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Esas leyendas no solo buscan asustar: enseñan, controlan y castigan los cuerpos y deseos que el poder no logra dominar.

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No fue una derrota, fue un diagnóstico: incluso con las trabas del poder, la gente sigue votando por el cambio.

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El desafío de Colombia no es resistir el cambio, sino sostenerlo con visión, inclusión y equilibrio.

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La biocivilización no espera perfección inmediata; espera decisión. Decisión para inscribir la fraternidad en las constituciones y otorgar voz a quienes no la tienen.

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Fantasear con pegarle un balazo a alguien y decirlo con gracia pública es profundamente perturbador.

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El problema no es del colegio, es que creemos que la educación consiste en aprender a hacer caso. Y donde hay mucha policía, hay poca diversión.

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Aquí también roban, pero dejan para las obras. Lástima que en Santander se la roben prácticamente toda.
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Para que haya una verdadera democracia se requiere que exista una oposición inteligente, culta y propositiva; que tenga candidatos y candidatas a la Presidencia con suficiente altura intelectual y sin máculas éticas. Parte del problema de Colombia es que esa oposición es invisible o inexistente.