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En Medellín, la muerte no se esconde: se baila. Y a veces, se celebra al criminal como si fuera hijo pródigo.

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En la poesía de Raúl Gómez Jattin la mujer no acompaña: es el centro de gravedad donde se cruzan la memoria, la herida y la lucidez.

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La justicia se volvió reversible, el poder heredable, y la soberanía un eco que rebota contra los muros de Manhattan.

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La biocivilización no espera perfección inmediata; espera decisión. Decisión para inscribir la fraternidad en las constituciones y otorgar voz a quienes no la tienen.
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Para que haya una verdadera democracia se requiere que exista una oposición inteligente, culta y propositiva; que tenga candidatos y candidatas a la Presidencia con suficiente altura intelectual y sin máculas éticas. Parte del problema de Colombia es que esa oposición es invisible o inexistente.

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Porque hay condenas que no necesitan toga ni martillo. Y hay nombres que, por más que huyan del juicio, no escaparán jamás del desprecio de la historia.

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El pesimista teme reír, pues cree que si lo hace está invocando el infortunio. Pero sin la risa y la esperanza no hay posibilidad de cambiar el mundo.

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El libertario es un jugador que se queda con las leyes que le sirven a él y a los suyos.