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“No hay pueblos elegidos, la humanidad es ya el pueblo elegido, y es nuestro deber defender la vida”.

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Es penoso pero cierto decir que en este país todos los principios de la ética democrática son manoseados según la conveniencia y la coyuntura política.

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La democracia gringa puede morir en la oscuridad, puede morir en el despotismo. Con Trump, es igual de probable que muera por la estupidez.

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La verdadera locura no está en consumir drogas, sino en sostener la farsa de una guerra hipócrita contra ellas.

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El milagro de Medellín no fue fruto de las bibliotecas ni de la cultura, sino de la hegemonía de Don Berna: la DonBernabilidad, la pax mafiosa que permitió un orden aparente en la ciudad.

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Lo que sí es contrario y antagonista al Mercado y al Estado… es la autonomía de las trabajadoras y los trabajadores, los movimientos sociales, las comunidades y el común, desarrollando sus propios poderes paralelos frente al Estado.

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La transición energética, si quiere ser justa y sostenible, no puede nacer de prejuicios. Debe construirse con ciencia, con tecnología y con diálogo con las comunidades.

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Profesores distritales acampan para defender y fortalecer la educación pública.

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La descertificación, más que una sanción, es un espejo incómodo que desnuda la incapacidad del Estado colombiano para resolver las causas estructurales de la violencia y el narcotráfico.