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Cuando iba por leche, encontré primero un brazo, luego un torso. Dejé caer la bolsa y salí corriendo. Esa imagen nunca se me borró.
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La perfección habita tanto en la luz del amor como en la oscuridad del desamor, en la eficiencia del bien como en la torpeza burocrática.
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La música de antes construía identidades colectivas; la de ahora, likes que se olvidan en una semana.
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Los tiempos del pasado se parecen al presente: los de arriba prometen mucho para que el pueblo olvide su historia, su vida y su propia lucha
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Cuando lo único que guía la producción de contenidos es la carrera por los clics, se banaliza la agenda pública y se reduce la democracia a un espectáculo.
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El duelo por la muerte de un hijo no se escribe: se encarna. Es un tajo abierto en la médula del ser. No lágrimas ni consuelos: un vacío que desgarra las entrañas y derrumba hasta a los dioses.
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Aguante el fútbol, la creatividad, las cargadas y el folclore de las gradas.
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La vida infausta del negro Apolinar es un puñetazo al alma, pero uno que se da con una ternura infinita.