si buscan en YouTube los jingles de Gelatina y conocen algo de la vida política argentina, prepárense para reír.
En ese programa surge lo que se está convirtiendo en el hit del próximo verano. Hit que, además, tiene su historia.
Resulta que, hace muy pocas semanas se conocieron audios en los que un alto funcionario del gobierno argentino y abogado personal de Javier Gerardo Milei, Presidente de la República, señalaba el monto de los porcentajes que tienen que entregarse a Karina Milei cada vez que alguien contrata con el gobierno. Ella, hermana del presidente y secretaria de presidencia, es experta en repostería, y lectura del tarot.
En los audios se menciona que, para comprar y vender los medicamentos que necesitan las personas discapacitadas del país, se debe girar el 3% del valor del contrato a favor la profesional de las tortas y el destino.
Algún exfiscal colombiano hubiera dicho “Ji ji ji, eso es una coima, Marica”.
Javier y Karina Milei son una pareja genial. El presidente no sólo es economista de una universidad masomenos, sino que fue arquero profesional de fútbol (de un club chiquitito) y panelista de programas de TV de poca monta. Allí reclamó su fama. Karina, además, un día fue concursante de un programa típico de tarde de domingo, en donde se giraba una rueda y se ganaban premios.
Se dice que hay más audios que incriminan a la profesional de las harinas y los azúcares, de los arcanos y las casas zodiacales. Pero no los conocemos aún y el gobierno argentino ha logrado que un juez de la república impida su publicación. Están aplicando la censura previa.
Producto del escándalo, Gelatina recibió un jingle en su programa. Una canción cuya versión original la cantaba una señora que gritaba icónicamente “Azúcar”. La canción se llama Guantanamera, y la letra es un poema de finales del siglo XIX del apóstol de la independencia cubana José Martí. La re-versión sonada en Gelatina canta el corito: “Alta coimera, Karina es alta coimera” en lugar de “Guantanamera, Guajira guantanamera”.
El gobierno de Milei ha sido desastroso para la Argentina. Está diagnosticado y lo hemos señalado con datos en otras columnas. La rabia se acumula, el verano se aproxima, los audios están saliendo y la gente está cansada. Sabíamos que habían llegado con la doctrina Scooby Doo, haciéndonos ver fantasmas inexistentes, con el fin de que nos odiemos entre nosotros (propio del fascismo) mientras “ellos” saquean el país.
Ellos no son Javier y Karina. Los Milei son meros títeres. Los podemos asemejar con Iván Duque y su mamá. Su mamá de él, “La Madrina”.
Ellos, los dueños de los grandes grupos económicos, son los verdaderos dueños del proyecto político que devasta hoy a la Argentina y que ha devastado a Colombia.
El corito ya se escuchó en la cancha de Banfield, club deportivo como aquellos a los que los Milei quieren acabar para extranjerizar la propiedad del fútbol y del que Eva Duarte de Perón era hincha; se lo cantan a las gentes del partido que creó Karina Milei, en medio de sus actos públicos y a los repartidores de volantes del partido mileista, La Libertad Avanza; la gente hace el signo de “3” con la mano cuando sabe que pasa una delegación del gobierno, y el hit del verano parece estar cocinado.
Gelatina, azúcar, dulce y hartazgo… los ingredientes en contra de la repostera que cocinaron la derrota electoral del partido de los hermanos Milei hace dos días en la provincia de Buenos Aires. El cantito se prepara para las elecciones de octubre.
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