
•
Si un organismo creado para defender la educación y la cultura no alza su voz frente al genocidio, entonces la paz deja de ser un principio y se convierte en una excusa.

•
Les preocupa que el progresismo reclame soberanía a los amos del norte, siendo que ellos siempre han sido unos obedientes mayordomos del patio trasero de los gringos.

•
Nueva York no votó solo por un alcalde, votó por sí misma. Por la idea de que la ciudad puede reinventarse sin pedir permiso.


•
Convertir la violencia en un juego no demuestra libertad, sino la enfermedad moral de un país que se ríe mientras apunta.

•
El imperio exhibe su poder porque sabe que su tiempo se acaba. Nosotros debemos exhibir el nuestro: el de la vida, la multitud y el amor.

•
El retorno del enemigo interno reactiva viejos fantasmas y fabrica nuevos adversarios: gobiernos progresistas, movimientos sociales, ambientalistas, intelectuales y hasta los libros de García Márquez.

•
La democracia participativa no puede confundirse con la improvisación ni con el despilfarro.

•
Con gente como Petro hay que ir armado para pelearle, a riesgo de perder. Es que, aparte de soberbio —que lo es—, de inteligente —que lo es— y de preparado —que lo es—, es, sobre todo, un político viejo.

•
No se puede justificar la manera como encerraron a nuestros caficultores en condiciones indignas, para un certamen que debería hacerse a la altura de uno de los mayores orgullos de la región del sur.
