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El pesimista teme reír, pues cree que si lo hace está invocando el infortunio. Pero sin la risa y la esperanza no hay posibilidad de cambiar el mundo.

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El libertario es un jugador que se queda con las leyes que le sirven a él y a los suyos.

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Colombia no necesita una nueva Constitución cada treinta años. Necesita instituciones que funcionen, una justicia que sancione y un Congreso que legisle para la gente, no para sus financistas.

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Aun sin prueba irrebatible, había existido alguien más entre ellos. No más flores, sin importar su nombre y su color. El viernes dejó sobre su lápida las flores del olvido.

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El que nada debe, nada teme; pero el que todo escondió, tiembla.

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Miles de voces llenaron las calles de Bruselas para exigir el fin del genocidio en Gaza.