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Los partidos deciden sus avales; el Gobierno no tiene derecho a reclamarles por hacerlo.

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Gobernar no es culpar a los demás, es responder con hechos. Y el cambio, hasta ahora, se quedó en discurso.

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La belleza de nuestros ríos, montañas y quebradas no puede seguir hipotecándose al azar del descuido ni a la codicia del corto plazo.