Carlos Gutiérrez Cuevas
Escritor e investigador
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La elección de Mariano Ospina Pérez a la presidencia de la República en 1946, marcó el comienzo de uno de los periodos más dramáticos de la historia nacional: La Violencia. Una especie de guerra civil liberal-conservadora-cívico-militar-religiosa que causó más de 200 mil muertos, desplazamientos, despojo y miseria a infinidad de pobres habitantes de las regiones campesinas.
Resistencia contra la violencia
Escuadrones de la fuerza pública, junto a las temibles bandas de «chulavitas» (matones conservadores fletados para la matanza), perseguían, torturaban, desaparecían, incendiaron los campos, robaron el ganado, saquearon las pertenencias, expulsaron a miles de familias de sus tierras.
Una de las más firmes resistencias contra esos vejámenes de la violencia, se dio en la Universidad Nacional. Muchos académicos siguieron el ejemplo del abogado y profesor Jorge Eliécer Gaitán quien, además de sus clases, daba frecuentes conferencias donde denunciaba esos hechos y promovía la organización de la lucha contra esa situación.
Varios círculos de estudio, clubes literarios y tertulias sirvieron de cobertura para organizar en la universidad la resistencia contra la arremetida conservadora.
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Los rectores durante este período siguieron siendo designados por el presidente de la república quién, además, integraba el consejo superior universitario a su capricho, con figuras prestantes –y autoprestantes– del empresariado la banca, los gremios profesionales, políticos y miembros de la jerarquía eclesiástica.
Las libertades públicas y ciudadanas estaban limitadas por la imposición del estado de sitio, la censura y los «consejos de guerra» dónde civiles eran juzgados por militares para, así decían, prevenir los riesgos de contagio comunista, liberal, masón o ateo.
Para terminar con esa violencia, la dirigencia económica y política promovió y apoyó, después un golpe militar encabezado por Gustavo Rojas Pinilla. Como señalamos en la entrega anterior, la Universidad Nacional estuvo a la vanguardia de la lucha contra la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla y participó activamente en las jornadas que condujeron a su renuncia al poder el 10 de mayo de 1957.
Sin embargo, ese momento que parecía abrir las compuertas a la democratización del país y de su principal institución educativa, se convirtió en una nueva frustración.
Vehemencia contra la injerencia
Entre los años 60 y 70 creció en Colombia un movimiento universitario nutrido por los procesos históricos y sociales de la Guerra Fría. Pronto nos convertimos en lo que se denominó el patio trasero de los intereses de los Estados Unidos de América.
Las agencias de inteligencia y los organismos multilaterales liderados por ese país, trazaron un objetivo: impedir que Latinoamérica tomara el camino iniciado por la Revolución Cubana en enero de 1959. Se inventaron, así, un enemigo interno: cualquier persona u organización que reclamara o se opusiera a los designios del gobierno de turno, era tachada de comunista y, por ahí derecho, perseguida e ilegalizada.
En febrero de 1971, en Cali los estudiantes de la Universidad del Valle se levantaron contra la injerencia de agencias norteamericanas que manejaban, en la cuenca alta del río Cauca, expediciones, personal y recursos para la investigación científica y tecnológica en temas estratégicos para el desarrollo del país.
Las condiciones, onerosas para el interés nacional, permitían esas intromisiones y, en cambio impedían la participación de la comunidad universitaria – por no hablar de la participación ciudadana –, en decisiones que atañen al interés de la academia y de toda la sociedad.
Cuatro años antes, en 1967, en la Nacional de Bogotá, los universitarios habían rechazado con vehemencia la presencia del presidente Carlos Lleras Restrepo y de Nelson Rockefeller en los predios de la Ciudad Blanca. Ellos, en compañía del ministro de agricultura de la época habían ido a inaugurar la sede del Instituto Colombiano Agropecuario, construido con financiación de la Fundación Rockefeller
Y, antes de esa visita, en 1965, durante la campaña que lo llevó a la presidencia de la república, Lleras Restrepo había sido expulsado entre silbidos, gritos y empujones de la Facultad de Derecho de la misma universidad.
Las protestas de 1967 contra la presencia de Lleras-Rockefeller desataron una implacable persecución contra dirigentes, estudiantes y profesores, muchos apresados, desaparecidos, el campus cercado, los alrededores militarizados, las clases suspendidas durante varios semestres.
La ebullición del mundo y la revolución cubana
La ebullición que experimentaba el mundo se manifestó en mayo del 68 con los levantamientos estudiantiles de Nanterre y París.
Enseguida se sumaron los obreros, varios filósofos y pensadores de la primera línea, lo mismo que el lerdo partido comunista francés, junto a las brigadas de jóvenes levantando «El libro Rojo» de Mao. al tiempo que la espesa nomenklatura soviética, en agosto del mismo año, entró sus tanques de guerra a Praga.
La emergencia de nuevas fuerzas sociales en lo que se llamó el «Tercer Mundo», moderó los apetitos de los bloques occidental y soviético por hacerse hegemónicos mediante la carrera armamentística nuclear, las confrontaciones armadas a pequeña escala, provocaciones terroristas y una desbordante propaganda con el fin de distorsionar los procesos de independencia, cooperación e integración en Asia, África y América Latina.
Las potencias emergidas de la Segunda Guerra Mundial se resistían así con fiereza a los avances descolonizadores. Vietnam y Cuba encarnaban esa resistencia con heroísmo.
El triunfo de la revolución cubana en enero de 1959 se había ganado la simpatía y el respaldo unánime de la juventud, los estudiantes y la intelectualidad de todo el mundo gracias a la impresionante campaña alfabetización, que en poco tiempo cubrió a toda la población de la isla.
El aporte de los cubanos a los procesos de educación, ciencia, arte e integración cultural latinoamericana tuvieron repercusiones vívidas en las universidades y en la población latinoamericana, ya que muchos jóvenes de familias pobres estudiaron becados en cualificadas instituciones cubanas.
La influencia cubana se reflejó en la necesidad de luchar por lograr una educación universal, pública, gratuita en todos los niveles y modalidades, con instituciones autónomas y auténtica participación de las comunidades educativas en el gobierno de esas instituciones.
Reversar los avances
El levantamiento de los estudiantes de la Universidad del Valle en 1971, recibió el respaldo casi inmediato de las demás universidades públicas, algunas privadas, sindicatos y federaciones obreras y campesinas.
«Abolición de los consejos superiores y elección democrática de las autoridades universitarias», fue el primer punto del pliego de peticiones que el movimiento civico-estudiantil de 1971 presentó en su negociación con el gobierno.
Semanas después del levantamiento del paro por acuerdo con el gobierno, en noviembre de ese mismo año, se efectuaron por primera vez en su historia, elecciones de representantes estudiantiles al máximo órgano de dirección de la Universidad Nacional. Un hecho similar sucedió en enero de 1972 en la Universidad de Antioquia.
Sin embargo, ese avance, llamado con exageración ‘cogobierno’, fue reversado pocos meses después, cuando los logros obtenidos por el movimiento universitario se abolieron a través de un decreto de estado de sitio.
(Seguirá)
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